Ejecuciones y represión ilegal, la cruda realidad de Venezuela

Amnistía Internacional advirtió que existe una “violencia armada endémica” en el país caribeño y alertó por abusos letales de fuerzas de seguridad contra los más vulnerables

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Buenos Aires

La muy elevada tasa de homicidios, junto con niveles altísimos de impunidad y el uso excesivo de la fuerza por parte de las autoridades coloca a Venezuela en una de las peores situaciones de violencia para un país sin guerra, según un informe de Amnistía Internacional.

“El número de homicidios en Venezuela es superior al de muchos países en guerra”, resaltó Esteban Beltrán, director de AI España, al presentar ayer en la capital federal el informe titulado “Esto no es vida. Seguridad ciudadana y derecho a la vida en Venezuela”.

Según la ONG, desde 2002 la cantidad de homicidios en Venezuela subió de manera constante y a partir de 2010 se convirtió en crítica “porque la tasa de homicidios no ha bajado de las 50 personas por cada 100.000 habitantes”.

A 2017, AI calcula un índice de 89 homicidios por cada 100.000 habitantes, por encima de El Salvador y tres veces más que Brasil. Como agravante, AI destaca que la impunidad alcanza 92% en los casos de delitos comunes y 98% para los de violaciones a los derechos humanos.

El perfil de las víctimas es de hombres entre 16 y 29 años, padres de niños pequeños, responsables del sustento del hogar en las zonas populares de mayor índice de pobreza en las ciudades. En Venezuela, con 30,6 millones de habitantes, había en 2017 unos 5,9 millones de armas cortas, según el informe.

Amnistía Internacional destaca su preocupación por las presuntas ejecuciones que realizan agentes del Estado durante operativos en contra de la delincuencia, en particular los que se llamaron “operación de liberación del pueblo”, generalmente en los barrios marginales de las ciudades.

“Funcionarios del Estado, guiados por una racionalidad militar, han empleado la fuerza de forma abusiva y excesiva con regularidad y, en algunos casos, de manera letal e intencionada en el marco de los operativos de seguridad”, señala la organización.

Amnistía recoge en su reporte relatos de padres y madres que narran cómo sus hijos resultaron muertos durante ese tipo de operativos, en el interior de sus propias viviendas de las que fueron robados objetos de valor como electrodomésticos, dinero en efectivo y ropa. En esos casos, las muertes ocurren en presencia de los familiares de la víctima.

“En los casos documentados por AI, todas las víctimas estaban desarmadas. Las autopsias muestran disparos en el cuello, tórax o cabeza, y la muerte se produce cuando se encuentran arrodillados o acostados. Las autoridades alegan enfrentamiento, pero no figura ni un solo policía herido”, resaltó Beltrán.

De acuerdo con AI, las presuntas ejecuciones han ido en aumento, de 384 registradas en 2012 a 669 en 2013, 1.018 en 2014, 1.396 en 2015 y 2.379 en 2016.

Además, la organización critica la falta de información oficial sobre homicidios “especialmente en los casos en los que se encuentran involucrados oficiales de seguridad del Estado”.

Esa carencia de información se refiere a estadísticas, pero también a la falta de acceso a los expedientes de parte de los familiares de las víctimas.

MIGRACIÓN FORZADA

Para Mariana Fontoura Marques, de AI Argentina, la inseguridad incide de manera importante en el acelerado fenómeno migratorio de los venezolanos. “Es una de las principales causas que argumentan los venezolanos para dejar su país”, dijo Fontoura.

Según cifras de la ONU, alrededor de 2,3 millones de personas, equivalente al 7,5% de su población, han salido de Venezuela. De éstas, 1,6 millones han migrado desde 2015, en muchos casos a países latinoamericanos. Ese flujo es considerado “enorme” por Amnistía, que como dato comparativo señala que de Siria, en ocho años de guerra, han salido entre 4,5 y 5 millones de personas. (AFP, EFE y TÉLAM)

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