El hombre de las tres caras, un logro de la ciencia en trasplantes de rostro

Un francés de 43 años tenía una enfermedad genética y lo operaron por primera vez. Pero sufrió un rechazo por tomar un antibiótico y todo empeoró. Lo volvieron a injertar con una nueva técnica y logró su tercera cara

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Jérôme Hamon tuvo tres rostros durante su vida. Al suyo original se le sumó, tras una rara enfermedad genética, un primer trasplante de cara que terminó en un fracaso. Y ahora, se le practicó una segunda operación que volvió a cambiarle el rostro. El suyo es el primer caso del mundo y, mientras tanto, aprende a vivir con su nueva “identidad”.

Este francés de 43 años, que sigue hospitalizado después de su operación en París es, como quedó dicho, la primera persona en el mundo sometida a dos trasplantes de cara consecutivos. Por ahora, su rostro permanece terso e inmóvil y no se ajusta a la forma de su cráneo, pero su aspecto debería mejorar poco a poco si funcionara el tratamiento inmunodepresor para impedir un nuevo rechazo del injerto, según sostienen los médicos.

“Me siento muy bien -dice Hamon- aunque tengo prisa por librarme de todo esto”. Todavía habla con dificultad y se muestra cansado por el fuerte tratamiento que recibe.

Sin embargo, lo suyo fue una hazaña de la ciencia, comandada por el equipo de Laurent Lantieri en el hospital parisino Georges-Pompidou.

ÉXITO Y FRACASO

En 2010, Lantieri ya había practicado un primer trasplante completo de cara al mismo paciente, en el hospital Henri-Mondor de Créteil, cerca de París, a causa de una neurofibromatosis de tipo 1, conocida como enfermedad de von Recklinghausen, un trastorno genético que deformó su cara.

Aquel primer trasplante fue un éxito, tal y como contó Hamon en un libro publicado en abril de 2015 que tituló “T’as vu le Monsieur?” (”¿Has visto a ese señor?”). Sin embargo, para su desgracia, ese mismo año utilizó un antibiótico incompatible con su tratamiento inmunodepresor para curar un simple resfriado, y en 2016 empezó a mostrar señales de rechazo crónico y su cara empeoró.

Tuvo que ser hospitalizado a mediados de 2017, y en noviembre, los médicos le retiraron el rostro injertado, debido a la aparición de zonas necrosadas.

Permaneció dos meses “sin cara” y en reanimación en el hospital Pompidou, a la espera de que la agencia francesa de biomedicina encontrara un donante compatible. Unos momentos dolorosos que no acabaron con las ganas de luchar de Hamon.

“Todo el equipo de reanimación quedó impresionado por la valentía de Jérôme, su voluntad, su entereza en una situación trágica. Porque entonces estaba en una situación de espera y nunca se quejó. Al contrario, tenía bastante buen humor”, contó Bernard Cholley, anestesista del Georges-Pompidou.

El donante fue un hombre de 22 años que falleció el 14 de enero, un día después se retiró la cara del joven y hubo que trasladarla lo antes posible hacia el hospital.

Con el acuerdo de la agencia francesa de seguridad del medicamento, se utilizó una técnica revolucionaria para conservar el injerto. En lugar de introducir la cara en una solución clásica, se usó hemoglobina de gusanos marinos para retener el oxígeno.

Cuando Jérôme Hamon entró al quirófano, el equipo médico empezó a preparar los vasos sanguíneos y los nervios del paciente para poder hacer el trasplante. Y luego fue como colocar una máscara con cuidado, uniéndola a todo lo que compone la anatomía compleja de la cabeza. El injerto dio rápidamente señales alentadoras al tomar color.

“¿Se puede volver a hacer un trasplante de cara? Sí, se puede volver a hacer y esto es lo que se obtiene”, dijo simplemente el cirujano Lantieri.

“Tras el primer trasplante, acepté inmediatamente el injerto. Lo consideré como un nuevo rostro, y ahora es lo mismo -asegura Hamon- si no hubiera aceptado esa nueva cara habría sido un drama. Efectivamente, es una cuestión de identidad, pero ahora está bien, soy yo”.

Desde el primer trasplante de cara del mundo, practicado a la francesa Isabelle Dinoire en 2005, se han practicado 40. El de Hamon, es el primero que se hace dos veces.

 

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