El narrador que se hizo en las calles de Tijuana

Edición Impresa

“Juglares del Bordo”, libro con el que el mexicano Daniel Salinas Basave obtuvo el Premio Literario Fundación El Libro, reúne nueve cuentos policiales y sobrenaturales que recrean la experiencia de vivir en un territorio donde los muertos se acumulan en las morgues, los desempleados en las calles y los migrantes quedan atrapados en la frontera.

El Bordo es el nombre de un periódico en los cuentos de Salinas Basave y es también una zona del río Tijuana pegada a La Barda, el muro que separa a México de los Estados Unidos, una de las fronteras más transitadas del mundo, la geografía donde transcurren estos relatos y de donde el escritor se nutre porque ahí vive.

Salinas Basave recurrió al humor negro, a su experiencia como periodista y a la violenta actualidad de la ciudad fronteriza de Tijuana para escribir los cuentos que tocan desde conflictos entre compañías que adulteran combustible, pasando por aparecidos en alguna ruta de la muerte, hasta el cierre de los diarios en papel.

Nacido en 1974 en Monterrey, Salinas Basave se crió entre libros. Hijo de “una madre muy joven y muy lectora”, pasó su niñez en la casa de su abuelo, el filósofo Agustín Basave Fernández del Valle, que poseía una de las bibliotecas privadas más vastas de México, de unos 30 mil volúmenes.

Salinas Basave estudió Ciencias Jurídicas, pero cuando se recibió tenía más contacto con los medios de comunicación que con las instituciones jurídicas. Debutó en radio en 1993 y mientras estudiaba en la Universidad de Regiomontana colaboró en un programa de fútbol, trabajó en una revista y, ya graduado, entró al diario El Norte, el más grande y antiguo de Monterrey, con la idea de estar ahí solo dos años, pero permaneció en el oficio por dos décadas.

“El periodismo es grava dura, pensé iba a ser un tiempo pero me quedé atrapado ahí. Ahorita digamos que soy un reportero de la banca. Hay momentos en los que se calman los síntomas”, dice este escritor de frontera durante una entrevista en Buenos Aires, donde estuvo para recibir el premio de la Fundación El Libro.

El escritor dejó Monterrey para instalarse en Tijuana, en el borde con los Estados Unidos, adonde desde hace tres años solo se dedica a escribir cuentos y ensayos, que fueron distinguidos con premios como el Malcolm Lowry, el Gilberto Owen o el Sor Juana de la Cruz.

“Toda esta fantasía se nutre del día a día -asegura el narrador-, las calles de Tijuana han sido mi mejor escuela para aprender a contar historias y me han dado lo que ninguna facultad de Letras, ninguna escuela de escritura creativa me hubiera dado”.

 

Las noticias locales nunca fueron tan importantes
SUSCRIBITE