Un golpe de timón para calmar la crisis que podría llegar tarde
Edición Impresa | 11 de Diciembre de 2018 | 03:09

Si en algo coinciden observadores y analistas de la situación francesa es que Emmanuel Macron es consciente de que el futuro de su mandato se juega estos días. Por eso el presidente francés, dio ayer un golpe de timón social a su presidencia con un discurso en el que atendió varios de los reclamos de los chalecos amarillos.
Un Macron grave y solemne decretó en un discurso televisado el “estado de emergencia económico y social” para anunciar medidas concretas que van dirigidas sobre todo a los trabajadores y pensionistas más vulnerables.
El discurso presidencial apuntó a dos objetivos básicos. El primero ponerse al frente de las críticas de los chalecos amarillos que se han centrado en la imagen de “presidente de los ricos” que arrastra el jefe del Estado, sobre todo después de que una de sus primeras decisiones fuese suprimir el impuesto sobre la fortuna. Por eso, el reto para Macron en su discurso era desactivar ese estereotipo y desprenderse de paso del aura de presidente arrogante y desconectado de la realidad que le acompaña.
Aunque comenzó censurando los actos de violencia que se han vivido en las manifestaciones de los sábados desde la primera de ellas, el 17 de noviembre, Macron hizo un ejercicio de contrición antes de desgranar cuatro anuncios que deberían tener un impacto inmediato sobre los bolsillos de millones de franceses.
El segundo objetivo no menos importante es meter una cuña en el heterogéneo grupo de los chalecos amarillos que no sólo no responden a una dirección unívoca, sino que también muestran claras diferencias entre un sector más dialoguista y otro que se plantea absolutamente radicalizado.
Para seducir a los primeros también mantuvo contacto con la central sindica, antes de realizar los anuncios. El presidente no rectificó en su decisión de suprimir el impuesto sobre la fortuna, pero dio el giro que incluso dentro de su propio partido, le estaban reclamando.
La dimensión de la revuelta que vive Francia, no tanto por el número de manifestantes sino por el grado de aceptación popular que tienen sus demandas, llevó a Macron a reconocer que se ha equivocado, por lo menos en las formas. (EFE)
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