El ocaso de las bochas, una tradición que se pierde en plazas y parques platenses

Donde alguna vez estuvo la cancha de bochas de Plaza Matheu ahora hay un grupo de mesas con tableros para jugar damas o ajedrez. “Este año cambiamos la cancha de bochas por las mesas. La razón es que ya no venían jugadores de bochas. Los pocos que quedan van a un par de clubes y los espacios públicos donde se siguen reuniendo son la Plaza Castelli y el Parque San Martín”, dice Franco Cricenti (78), siete veces campeón de los recordados Torneos de Bochas Interplazas platenses y un apasionado de un juego que, según dice, “tiene cada vez menos cultores en la zona”.

En Parque San Martín hay dos canchas, pero se usa solamente una, dicen Cacho Seimandi (82) y José Aurelio Natale (84). Allí también hay cada vez menos jugadores, pero todos los días, sin excepción, se juega a las bochas.

“En La Plata llegó a haber canchas en 11 plazas, un Torneo Interplazas y decenas de jugadores. Pero no se pudo transmitir la tradición a las nuevas generaciones, que hoy prefieren jugar a otros juegos. Nosotros empezamos siendo chicos, viendo jugar a los más grandes. Pero hoy los chicos están con los celulares, los videojuegos. Y las bochas no les interesan”, dice Franco Cricenti.

Aunque menos numeroso, el colectivo de los bochófilos platenses, resiste. Según cuentan en los espacios públicos donde el juego todavía se practica, se trata en todos los casos de hombres que tienen entre 60 y 85 años, quienes encuentran en las bochas más que un entretenimiento: es también, reconocen, una herramienta para el encuentro y la socialización. Y para seguir activos.

Para Cacho Seimandi, el ocaso de las bochas en la Ciudad empezó en la década de los ´80.

“En ese entonces, muchos clubes eliminaron sus canchas para ocupar ese espacio con otras actividades para los mas chicos, como clases de danzas, patín y esas cosas. Eso pasó sobre todo en las instituciones del casco urbano, donde el espacio es más limitado. Es por eso que hoy la mayor cantidad de clubes con canchas de bochas está en los barrios, donde se mantiene un poco más la tradición”, cuenta.

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Otros agregan que, en ese momento, hubo algunas iniciativas para llevar las canchas de bochas a espacios públicos como plazas y parques.

“Y esa iniciativa también tuvo su momento de esplendor, hace aproximadamente una década, cuando una decena de plazas convocaban a los jugadores y se hacían los Torneos Interplazas que movilizaban a mucha gente. Con el tiempo eso también se fue perdiendo por falta de apoyo oficial para conseguir elementos y hoy son contados los espacios públicos que cuentan con canchas de bochas”, dice Seimandi.

Puestos a recordar, en el Parque San Martín afirman que hubo un momento en que las bochas movilizaban a muchos platenses y se jugaban en espacios como clubes, almacenes y boliches de barrio.

“En esa época la gente no sólo iba a jugar, también iban a mirar. Algunos partidos eran todo un espectáculo que convocaba incluso a gente de distintos barrios y que se prolongaban hasta las 3, las 4 de la mañana, recuerda Cacho Seimandi.

“Había jugadores notables, que se dedicaban sólo a jugar y por eso hacían cosas prodigiosas. Recuerdo, por ejemplo, en mi juventud, haber visto a un tirador que lanzaba con la bocha en una mano mientras sostenía una silla pesada con la otra: tiraba el bochazo y pegaba. Eran cosas muy sorprendentes de ver”, explica Seimandi.

Con 58 años Walter Moyano se cuenta entre los jugadores más jóvenes entre los que concurren al centro de la tercera edad de Parque San Martín y dice que, a su edad y en el barrio en que él creció (El Retiro) lo más natural era acercarse a los clubes y boliches donde jugaban los grandes y aprender de ellos a jugar a las bochas desde chicos.

“En El Retiro, como en muchos barrios, hoy se sigue jugando a las bochas, pero en aquella época era una actividad muy convocante a la que se acercaba gente de todas las edades”, relata.

Entre aquellos días en los que Walter Moyano aprendía de los grandes las reglas y destrezas para jugar a las bochas, muchas cosas fueron cambiando en el propio juego que trajeron al país los inmigrantes italianos y cuya creación algunos atribuyen a los antiguos egipcios. Entre ellas, el tamaño de las bochas, que al principio eran grandes y de madera y con el tiempo se fueron reduciendo.

Como el tamaño de las bochas, también se van reduciendo los grupos de jugadores.

En el grupo de la tercera edad de Parque San Martín José Aurelio Natale, reconoce que “cada vez somos menos”.

En total, afirman, son alrededor de 40 los jugadores que arman partidos allí de 13 a 18, todos los días. Un lugar de encuentro donde se comparte el partido junto a los recuerdos de aquella época en que las bochas eran más convocantes.

“La cancha es un lugar para jugar, pero también un espacio de socialización donde compartir un mate, un recuerdo”

Cacho Seimandi, Centro de la Tercera Edad del Parque San Martín