Bolsonaro, un mes de gobierno en Brasil con varios frentes abiertos
Edición Impresa | 1 de Febrero de 2019 | 02:30

Por EUGENIA LOGIURATTO (*)
RÍO DE JANEIRO
El presidente brasileño, Jair Bolsonaro, que prometió acabar con la corrupción y liberalizar la economía, enfrentó en su primer mes de gobierno denuncias contra uno de sus hijos y un grave desastre minero, pero ese fue apenas, según analistas, un período de fogueo.
Bolsonaro también tuvo una iniciación diplomática cuestionada por su poco destacada prestación en el Foro Económico Mundial de Davos (Suiza) y su alianza con el estadounidense Donald Trump para tratar de derrocar a Nicolás Maduro en Venezuela.
Los retos fueron además personales, dado que el mandatario, de 63 años, se halla desde el lunes hospitalizado, tras una intervención que le retiró la bolsa de colostomía que cargaba desde que una puñalada en el abdomen estuvo a punto de costarle la vida en un mitin de campaña el 6 de septiembre.
Pero el verdadero desafío para el ex militar debería empezar hoy, cuando entre en funciones un nuevo Congreso con treinta partidos, con el que deberá lidiar para impulsar sus reformas económicas.
El mandatario prometió gobernar sin negociar cargos estatales a cambio de apoyo político, una relación de “toma y daca” en la que se gestaron los graves escándalos que minaron el prestigio de los partidos tradicionales.
Bolsonaro “hizo una campaña muy fuerte contra el presidencialismo de coalición, asociándolo con la corrupción, y quedó atado a esa promesa”, sostiene el politólogo Carlos Pereira, profesor de la Fundación Getulio Vargas (FGV) de Río de Janeiro.
Su fuerza política, el Partido Social Liberal (PSL), tendrá 55 diputados, de un total de 513, y 4 de los 81 senadores. Para Pereira, relegar los partidos a segundo plano podría costarle caro, sobre todo si se confirman las denuncias contra el senador electo Flavio Bolsonaro, su hijo mayor.
El organismo antilavado (COAF) detectó transacciones “atípicas” en sus cuentas y en la de uno de sus ex asesores, Flavio Queiroz. La prensa también señaló posibles vínculos de su ex asesor con un cabecilla de una milicia parapolicial de Río de Janeiro.
El senador electo niega cualquier irregularidad y denuncia una campaña de “difamación” que apunta a su padre. Pero si no presenta rápidamente argumentos convincentes, puede ocasionar un desgaste a su grupo político y complicar las negociaciones en el Congreso.
Bolsonaro se mostró parco de palabras en Davos, cuando usó apenas seis de los 45 minutos a los que tenía derecho para presentar sus proyectos ante la elite económica y política planetaria. Y buena parte los dedicó a desestimar acusaciones de que la deforestación avanzaba en la Amazonía a causa del agro, un sector que le dio un apoyo electoral decisivo.
Aun así, los mercados siguen respaldándolo, por la garantía que representa el ultraliberal Paulo Guedes como ministro de Economía. La Bolsa de San Pablo batió diez récords históricos en las primeras semanas de enero.
Bolsonaro también cumplió parcialmente con el electorado que lo apoyó por sus promesas de combatir la criminalidad, al firmar un decreto que autoriza la posesión de armas de fuego; pero solo el Congreso podrá aprobar la portación.
El proyecto crucial es la reforma del sistema de jubilaciones, que los inversores exigen como garantía de saneamiento de las cuentas públicas.
El 25 de enero a Bolsonaro lo esperaba otra iniciación: la de enfrentar una catástrofe humana y ambiental después de que un dique de la minera Vale cediera en Minas Gerais, dejando al menos 99 muertos y 259 desaparecidos. Si bien el accidente no puede ser atribuido al nuevo gobierno, lo obligará a revisar su discurso de que hay que flexibilizar los procesos de licencias ambientales para emprendimientos productivos.
(*) Agencia AFP
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