Una banda protagonizó dos violentos asaltos en una casa y en un geriátrico

Movilizándose en dos autos, alrededor de 10 delincuentes asaltaron en las primeras horas de ayer una vivienda de 37 entre 16 y 17, donde despertaron a tres mujeres, y en un geriátrico de 63 entre 153 y 154 en el que estaban la dueña, dos enfermeros y 37 abuelos. De la casa se llevaron 30 mil pesos, celulares y alhajas; y de la residencia de Los Hornos una suma de dinero y objetos de valor no especificados.

Entre uno y otro episodio de inseguridad mediaron dos horas y media y unos seis kilómetros de distancia entre ambos focos, al sur de la Ciudad y al norte del casco céntrico. No obstante eso, en la Policía se sospecha que pudieran estar conectados por los mismos protagonistas. En suma, que los mismos ladrones, tras golpear en el geriátrico hayan actuado también en la casa de la calle 37.

En los dos hechos, los delincuentes se alzaron con una considerable cantidad de dinero -entre pesos y dólares- e inclusive golpearon a dos personas y ataron a otra.

Como si fuera poco, hasta tuvieron al azar como aliado. Es que según lo que ayer por la tarde algunas de las víctimas informaron a este diario, en ninguno de los blancos elegidos para robar tuvieron siquiera que forzar alguna puerta o ventana.

En el geriátrico contaron que los maleantes se colaron por el portón del garaje, que estaba cerrado pero sin llave. En la vivienda de la zona norte, una de las damnificadas indicó que los ladrones entraron “con una llave que trajeron”. La mujer, desorientada todavía por el mal trance, indicó que “desconocemos cómo la obtuvieron”.

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EL GOLPE EN EL GERIÁTRICO

En base a lo que informaron víctimas de los dos violentos asaltos, el raid delictivo de la banda comenzó a las 0.30 de ayer en el geriátrico de Los Hornos.

La propietaria del hogar es Haydée Velazco. La mujer, de 90 años es integrante de la Asociación de Madres de Plaza de Mayo. Según le contó a este diario por la tarde, los ladrones “se metieron por el portón del garaje, que había quedado cerrado pero sin llave” durante la noche.

En esos momentos, en el establecimiento había 40 personas, quienes se vieron sorprendidas por el despliegue de una numerosa banda de ladrones.

Al respecto, Haydée detalló que “estaban 37 abuelos, entre hombres y mujeres, una enfermera, un enfermero y yo”.

Sobre el procedimiento de los intrusos, indicó que “acá entraron 8 delincuentes, de los cuales cuatro se quedaron conmigo y los cuatro restantes fueron hasta el pasillo que comunica con las habitaciones de nuestros internos”.

No molesten a los abuelos

A esa hora de la noche, los residentes ya dormían y los responsables del cuidado del geriátrico procuraron que el episodio nos los incluyera.

Velazco contó que fue en esas circunstancias que “se toparon con nuestro enfermero, quien les pidió que no fueran a molestar a los abuelos que estaban descansando”.

El planteo abrió otra escena de la violencia en la noche. Disgustado por ese pedido, uno de los delincuentes entonces “le dio al enfermero un empujón que lo hizo caer al piso, donde le pegaron dos culatazos en la cabeza”, apuntó la propietaria. Los golpes con el arma le abrieron cortes sangrantes en el cuero cabelludo.

“Por eso, más tarde lo tuvieron que llevar a un hospital, donde le dieron dos ó tres puntos de sutura”, detalló Velazco.

No obstante eso, el pedido funcionó porque los delincuentes se concentraron en otras zonas del edificio, donde buscaban dinero y otros objetos de valor.

Velazco indicó que “por suerte a los abuelos no los golpearon ni les robaron, porque, además, la mayoría son de mucha edad y tampoco tienen dinero acá”.

En cuanto al grupo de ladrones que se quedó con ella, contó que “como revolvían todo, les mostré un cheque por 600.000 pesos que tenía para pagar al personal (unas 15 personas, entre médicos, enfermeros y cuidadores)”.

Ese papel no calmó a los ladrones, que seguían buscando dinero, pero en efectivo. A esa altura, en el geriátrico crecía el temor por la extensión de la “visita”, con sus potenciales peligros para los ancianos. Velazco, detalló que buscando acotar esa presencia “les dije que en los bolsillos de mi campera había entre 6.000 y 7.000 pesos. Agarraron la plata y los sinvergüenzas encima me tiraron la campera al piso. Después se fueron”, indicó.

ROBO Y PÁNICO EN UNA CASA

Según las pistas que se analizaban ayer en la Policía, los mismos delincuentes habrían ido más tarde a una vivienda de 37 entre 16 y 17 donde descansaban tres mujeres, de 48, 23 y 21 años.

Una cámara de seguridad de un vecino de esa cuadra mostró que llegaron en un Renault Fluence blanco y en un Renault Clío negro.

Los vehículos tienen características similares a las de los que se pudieron identificar en el asalto al geriátrico de Los Hornos.

A las tres de la mañana, en esta vivienda dormían, Mailén Carán (23), al igual que su madre, una mujer con ciudadanía norteamericana y una amiga.

Según le contó a esta diario la joven dueña de casa, “entraron cinco delincuentes, cuatro de ellos de 23 a 25 años, con otro de 35, y nos despertaron”.

Según informó la Policía, no se encontraron rastros de violencia en puertas o ventanas que indicaran el ingreso tras forzar medidas de seguridad.

Las mujeres fueron sorprendidas con una mentira. “Tenían una linterna y mientras nos decían que era un allanamiento nos hicieron darles nuestros tres celulares”, recordó.

Tal como señalaron las víctimas en el geriátrico, los ladrones que actuaron en la vivienda se dividieron los roles. “Uno se quedó con nosotras y el resto revolvió toda la casa”, apuntó Mailén.

a los golpes

Equipados y con organización se mostraban los ladrones. También usaron la violencia tal como ocurrió con el enfermero de Los Hornos. “Mi madre se quejó y el que estaba con nosotras le dio una piña en la cara y la ataron en la cama”, apuntó la chica.

La situación la alteró e intentó interceder por la seguridad de su madre, pero le respondió con la misma violencia el delincuente a cargo de mantenerlas reducidas: “Le recriminé lo que había y me agarró de los pelos”, detalló Mailén.

Durante los intensos minutos que duró la violenta entradera, la banda de ladrones armó un botín con dinero en efectivo.

Sobre lo sustraído, la joven informó que “robaron 30.000 pesos que mi mamá hoy (por ayer) iba a pagar por una operación de la vista en una clínica. Además, se llevaron pulseras, cadenitas y aritos de oro”.

Por último, exigió “más seguridad, porque hay muchos robos”.

Igual que en el geriátrico, en la entradera los ladrones tenían divididos los roles