Otro clásico que dice adiós: el bidet ya no será obligatorio en Buenos Aires
Edición Impresa | 8 de Septiembre de 2018 | 03:02

Creado en Europa en el siglo XVIII y convertido en un “orgullo nacional” difícil de encontrar aún en los hoteles de lujo de muchos países, el bidet parece estar a punto de despedirse. Al menos de la vida de los porteños. Es que la legislatura de la Ciudad de Buenos Aires aprobó un nuevo Código de Edificación y una de las novedades que impulsa es, precisamente, que el bidet deje de ser obligatorio. Y se espera que la norma -que todavía debe pasar por audiencia pública y una segunda lectura- entre en vigencia a fin de año para viviendas y hoteles.
Hasta ahora el bidet era una obligación y se lo exigía a cada desarrollador al presentar planos para construir. En cada construcción se exigía un baño completo con lavatorio, inodoro, bañera y bidet. A partir de la sanción del nuevo código la instalación del artefacto será opcional en la Ciudad de Buenos Aires.
La novedad se da en el marco de un nuevo Código de Edificación que impulsa, como una de sus ideas rectoras, permitir construcciones más pequeñas y que permitirá un mínimo de 21 metros cuadrados para los departamentos. La ausencia del bidet, de hecho, permitirá la construcción de baños más chicos.
Lo cierto es que la noticia de que el bidet comenzará a ser opcional en Buenos Aires impactó en todo el país, donde el sanitario es parte del alma argentina, orgullo nacional y la pieza que más se extraña en los viajes, ya que son muchos los países para los cuales cayó en desuso.
la historia
Del bidet se cuenta que fue creado en Francia para higienizarse las partes íntimas después del sexo, que allí fue muy resistido por el catolicismo y que a fines del siglo XIX fue adoptado en la Argentina.
Algunos historiadores cuentan que fueron los caballeros de la cruzadas los que inventaron el bidet, al volver de Jerusalén y que lo hicieron para lavarse los genitales antes y después de tener relaciones sexuales.
Pero la versión más difundida dice que el bidet fue creado en Francia, en el siglo XVIII, donde las mujeres de la nobleza lo usaban, también, para higienizar sus partes íntimas.
Los que sostienen esta teoría se apoyan en que la palabra bidet es de origen francés y aseguran que también se le llamaba “el confidente de las damas”.
Algunas curiosidades: los primeros bidets que se usaron en Europa fueron móviles. Y los fijos más antiguos se instalaban en los dormitorios.
En la década de 1880, los argentinos que visitaban París, meca cultural de la época, lo conocieron y lo trajeron.
Con el tiempo en Francia el bidet dejó de usarse, pero en la Argentina siguió vigente, aunque en los primeros tiempos costó mucho imponerlo. Es que los más puritanos consideraban que su empleo era inmoral.
Algunos estudiosos indican incluso que en la Argentina el sanitario se usa al revés que en el resto del mundo y que el modo correcto es mirando hacia la pared, con las canillas de frente.
Hoy en muchos países europeos se lo considera “antihigiénico”, o un artículo de lujo, y si se incluye, es con una canilla detrás y nunca con el chorro por debajo.
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