Abel Pintos en La Plata: emoción y conexión como antídoto para días convulsionados
Edición Impresa | 26 de Noviembre de 2018 | 02:08

Mientras afuera el país estaba convulsionado por la violencia futbolera, dentro del Estadio Único Abel Pintos, que volvió al recinto tras presentarse en 2014, en el que fue su primer show en grandes estadios, proponía un encuentro cálido, marcado por los valores familiares, el afecto y la emoción.
Un remanso musical que tuvo lugar el sábado por la noche en nuestra ciudad, donde el público que copó el Único (se presentó con entradas agotadas) fue testigo de un extenso repaso de la discografía del cantante: pasaron los éxitos y los nuevos, ante la algarabía de la “familia abelera”, testigo de casi 40 temas en un show que se extendió durante casi 3 horas y media, hasta la una de la madrugada.
Pintos llegó a La Plata en una temporada donde llegó a España y México, tras realizar cuatro Obras y pasear su música por Neuquén, Rosario, Córdoba, San Juan, Corrientes y Mendoza, y antes de partir hacia Chile, Uruguay y Paraguay: todo, mostrando “La Familia Festeja Fuerte”, el trabajo discográfico doble (y libro) grabado en los recitales que cerraron su temporada 2017 en River, un libro-disco que ya desde el título sintetiza la comunión que lo une como artista con sus numerosos seguidores, con quiénes experimenta cada presentación sobre un escenario como una verdadera fiesta compartida.
“Con el paso de los años de compartir música y de conocernos, nos ganamos el derecho de llamarnos de esa manera. Son días conmovedores, pasan cosas fuertes, pero a esta familia no la para nadie”, lanzó, de hecho, Pintos desde escena ayer, durante una fiesta sencilla, despojada de grandes artificios como los que acostumbra ver el estadio, pero con un Abel magnético en el centro, un emotivo maestro de ceremonias que tuvo a la multitud bailando, cantando y llorando en la palma de su mano.
Una comunión para la que apenas hizo falta papel picado y algo de cotillón, que aportó Abel desde escena pero también la familia abelera, que en días donde hinchas de fútbol atan bengalas a los cuerpos de sus hijos para ingresarlas a la cancha, traficaron por los controles del Único espuma de nieve y papelitos.
LOS TEMAS
Para el éxtasis, parecían decir, no hace falta el exceso: el público bailó extasiado ante los éxitos y los contoneos de Pintos, que volvió a entregarse a su gente con esa sonrisa contagiosa y una predisposición que espejó la puesta en escena, sin vueltas, sin ambages, sin poses. Incluso, Abel se largó a llorar ¡dos veces!
La primera fue al finalizar la primera tanda, que abrió el show a puro baile y color, comenzando por “De solo vivir” y “Revolución” y cerrando la apertura con “Juntos”. Luego, llegaron los lentos, con el aviso de Pintos: esto iba para largo, dijo risueño. El recital terminaría teniendo 38 temas y extendiéndose durante más de tres horas.
Pasarían temas como “Como te extraño”, “3” y “Flores en el río”, antes de que regresaran “canciones que le piden al cuerpo el instinto del bailongo”: el público, sentado durante el segmento de intimidad y emoción, volvió a pararse con “Tiempo”, y comenzó un “nuevo camino emocional” dentro del show que incluyó “Arder en libertad”, “La flor azul” y “Asuntos pendientes”, antes que llegarán varios clásicos que el público abrazó con ovaciones y acompañando al cantante en los estribillos: “Todo está en vos”, “Aquí te espero”, “Ya estuve aquí” y “Motivos”, hicieron potente eco en la caja de resonancia del Estadio y desataron la euforia antes del final, que combinó un segmento de cumbia y movimientos en estado de gracia de Pintos, y “Oncemil”, para la primera despedida.
Sabía el público, claro, que no era el final: si aún no había sonado “La llave”. El hitazo de Pintos sería el anteúltimo tema de la extensa velada, el tercer tema de cuatro bises que realizó Pintos tras cambiarse de atuendo y volver remozado, la voz resistiendo tras tres horas de emoción desgarradora vibrando en sus cuerdas vocales.
El final-final fue con “A-Dios”: tras el tema, Pintos permaneció cantando el estribillo, a cappella, solo en escena (acompañado, claro, por al familia abelera) durante varios minutos: un cierre íntimo e infinito para una noche de emoción del que sigue siendo el artista solista más convocante del panorama argentino, contra las modas y las poses, armado solamente de una voz y una emoción a flor de piel.
“Son días donde pasan cosas fuertes, pero a esta familia no la para nadie”, lanzó Pintos
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