Víctor Carrasco Quintana

El fallecimiento de Víctor Carrasco Quintana, ocurrido el pasado 24 de febrero, causó numerosas muestras de pesar entre sus allegados y, en particular, en distintos ámbitos de la Ciudad a los que se vinculó por su extensa carrera en el ámbito de la Justicia.

Había nacido en La Plata en 1940.

Fue el segundo hijo del matrimonio conformado por Carlos Martín Carrasco y María Esther Quintana y creció junto a sus cuatro hermanos: Martín, Sara, Puchi y Pichi, como los llamaban en la cotidianeidad familiar.

A la temprana edad de 21 años perdió repentinamente a su padre, quien había ejercido el cargo de Juez de la Nación.

Ese doloroso acontecimiento provocó el comienzo de su pronta inserción laboral la que, rápidamente, devino en carrera judicial.

En el año 1969 se casó con Laura Carrera con quien tuvo tres hijos, Manuel, Diego y Joaquín, y quien fue su compañera hasta sus últimos días.

Luego de tener varios cargos en el Poder Judicial de la Provincia, en el año 1986 pasó a formar parte del Poder Judicial de la Nación, donde comenzó ejerciendo como Asesor de Menores.

En 1989 fue nombrado Juez de la Nación en el fuero de Familia, ámbito en el que daba sus primeros pasos por esos años. Su ejercicio profesional estuvo marcado por un permanente compromiso y su integridad y dedicación fueron destacables, lo que le valió el reconocimiento de sus pares.

En 2006 decidió acogerse al beneficio de la jubilación, pero no se alejó del Derecho porque desde entonces ejerció la profesión liberal, aunque a tiempo parcial.

El cine, el arte, la literatura, la pintura y la jardinería fueron las otras pasiones a las que pudo dedicarse, ya sin los apremios de tener que cumplir con una rutina laboral.

Además, con la llegada de sus nuevos amores, sus nietos Juan, Vera y Clara, desarrolló una de las facetas que más lo colmaron de felicidad y enternecieron.

Con un camino recorrido en el que lo guiaron sólidos valores y una conducta intachable, Víctor Carrasco Quintana será sin dudas recordado como un hombre entrañable que honró cada día de su vida.