Advierten que en la periferia local el 11% de los chicos tiene problemas en la vista

Astigmatismo y miopía son los más comunes, según los especialistas de la facultad de Exactas que atienden en barrios vulnerables

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En el Gran La Plata hay, al menos, un 11 por ciento de niños y niñas con problemas de visión. La cifra es casi tres veces mayor al promedio global, que ronda el 4 por ciento de la población infantil, según datos de la Organización Mundial de la Salud.

La inquietante comparación se desprende de los registros estadísticos del programa “Salud Visual para Todos”, que lleva adelante la Facultad de Ciencias Exactas de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP) y que advierte sobre una situación “preocupante en las zonas vulnerables de la Región”.

“La vulnerabilidad es altísima, pues si los defectos no se corrigen a tiempo, el desarrollo ocular en la infancia queda afectado provocando un daño visual permanente”, subrayó Laura Brusi, directora del mencionado programa de Extensión. La especialista agregó que “la mayoría de los menores no tienen un daño estructural del órgano en sí, sino que lo que sucede es que la imagen no enfoca en la retina y eso hace que esas estructuras oculares no se desarrollen normalmente. Esto puede evitarse con una corrección óptica temprana”.

Por eso, los profesionales insisten en la importancia de una consulta precoz, en niños de corta edad, para poder hacer el seguimiento de un desarrollo visual normal o corregir a tiempo los problemas para evitar daños en el sistema de visión. Pues, la detección y corrección temprana de los defectos refractivos es fundamental para evitar que los daños visuales se profundicen con el paso de los años.

Astigmatismo y miopía son hoy las consultas más comunes entre los niños que atienden los optómetras en consultorios de Exactas y de los centros de atención primaria de la salud 1 y 115 de La Plata.

Hace más de 13 años que el programa “Salud Visual para Todos” busca subsanar “la falta de cobertura en cuidado visual y ocular primaria para los sectores sociales vulnerables, aquellos que en sus salas sanitarias barriales no cuentan con acceso a optométras”. Justamente, son los optómetras quienes se centran en el primer nivel de atención de la pirámide de la salud, atendiendo a la prevención, detección y corrección de condiciones que, de no registrarse a tiempo, podrían configurar un daño irreversible en los ojos y, en consecuencia, en la calidad de vida de los pacientes. Mientras que el oftalmólogo, especializado en las enfermedades oculares, trabaja en el segundo nivel de atención, es decir, en hospitales que poseen especialidades.

Para Brusi, la necesidad de un programa de este tipo “se agudiza frente a los quiebres económicos como el que vivimos en el 2001 y el que estamos viviendo ahora”.

El acceso a la salud visual, aclaró la profesional, no solo debe ser garantizado a los niños, sino también a los adultos, cuya situación “también debe ser corregida a tiempo, ya que después de los 40 años se puede entrar en la presbicia, que es la falta de enfoque para mirar en visión próxima, y eso inhabilita para muchas actividades diarias. Este problema, que resulta tan discapacitante, puede resolverse con un simple anteojo para lectura”.

“La salud visual es una atención de primera necesidad y se pone en evidencia su importan para las posibilidades laborales de las personas adultas y para la escolarización de los niños”, cerró Brusi.

 

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