Entró en un kiosco y como no le dieron comida, se llevó una bici

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Fue el domingo a la tarde, a la hora de la siesta, cuando el movimiento vehicular y peatonal en cercanías de la Plaza San Martín distaba mucho del habitual del resto de la semana.

En un kiosco de 6 entre 54 y 55 se encontraba Sofía, una joven empleada, quien advirtió que un grupo de muchachos había pasado por la cuadra “dos o tres veces”.

Minutos más tarde, uno de ellos entró en el local y, según relató la propia chica a este diario, la encaró diciéndole “amiga, ¿no tenés nada para darme?”. Ella le respondió con la verdad: “No podía porque toda la mercadería está controlada”.

“Cada artículo está inventariado y a cada cosa que sale se le debe pasar la pistola lectora de códigos de barra”, explicó Sofía.

Pero el desconocido, que ella estimó de unos 30 años, no entendió razones y se volvió cada vez más insistente. Cansada de intentar hacerlo entrar en razones, la joven optó por no responderle más “y recién ahí se fue”, comentó en una charla con este diario.

“ME ROBÓ LA BICICLETA”

Sofía creyó que el incidente había llegado a su fin con el alejamiento del muchacho. Pero no.

Es que lo que no advirtió ella fue que mientras retomaba la tarea de inventario el hombre aprovechó para robarle la bicicleta que ella había dejado en la vereda sin colocarle el candado.

Se trata de una unidad de rodado 26, color gris plata, que Sofía utiliza desde principios de este año para movilizarse a su lugar de trabajo y para asistir al colegio donde cursa sus estudios del nivel secundario. Cuando ya la creía perdida, el destino quiso que pudiera recuperarla. ¿Cómo?, lo contó ella: “Una amiga pasó este lunes en micro por la cuadra de 54 entre 7 y 8, la vio en la vereda de la sede de Estudiantes y me avisó. Luego fue mi mamá y me la trajo. No sé por qué este muchacho la abandonó. Es un misterio”, cerró.

 

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