Un adiestrador y un penitenciario, dos víctimas de una modalidad que no cede

En Villa Elvira, en City Bell o en Altos de San Lorenzo. Con los dueños adentro, o sin ellos. Sin importar la mecánica ni el barrio, los robos en viviendas constituyen una de las modalidades que más golpea a los platenses desde hace tiempo. En las últimas horas sucedieron tres casos más, distintos en las secuencias, pero parecidos en las consecuencias para los damnificados.

Mientras dormían

Una joven salió ayer de su casa de City Bell como de costumbre, sin sospechar que su marido y su bebito de pocos meses quedarían a merced de un par de ladrones que irrumpieron en la propiedad pocos minutos después. ¿Casualidad? ¿O la estaban observando y creyeron que vivienda quedaba sola?

No se sabe. Lo certero es que su esposo vivió una mañana de miedo, aunque, por suerte, tanto él como el chiquito salieron ilesos.

Esto pasó alrededor de las 9 en 135 y 473, de City Bell. “Todavía no sabemos bien por dónde entraron, aunque creemos que fue por el frente, un ratito después de que yo me fui”, contó a este diario la dueña de casa (pidió resguardar su identidad), quien apuntó que los dos intrusos se llevaron “computadoras, algunos aparatos electrónicos y el celular” de su marido.

También sustrajeron dinero, por un monto que no trascendió.

Al muchacho, un adiestrador de perros llamado Nicolás (37), lo sorprendieron a punta de pistola en una de las habitaciones y lo maniataron, sin herirlo, según la Policía. El hijo de la pareja, de 8 meses, estaba durmiendo.

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La mujer aseguró que Nicolás “quedó en estado de shock” por “la tensión que vivió suponiendo que los asaltantes podían llegar a hacerle algo a nuestro bebé, pero por suerte no lo despertaron ni tocaron”.

No trascendió cuánto rato duró el episodio. Una vez que los asaltantes se fueron y Nicolás pudo zafar de las ligaduras corrió hasta la casa de un vecino para llamar a su mujer, quien, a su vez, pidió ayuda a la policía: “Se portaron muy bien; vinieron enseguida a pesar de que estaban en otro operativo”. Sin embargo, para entonces los responsables ya estaban lejos. Peritos de Policía Científica trabajaron en la escena en busca de rastros. Y en la comisaría Décima se abrió una causa por “robo calificado”.

“Hace pocos meses que vivimos acá y ya estamos pensando en mudarnos, aunque nos habían dicho que era un barrio seguro”, comentó la mujer, sin pasar por alto que “es un momento complicado. Este tipo de cosas pasan en cualquier lugar”.

Por lo pronto, anticipó que los vecinos planean organizar una reunión por la inseguridad con autoridades comunales y de la Policía.

La puerta que no era de roble

Preocupado por la inseguridad, hace 8 años un penitenciario compró una puerta que creyó resistente para el frente de su casa de 121 entre 72 y 73, en Villa Elvira. Pero ayer a la mañana comprobó que no era así. En su ausencia, un delincuente la destrozó por completo tras arrojarle un bloque de hormigón que la atravesó y le abrió paso para concretar un robo y dejar todos los ambientes en absoluto desorden.

Varias horas después de descubrirlo, el sargento Jorge Bernal (43) seguía sin consuelo. Por lo que grabó la cámara de seguridad de un vecino, el hecho sucedió “entre las 5.30 y las 6.30 de la mañana”, cuando él trabajaba en la Unidad Penal 24 de Florencio Varela.

En esa hora que estuvo dentro de la finca el ladrón metió en una bolsa de consorcio “3.000 pesos, una consola de videojuegos, una bicicleta, una bordeadora y una valija”, detalló el damnificado, que vive allí desde 1982 y hasta ahora “no había tenido problemas”.

“Por lo que me comentaron vecinos, en la filmación de la cámara de seguridad se ve a este delincuente dando vueltas desde las 5 de la mañana”, aportó. Sin embargo, y aunque el estallido de la puerta debió ser importante, “nadie escuchó nada”. El material grabado muestra a un joven de entre 20 y 25 años que algunos reconocen “de la zona”. Según Bernal, “me revisó y revolvió los dos dormitorios y el living, dejando ropa y otras cosas desparramadas y en el piso. Hasta levantó la tapa de la mochila del baño, por si había algo”.

El penitenciario anticipó que hoy mismo comprará una puerta “que sí sea de roble macizo. Cuesta entre 8.000 y 10.000 pesos, pero voy a estar más seguro”, cerró.

Robo y fuego

Aprovechando que no había nadie, dos motochorros se metieron ayer en una casa de 93 entre 12 y 13, robaron lo que pudieron y antes de irse la prendieron fuego. Policías del Destacamento Aeropuerto los detuvieron en 92 entre 7 y 8, con un televisor, un cuchillo y un caño. Por suerte, nadie salió lastimado.