Lo acusan de violar a sus hijastros de 8 y 11 años y amenazar con prenderlos fuego
Edición Impresa | 26 de Octubre de 2018 | 02:23

“Nano es malo”, se limitaban a decir dos hermanitos de 8 y 11 años cuando su abuela les preguntaba por qué no querían volver a dormir a su propia casa; o por qué lloraban sin consuelo si alguien intentaba explicarles que así debía ser, que no quedaba más remedio.
“Nano”, como conocen todos al padrastro de los chicos, fue detenido ayer en el obrador de Melchor Romero en el que trabajaba como sereno y también vivía, acusado de haber violado a esos niños durante meses, informaron fuentes oficiales.
Según figura en la causa, los abusos habrían ocurrido a principios de 2016, cuando un sujeto de nacionalidad paraguaya que entonces tenía 30 años comenzó una relación sentimental con una mujer y se mudó a la casa que ella compartía con sus hijos, en La Plata.
Aparentemente todo marchaba bien, pero, puertas adentro, el cotidiano se fue transformando sin pausa en un infierno para la familia.
“Cuando la madre de los chicos (una nena de 11 años y un varoncito de 8) se ausentaba para cumplir con su trabajo el causante abusaba de ellos y los amenazaba con prenderlos fuego si hablaban de lo que pasaba o se lo contaban a alguien”, reveló un investigador, por lo que los menores “trataban de permanecer todo el tiempo que pudieran en la casa de su abuela materna”.
Aterrados ante la posibilidad de que las advertencias fueran más que eso, o que el sujeto tomara revancha contra su mamá, los hermanitos guardaban silencio. A lo sumo decían “Nano es malo”, o lloraban sin consuelo a la hora en que les tocaba volver a la casa donde, se supone, debían sentirse seguros.
La sospecha
Aunque los chicos no revelaron en ese momento lo que les estaba pasando, sus reacciones pusieron en alerta a su abuela, quien les preguntó varias veces y, ante la falta de una respuesta convincente, decidió interrogar directamente a su hija.
Según los investigadores, la mujer “no se guardó nada. Contó que su pareja la golpeaba y que temía por su vida, ya que el hombre no trabajaba, tomaba mucho alcohol y se ponía cada vez más violento”.
Ese mismo día la abuela radicó una denuncia penal contra el yerno y alojó a su hija y a sus nietos en su propia casa, quedando el agresor en la de su mujer, hasta que “supo de la denuncia y se fue”, aseguró un jefe policial.
Hasta ese momento las mujeres suponían que las agresiones se limitaban a los golpes, gritos y amenazas que tenían como blanco a la pareja del acusado, pero entonces los niños decidieron no callarse más.
“Sintiéndose seguros pudieron contar que el padrastro los sometía sexualmente cuando la madre no estaba y ellos se encontraban desprotegidos”, aportó la misma fuente, lo que motivó que la denuncia se ampliara, con la intervención del Gabinete de Delitos Contra la Integridad Sexual de la DDI La Plata.
A instancias de la UFI 7 se practicó una serie de peritajes que, al ratificar los dichos de los niños, impulsaron la orden de captura en contra del acusado que libró el juez Juan Pablo Masi por “corrupción de menores agravada, en concurso real con abuso sexual con acceso carnal agravados reiterados”.
Eso sí, detener al sospechoso fue un asunto mucho más complicado.
Es que “no tenía un domicilio fijo”, dijo un pesquisa, por lo que recorrieron varios barrios en los que suelen residir ciudadanos paraguayos, hasta que supieron que el buscado pasaba los días y sus noches en un obrador de 176 y 32. “De día trabajaba como albañil y de noche era sereno”, detalló un vocero. Al ver a los policías de la DDI quiso escapar corriendo, pero no pudo: estaba rodeado.
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