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La Ciudad |MÚSICA

Evaristo Barrios: el payador que pulseó por la fama con Gardel

Este abastense nacido a fines del siglo XIX, fue aclamado tanto en Argentina como en Uruguay por la calidad, de gran agudeza, en su arte repentista

Evaristo Barrios: el payador que pulseó por la fama con Gardel

Evaristo Barrios, un payador de culto

19 de Noviembre de 2019 | 03:47
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A comienzos del siglo XX en el Río de la Plata, los payadores eran artistas de culto y había muchos de ellos en ambas márgenes del estuario, pero sólo algunos alcanzaban la fama grande.

Así, en la segunda década del pasado siglo, los payadores más famosos eran Gabino Ezeiza, José Luis Betinotti y el platense Evaristo Barrios, quienes rivalizaban en popularidad con un ya consagrado Carlos Gardel que, además de tangos, cantaba milongas sureras y otras composiciones camperas.

El denominado arte repentista, el del payador, siempre ha permanecido vigente en la cultura criolla, pero en los últimos años parece aflorar con renovado ímpetu, por lo que figuras como la de Barrios emergen como referentes insoslayables, porque el nacido en Abasto el 26 de octubre de 1889, grabó alrededor de setenta discos y escribió más de veinte libros de poemas tradicionalistas, indicadores de su amplia fama de los tiempos en que brilló también en las primeras emisoras radiales.

Natalia Álvarez y Juan Pedro Barrios fueron sus padres, pero el destino le tenía reservado el quedar huérfano a los pocos meses de vida; así el pequeño Evaristo fue adoptado por su hermana mayor, que vivía en la localidad magdalenense de Atalaya, donde se crió en un ambiente rural del que “mamó” costumbres y decires.

Cuando terminó la escuela primaria se dedicó a trabajar en diversas faenas rurales en distintas estancias de Magdalena, pero a poco de cumplir los 22 años, en 1911, cambió de aires, mudándose a Ensenada, en donde su destreza como depostador de reses vacunas le posibilitó poder conseguir trabajo rápidamente en un frigorífico.

El platense rivalizaba con los famosos Gabino Ezeiza y José Luis Betinotti

 

Cuatro años más tarde se casó con Alcira Lorenzini, con quien mantenía una relación sentimental desde los tiempos en que aún vivía en Atalaya. La pareja tuvo tres hijos.

Para esa época, Barrios ya hacía varios años que componía poemas gauchescos y textos en prosa sobre las costumbres camperas, pero además, se destacaba como payador de prolijas métricas y rimas, y profundos tratamientos de variada temática en el contenido de sus repentizaciones artísticas; todo, con un estilo absolutamente personal e inconfundible.

A los 69 años falleció en Montevideo, ciudad en la que se casó y residía

 

Estas cualidades le permitieron ganar fama rápidamente y con apenas dos años de casado y con frecuencia, realizaba presentaciones en el interior de nuestra provincia. Conforme crecía su popularidad, se le organizaban giras que, si bien le permitían tener buenos ingresos, hacían que estuviera lejos de su hogar por semanas.

Su relación matrimonial se deterioró hasta la disolución de la pareja; el hombre estuvo viviendo luego un tiempo cerca de Bahía Blanca y posteriormente en Olavarría, desde donde se le hacía más fácil acceder a las giras que crecían en duración y éxito. Para esa época, también componía canciones camperas y seguía escribiendo con agudeza y una temática de fina impronta tradicionalista.

No tardó en ser captado por empresarios porteños y de ese modo, se fue a vivir a la ciudad de Buenos Aires, en donde grabó numerosos discos y

Los tranvías, ascensores, altos edificios, calles atestadas de automóviles, heladeras y hasta los aparatos radiales, ampliaron el universo de los temas que Barrios abordaba en sus composiciones, tanto musicales como literarias, con la agudeza de quien, con inteligencia, descubre un mundo para él, cautivantemente nuevo.

Su versatilidad literaria lo llevaron a incursionar también en el periodismo, al convertirse en ocasional columnista de varias revistas culturales y del mundo del espectáculo.

Cercano a cumplir los 50 años se mudó a Montevideo; allí se casó con Costanza Barbato con quien tuvo un hijo. Allí continuó su carrera artística con singular suceso, viajando con frecuencia a Buenos Aires a grabar discos y presentar nuevos libros.

A los 69 años, el 8 de agosto de 1959, el gran payador oriundo de la localidad platense de Abasto dejó de existir en la capital uruguaya, en donde fue inhumado.

 

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