Las veredas no pueden poner en riesgo la vida de los peatones
Edición Impresa | 3 de Noviembre de 2018 | 01:42

El reciente y dramático rescate de un escolar de 13 años de edad que, en una vereda de Tolosa, cayó en una cámara de tres metros de profundidad llena de agua que se encontraba destapada y que, sólo por la rápida acción del padre de un compañero y de un profesor de la escuela , logró ser salvado, constituye un elocuente testimonio acerca del pésimo estado de las veredas de La Plata, en una situación que debe ser revertida cuanto antes.
Con un adolescente de involuntario protagonista, el accidente se convirtió en un momento desesperante. A la salida de un día de clases, un alumno de primer año de la Secundaria 11, pisó en falso y cayó en un agujero formado por la falta de tapa de una cámara de desagües.
Si hubiera que añadir un detalle más angustioso, los testigos narraron que la madre del chico lo vio cuando avanzaba hacia ella junto a un compañero, hasta que el chico se precipitó en el pozo. La madre se bajó rápidamente de la moto y corrió hacia su hijo, sin poderlo aferrar. En esos momentos, dijeron, el padre de otro alumno junto a un profesor armaron una cadena humana y alcanzaron a rescatar al chico que se encontraba sumergido en el agua.
El chico fue inmediatamente atendido y aunque emocionalmente se manifestó muy impactado, no sufrió mayores consecuencias físicas .
No se podría hablar de un mero accidente, ya que la falta de tapas en un pozo en la vereda constituye una omisión inexcusable. Tampoco puede decirse que se trata de un solo ejemplo. En esta columna se habló hace poco del estado deplorable que exhiben -en general- las veredas de la Ciudad y que ello no constituye un dato precisamente nuevo. Pero su persistencia de muchos años atrás lo agrava y además deja a la vista un desinterés preocupante ante las cuestiones básicas que plantea un debido mantenimiento urbano. Cualquier recorrida alcanza para confirmar que transitar por las veredas constituye una aventura dominada por desniveles, hundimientos y “cicatrices” de viejas obras de infraestructura. Los casos abundan y es muy común que las empresas a cargo de servicios públicos, al realizar reparaciones, dejen zanjas o pozos abiertos que se convierten en potenciales trampas.
Luego de tantos años de desinterés y, consiguientemente, de desinversiones públicas y también privadas, ya que el debido mantenimiento de las veredas se encuentra a cargo de los frentistas, las deficiencias han llegado a extremos tales que resulta indispensable una pronta reacción de todos los involucrados. Algo hay que hacer para subsanar un cuadro negativo para lo cual no sirven las declamaciones, sino que es necesario impulsar acciones concretas.
Afortunadamente, en el episodio de Tolosa no hubo que lamentar consecuencias más graves. Ello no implica dejar de señalar se bordeó la tragedia y que, por consiguiente, las autoridades deben propiciar, en forma inmediata, una reacción general y activar un programa integral de mejoramiento de las veredas de La Plata.
Las noticias locales nunca fueron tan importantes
SUSCRIBITE