Las mil caras de Germán Palacios

Germán Palacios se ha convertido en una intensa y constante presencia en el cine argentino. Es uno de esos actores que imprimen una presencia especial, una gravedad, en la pantalla, difícil de encontrar, uno de esos intérpretes a los que le gusta hurgar en sus personajes, construirlos más allá del guión, poner el cuerpo.

Y los cineastas han tomado nota, volviéndolo protagonista en los últimos años de varios filmes: tras protagonizar la aplaudida “Temporada de caza”, que estuvo en la recta final para representar al cine nacional en los Premios de la Academia, Palacios estrenó “en saga”, dice, “Los últimos”, especie de western futurista, el éxito de terror “No dormirás”, la cinta nacional del género más vista de la historia, y “Emma”, que actualmente puede verse en el Malba, mientras se prepara para el estreno, este jueves, de “Un viaje a la luna”, historia “coming of age” dirigida por Joaquín Cambre.

Un proyecto que le llegó a través de Leticia Brédice, una actriz con la que recorrieron el camino artístico juntos (incluso fueron pareja) y que, revela el actor, le escribió “muy emocionada por la historia que había leído”.

“Tengo mucho respeto por su lectura dramática, y la vi tan entusiasmada que decidí leerlo: efectivamente era así, el guión era algo a lo que no estamos acostumbrados en el cine nacional”, cuenta Palacios en diálogo con EL DÍA sobre la historia de Tomás, un joven retraído y medicado que sueña con ir a la Luna mientras se enamora, atraviesa el primer “hormonazo” y sufre la negligencia de sus padres.

“Está contada desde la mirada de un preadolescente, en general las películas están desde la mirada del adulto”, explica Palacios sobre lo que lo atrajo del proyecto, que transita un género poco habitual en el cine nacional y lo hace desde “un universo poético y lúdico”, fantástico y artesanal, que se acerca al cine de Michel Gondry, otro cineasta que, como Cambre, surgió del mundo del videoclip.

Desde esta mirada del protagonista, encarnado con melancolía y rabia por Angelo Mutti Spinetta (nieto del mítico “Flaco”), la cinta construye sus climas por momentos etéreos (y cliperos), a la sombra de padres ausentes y desconectados, encarnados por Palacios y Brédice. “Trabajando sobre el guión, nos hicimos muchas preguntas al respecto: porque pareciera que el relato va de la mano del hijo, pero inevitablemente eso involucra una actitud de los padres que es sustancial. Nuestra preocupación era encontrarle el punto, que fuera una familia que ya tiene una dinámica que arrastra hace tiempo, con un padre que se desentiende de determinadas situaciones, y una familia, unos hijos, que muestran sintomatología acorde. Queríamos que eso fluyera, que no estuviera recargado”, analiza Palacios.

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El trabajo con el director y elenco, en ese sentido, revela el actor, fue conseguir “que hubiese credibilidad” en esa familia, que los padres, si bien fueran responsables, no fueran villanos, sino padres tan negligentes como cualquiera, poco equipados para las problemáticas de cualquier adolescentes.

“Como padre vivo a diario en mi casa un destiempo con mis hijos”, confiesa Palacios. “No soy el padre autoritario, intento el diálogo, y hay momentos donde los chicos no te quieren escuchar, que los aburrís, los molestás, quieren jugar a la Play. Hoy, por como se vive, debe pasar en muchos hogares”.

EN LA PIEL DEL ANTIHÉROE

Encontrar ese “punto justo” para no caer en construcciones maniqueas es algo que disfruta Palacios: “Cuando me toca hacer roles donde hago cosas crueles, la clave es no tener prejuicios respecto de lo que te toca hacer. Tratar de pensar por qué este personaje hace algo que yo no haría, encontrar esa justificación de por qué se llega donde se llega”, cuenta su proceso.

El intérprete de “La fragilidad de los cuerpos”, la miniserie estrella de El Trece el año pasado, acepta que “los personajes con conflicto son mucho más ricos que los ‘buenos’, el bueno no tiene conflicto, no hay de qué agarrarse. En cambio el malo de la telenovela siempre fue el personajón, el que está pergeñando las cagadas, para un actor es mucho más divertido”. Pero explica que suponen un riesgo: no caer en la caricatura, una decisión que va más allá del buen oficio y encierra una cosmovisión.

“Hay actores maniqueos, y el espectador a veces también es maniqueo, quiere juzgar por una acción a un personaje. Pero la vida no es blanco y negro, y el actor que le gusta hurgar y no es maniqueo, que no tiene prejuicios, busca descubrir cómo son los colores que hay en el medio, como llega ese personaje a cometer esa acción que podría calificarlo de perverso. Y cuando buscás esas respuestas, encontrás matices: los personajes no son lineales, tienen muchas capas”, analiza.

Desde esta perspectiva construye Germán al padre de Tomás, un padre ausente, de misterioso trabajo y tendencia a hacerse el distraído porque no quiere demasiados problemas. Una situación, la de mirar hacia otro lado “haciéndote el boludo con la palabra precisa”, llega a su punto de ebullición durante el tercer y sorprendente acto de la película, donde la cinta da un giro tonal y se deja absorver por la perspectiva subjetiva del protagonista. Ese es el momento donde el padre de Tomás, hasta entonces “un personaje satelital”, tiene su confrontación con su hijo.

TRABAJAR CON UN SPINETTA

“Es una persona divina”, dice de Angelo, de 17 años y una incipiente carrera en el cine (este año estrenará también “Mi mejor amigo”) el actor. “Angelo es un pibe super ubicado, que tenía una predisposición y una pasión por lo que iba a hacer, era consciente desde el primer día que era algo lindo lo que tenía entre manos”, comenta, y revela que, además, atravesó emociones especiales al trabajar con él.

“Es muy difícil trabajar con cualquier integrante de la familia Spinetta y no sentir familiaridad... Se acaba de cumplir otro aniversario de la muerte del Flaco, y cuando llega el aniversario lo siento como un pariente... Es una persona tan presente en nuestra vida...”, dice el intérprete, y le cambia la voz. Porque “lo admiro”, confiesa. “Me asombró mucho cómo lo despidieron sus hijos. Que tus hijos te despidan así... qué hermoso. Era desde un lugar tan pleno... Físicamente no iba a estar más, pero iba a seguir estando desde ese lugar de compañía por lo que él representó como padre para ellos, y como artista para mi”, recuerda.

Palacios ya trabajó con Vera, y vivió este rodaje con los padres de Angelo, Catarina Spinetta y Nahuel Mutti, que visitaron el set constantemente, por lo que el actor disfrutó doblemente lo que le da más placer del cine, el trabajo en equipo: “Yo disfruto mucho trabajar con los compañeros, me gusta el vínculo, trabajar con el otro, que el otro se sienta cómodo. Disfruto mucho de eso. Es lo que queda de esa “vidita” que uno vive en el rodaje”.