Los controles de alcoholemia deben tener continuidad

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El dato ofrecido recientemente por la Municipalidad no puede ser más elocuente y, a la vez, preocupante: de cada tres autos retenidos en los controles viales callejeros que lleva a cabo periódicamente en diferentes puntos de la Ciudad, uno tiene como causal de secuestro el exceso de alcoholemia de su conductor. El incumplimiento de la norma que restringe el consumo de alcohol a los automovilistas sigue siendo, pues, elevadísimo.

Tal como se informó en la nota publicada en este diario, el análisis de los recientes operativos montados por la Comuna bajo el lema “Primavera Responsable” mostró que de los 75 platenses a los que se revisó, 24 dieron positivo en el examen que se realiza para determinar los niveles de alcohol en sangre.

Cabe recordar que, con el objetivo de que haya “tolerancia cero” para con los conductores que hayan bebido alcohol, consumido estupefacientes o drogas psicotrópicas, una organización no gubernamental platense presentó un proyecto de ordenanza que propicia la llamada tolerancia cero.

En la presentación se puso de relieve que durante la primavera y el verano aumenta el consumo de alcohol, lo que invalida los reflejos de los conductores. Existen estudios que indican que una persona alcoholizada o bajo efectos de estupefacientes tiene 1.700 por ciento más posibilidades de protagonizar un siniestro vial que el resto, dijeron.

Señalaron asimismo que cuando las temperaturas superan los 20 grados centígrados se incrementa el consumo de bebidas alcohólicas, y cuando pasan los 30 grados el consumo se dispara a más del 200 por ciento en los meses invernales.

Las estadísticas muestran una creciente incidencia del alcohol en el aumento del número de accidentes de tránsito. Así, en nuestra ciudad, en encuestas realizadas en años anteriores casi el 70 por ciento de los entrevistados reconoció que conduce durante los fines de semana después de haber comido y bebido, mientras que un alto porcentaje de ellos, cercano al 50 por ciento, admitió conducir, en ese mismo período, directamente alcoholizado.

Lo cierto es que estos índices crecieron en los últimos años y, según los especialistas, no muestran síntomas de disminución. Y lo que genera especial inquietud es que el 40 por ciento de las personas que están al frente de un volante después de haber ingerido bebidas alcohólicas duplican el contenido permitido en sangre. Por cierto que un conductor alcoholizado ve afectados seriamente sus reflejos.

El conductor cuyas cantidades de alcohol en sangre superan a las permitidas, a la hora de acelerar o frenar tiene otros criterios, distintos a los que utiliza sin estar bajo los efectos del alcohol.

Solo una realización continuada de los controles de alcoholemia y, en su caso, la aplicación de las sanciones previstas por la ley, permitirá reducir sustancialmente estos peligrosos índices. No hay dudas de que las pruebas de alcoholismo realizadas hasta la fecha revisten importancia, pero su influencia resultaría mucho mayor si las autoridades persistieran, sin desmayos ni paréntesis, en la realización de esos operativos, cuya potencialidad disuasiva se encuentra harto demostrada.

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