Hay estrellas, estrellitas y estrellados

ENVIADOS ESPECIALES

La espera tras la función es una constante en las puertas de los teatros marplatenses por estos días. No conformes con lo que han visto en el escenario, hay públicos demandantes que hacen guardia esperando la salida de los famosos para intentar sacarse una fotos con ellos, darles un beso o pedirles un autógrafo.

Las reacciones de las figuras varían. Están los que, a pesar del cansancio, detienen su marcha y, entre la muchedumbre, posan con una sonrisa para la selfie.

Y están los que sin disimular el desgaste apelan por encerrarse entre sus personal de seguridad, y apurar el paso hacia el auto con apenas una sonrisa fingida.

Carmen, por ejemplo, que por estos días tiene la cabeza en la salud de su madre, que está en Buenos Aires mientras ella hace temporada en La Feliz con “Magnífica”, sale rapidísimo y se sube a la camioneta Eco Sport negra en la que la espera Fede Bal, toda una celebridad para los más chicos. El novio de Laurita Fernández interactúa “pero hasta ahí nomás” con el público. A Carmencito, por las tardes, se lo ve en las playas del sur practicando surf, una de sus disciplinas favoritas.

Albinoni, por su parte, agradece con afecto las muestras de cariño que, según asegura, la hacen sentir como si estuviera en sus años dorados. La gente la llama “diosa” y la felicita por bailar y cantar en el espectáculo.

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Valeria Archimó, que también es parte de la revista de Barbieri, antes de subirse al lujoso auto deportivo gris en el que la espera su marido platense, Guillermo Marín, acepta sacarse algunas selfies con la gente.

Según contó un tachero, el matrimonio le habría comprado el Chevrolet Camaro al excéntrico Ricardo Fort, quien se lo habría vendido a muy buen precio.

A Facundo Arana, que hace “Los puentes de Madison” en el Teatro Atlas, es común verlo filmando videos que sube a sus redes sociales en la peatonal San Martín. No tiene drama en saludar ni sacarse foto con los más cholulos.

A su compañera de elenco, en tanto, y tras protagonizar varios escándalos con declaraciones polémicas, no se la ve. Araceli González prefiere la privacidad.

PEATONALES PARA TODOS

En la peatonal de Rivadavia, en tanto, cerca de la medianoche, Torry y La Tota Santillán hacen una especie de stand up con la que buscan atraer espectadores para su show de trasnoche.

Cuentan chistes, se cargan entre ellos y juegan con la gente: Torry, subido a una silla, le proponía esta semana a una joven que si decía bien un trabalenguas bastante subido de tono le haría ganar a todos los allí convocados entradas para pasar gratis al show. Pero no le salió: se trabó con la madre, la hija, la misa y la paja. Una estrategia divertida y muy exitosa.

Roberto Peña, de la troupe de Tinelli, el que solía imitar a Francisco De Narváez en “ShowMatch”, es parte de “La revista está en Victoria” que tiene como cabeza de elenco a Lorena Liggi y el asesoramiento artístico de Moria Casán. El elenco de este espectáculo, que cosechó tres nominaciones para los Estrella de Mar, no tiene reparos en socializar con el público que los espera tras la función y ¡hasta con comida! El miércoles, por caso, una seguidora les llevó empanadas a la puerta del teatro y los artistas se pusieron a comer en la calle. Todo muy natural.

EL MÁS CREATIVO

Hay otros que han resuelto este temita de una forma muy creativa. Bossi, por ejemplo, tiene en su show un segmento en el que deja que, por algunos momentos, la gente lo agarre, lo bese y se saque fotos con él. “Así después no me esperan a la salida que salgo en jogging, con ganas de irme a morfar”, explica en ese momento.

Pero eso no es todo. El humorista, que tiene un desgaste físico importante en las dos funciones que ofrece casi todos los días de semana, no se vuelve a su casa en taxi ni en su auto de alta gama (tiene un Mercedes que, según dijo en el programa de Mirtha, se lo ganó con honra). Bossi, como dice en el show, se calza la joggineta y se va trotando. Sin camuflarse, recorre la costanera y recibe los saludos de la gente.

Están desde lo que le dicen ‘¡Estás loco, Bossi!’, hasta los que lo intentan parar. Son dos kilómetros los que corre, desde el teatro Mar del Plata hasta el barrio del Costa Galana, en donde se hospeda. Así que trasnochadores (la última función termina cerca de la 2 de la mañana), estén atentos, ¡lo pueden pescar!

SIN SENTIDO DE LA UBICACIÓN

La gente es cariñosa y quiere demostrarlo. Pero hay algunas personas que se enojan cuando su ídolo no les da bola. “Se deben a su público”, decía una señora, indignada por una capocómica que no quiso interactuar apenas terminado show.

Pero los ataques con teléfonos, cámaras y tablets son una constante. La lluvia de flashes, vale reconocer, podría fastidiar a cualquiera, no sólo a famosos. En esa hay que darles la razón.

Están los que se abalanzan a la mesa del restaurante donde los actores están cenando con sus familiares y amigos, y también los que interrumpen una entrevista sin ningún tipo de resquemor.

“¿Puede sacarse una foto con vos? Es tu fan número uno”, le preguntó un marido a Luciano Cáceres y él, un tanto incómodo, pero muy amablemente, le advirtió: “Sí, pero estoy haciendo una nota”. La esposa se fue feliz con la foto que le gestionó el marido, y el actor continuó con la entrevista tras la interrupción.

INIMPUTABLE

Jorge Corona, por ejemplo, cena todas las noches en un restaurante cercano al teatro en donde ofrece su show. Generalmente lo acompaña Jorge Troiani, el que hace soniditos con la boca y que solía estar en “VideoMatch”, que también es parte de su espectáculo. No sólo no tiene problemas en fotografiarse sino que, además, regala “chistes” por doquier. En medio del debate por la violencia de género y los acosos, del que parece no haberse enterado, Corona sigue viviendo en su mundo. “Me tocó la habitación 5G, ¿podés creer?”, le dijo a un grupo de chicas antes de salir de la pizzería en la que se comió una muzza y se tomó una coca cola.

EN LAS PLAYAS DEL SUR

El gran grueso de los famosos, para escapar de la muchedumbre, se las toma a las playas del sur. Allí pasan las tardes, antes de ir al teatro. Y los lunes, el día libre, se instalan durante todo el día, en sus carpas alquiladas.

Los pedidos, en aquella zona, generalmente elegida por marplatenses (los turistas prefieren los balnearios céntricos), no son tan frecuentes aunque existen. Porque, en todos lados, hay que reconocer, hay cholulos, listos para sacar el teléfono o la cámara y gatillar.