“In Fabric” y “Chuva é Cantoria na Aldeia dos Mortos”

          “Chuva é Cantoria na Aldeia dos Mortos” de Joao Salaviza y Renée Nader Messora

           En principio parece un típico documental sobre pueblos originarios que residen en la selva del Brasil. Antes de la proyección uno de sus directores avisa que Bolsonaro prometió sacarles la tierra a todos los pueblos originarios. Ahora con un poco más de miedo vemos en la película que Ihjak transita su exótica pero apacible vida junto a su pareja y su bebé. Luego de largos minutos se empieza a notar que casi todo lo que vemos está más controlado, falseado. De todas maneras se sigue leyendo como un documental. Por un lado porque el espectador novato no nota este control y por el otro porque el espectador especializado lo acepta pensando que son las reglas del juego, y no afecta al nuevo concepto de documental. Pero pronto empieza la ficción más concreta. Ihjak enferma y es llevado frente al Chamán. El Chamán es un viejo desnudo que canta muy bonito pero no parece curar mucho a nadie. Ihjak ahora decide ir a la ciudad para atenderse en el hospital. Por su afección tiene que quedarse varios días en un albergue. Camina por la ciudad, ve la tele y juega al Street Fighter en una casa de videojuegos. Ihjak tiene esposa e hijo pero en realidad tiene tan solo 15 años y su padre ha muerto recientemente. Se empieza a quedar más días de los que tenía planeado en esa ciudad cada vez menos extraña. Lo cierto es que este adolescente le agarró el gustito a la vida citadina. Así que tendrá que decidir entre disfrutar de los tontos pero divertidos asuntos de la ciudad o volver a hacerse cargo de su familia y organizar el funeral de su padre, siguiendo su mandato y repitiendo su vida. Resulta atractivo cómo a pesar de defender a las culturas originarias los realizadores pueden proponer, a su vez, una mirada profundamente crítica.

          “In Fabric” de Peter Strickland

          Sucede que una mujer va a comprar un vestido a un shopping donde anuncian un importante descuento. El tema es que este negocio parece estar dirigido por Darío Argento. Unas especies de vampiresas del siglo pasado lo atienden. El nuevo vestido, rojo como las llamas del infierno, cobra vida y sin que nadie lo note lleva a la una y mil catástrofes a la divorciada protagonista que lo compra para sus citas a ciegas. Cuanto el vestido cumple su cometido pasa a las manos de un hombre, técnico experto en lavarropas, que como está a punto de casarse lo visten con el vestido diabólico para su despedida de solteros. Y Así parece empezar a repetirse la misma suerte. Este disparate entre cómicamente espeluznante y terroríficamente delirante tal vez pueda ser de las mejores películas de la Competencia Internacional. ¿Se animarán a premiar a una película maldecida por los maléficos empresarios de la moda?