El regreso del mejor cóctel de intrigas

“Homeland” vuelve: hoy a las 22, por la señal premium de Fox, dará inicio la séptima temporada del clásico de espías que nació en 2011. En aquellos días, la nueva Era Dorada de la televisión norteamericana recién se encontraba en auge, y los canales de cable seguían apostando a producciones clásicas: la creación de Howard Gordon, basada en una serie israelí, se encontraba por entonces orientada a la acción, el romance, el drama y el “cliffhanger” (el final de cada episodio que te dejaba necesitando más).

Pero incluso en aquellos días iniciales de giros y contragiros, ya mostraba los elementos que la convertirían en un thriller político de culto: la inteligencia revelada un trabajo moralmente gris, empujado por convicciones a menudo equivocadas, en un juego de secretos y mentiras que envuelve tanto al espectador como a los protagonistas; una protagonista, Carrie Mathison (la magnífica Claire Danes como una agente de la CIA con trastorno bipolar), magnética y sumamente imperfecta, lejos del heroísmo unidimensional de la vieja televisión (y mujer, fuerte e independiente, también una novedad en aquel momento); varios momentos irreversibles; y una mirada descarnada sobre la política internacional.

“Homeland” evolucionó de aquella primera versión al compás de la nueva televisión, despojándose de sus componentes más dramáticos y clásicos y convirtiéndose en un thriller seco, pausado e implacable: de una segunda “24”, producida por el mismo canal (Fox), pasó a erigirse como el modelo a copiar de parte de todas las producciones sobre servicios de inteligencia que siguieron e imitaron la idea de una Estados Unidos post-2001 gobernada por la paranoia, el terror y la desinformación. Incluso, hasta el cine modificó sus películas de espionaje para despojarlas del glamour y recargarlas de ambigüedad.

“Muchas series de espionaje de hoy son una respuesta de los canales a ‘Homeland’”

Chip Johannessen, productor del envío

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“Muchas de esas series son en realidad una respuesta de los canales a ‘Homeland’”, dice al respecto Chip Johannessen, el productor de la serie que retorna para una séptima temporada que se anuncia como el principio del final para la saga de Mathison.

Dónde quedó la historia

La serie regresó a Estados Unidos tras varias temporadas en el exterior el año pasado, porque “Claire Danes estuvo fuera del país por algunos años; ella tiene un hijo chico que ya va a la escuela y para ella era momento de volver a casa. Y todo el mundo estaba más que feliz de acomodarse a eso”, explicaba Johannessen, y también porque “era un buen momento para volver a EE UU por lo que está pasando en el país”, con el triunfo del magnate Donald Trump en las elecciones a la presidencia de Estados Unidos.

Y la serie continuará en tierras estadounidenses, con Mathison enfrentándose a la Presidenta Elizabeth Keane, quien, acorralada hacia el final de la temporada pasada reveló su versión más oscura.

Keane (Elizabeth Marvel) ingresó a la historia el año pasado: la serie fue escrita cuando el mundo pensaba que Hillary Clinton sería elegida, y el escenario planteado por la serie fue el de su gobierno, marcado por el constante desacuerdo con lo que Johannessen llama “el gobierno permanente, el estado profundo que existe y permanece mientras estas administraciones pasan y tienen su propia agenda en materia de seguridad nacional y política exterior”.

Tras un intento de asesinato fallido, la presidenta ganaba finalmente la pulseada contra el viejo establishment de la inteligencia, pero con el temor apoderándose de sus decisiones (el juego se llama paranoia) tomaba la drástica elección, en contra de la promesa que había realizado a su asesora, Carrie, de desmantelar el sistema y llevar presas a las cabezas de la CIA, forjando el mismo régimen autoritario que denunció en su campaña.

Entre los apuntados por esta “caza de brujas” están Saul Berenson (Mandy Patinkin) y Dar Adal (Fahrid Murray Abraham), éste último responsible de organizar durante la pasada temporada diversos intentos para desacreditar a la presidente, incluyendo una campaña de trolls, con el fin de disuadirla de su intención de desmilitarizar a la CIA. Adal creó el equipo que terminaría escapando de su control e intentando asesinar a Keane, ahora en un estado de paranoia absoluta con el que tendrá que lidiar Carrie, sin trabajo y sin acceso al poder, pero que buscará enmendar sus errores mientras, por supuesto, batalla contra sus nervios. La mesa está servida para otro cóctel de intrigas...