Rogelio González, una marca registrada de la avenida 7 que bajará las persianas

Rogelio González. Una marca registrada platense de casi un siglo. En un par de meses, cuando la firma logre deshacerse del stock que, por cierre, comenzó a liquidar ayer, bajará las persianas, para siempre, del tradicional local de 7 Nº 1224. Quedará abierta, por un tiempo, la sucursal de Los Hornos, de menores dimensiones y con una estructura más manejable que la de la principal avenida de la Ciudad. Aseguran, no obstante, sus dueños, que ese emprendimiento tendrá igual destino. La causa del fin del negocio hay que buscarla en la combinación de las políticas económicas del país y el “cansancio personal” de quienes lo dirigen desde hace una década, los nietos de aquel hijo de inmigrantes que fundó una casa de venta de máquinas de coser y terminó expandiéndose con todo tipo de artículos para el hogar.

El primer local se inauguró en septiembre de 1926 en la esquina de 7 y 58. Fue idea de Rogelio González, quien había llegado a esta ciudad, al año de nacer, desde España, junto a sus padres y once hermanos. Siendo todavía un joven, visionario, advirtió que en los hogares de las capas medias platenses las mujeres se confeccionaban su ropa y la de sus familias. Entonces abrió una casa de venta de máquinas de coser. La modernidad se estaba adueñando de La Plata y él, atento a los nuevos usos y costumbres, apostó a crecer. Con el tiempo sumó a su oferta bicicletas y artículos de iluminación y así, poco a poco, el negocio fue virando a la comercialización del equipamiento integral del hogar.

En 1974, ya con la conducción de la empresa por parte del hijo del fundador, Rogelio González Andreuzzi, el negocio se mudó a unos metros, al lugar que conocen las últimas generaciones de platenses, en 7 entre 57 y 58. Ese mando le imprimió un impulso particular a la iniciativa comercial familiar: desde la década del 50 los avances tecnológicos fueron vertiginosos y gran parte de esa vanguardia -que se dio junto a un desarrollo también muy vigoroso de la publicidad- se volcó a la industria de los aparatos hogareños. Ese camino acompañó la firma Rogelio González hasta ahora.

buenos y malos tiempos

Hubo, a lo largo de su historia, vaivenes; tiempos prósperos y tiempos de retracción, ligados cada uno al contexto económico del momento; también se vivieron cambios, aperturas de locales, mudanzas y cierres. La casa pasó, en definitiva, distintas crisis, pero como toda larga trayectoria, también tuvo sus temporadas de esplendor. Una de las que menciona Fernando González -dueño actual del comercio junto con su hermana Marcela- se remonta a la década del 70, cuando a fin de año, “se sorteaban productos y hasta un auto entre los clientes”. Otra época auspiciosa fue cuando todavía la gente que se casaba dejaba la lista de regalos en los comercios de artículos para el hogar. “Esa modalidad ya no existe; ahora los matrimonios jóvenes quieren que se les deposite el dinero en una cuenta”, explica González.

La de ayer fue la primera jornada de “súper oferta”, que seguirá hasta agotar la mercadería. Como nunca en los últimos años, el local se llenó de gente que buscaba la oportunidad; algunos clientes que fueron por algo concreto que necesitaban en sus casas y otros que quisieron aprovechar la liquidación y analizaron cada uno de los productos en venta y sus precios. “Calculo que en dos meses cerramos -afirma González-; seguiremos un tiempo más con el local de Los Hornos, pero ese también va a cerrar”. El de la localidad del oeste platense se sitúa en 137 entre 64 y 65.

Varios factores

González dice que además de cuestiones personales, de cierto “cansancio” de llevar adelante el negocio, hay motivos para el cierre vinculados a la realidad económica y social. “Se sumaron varias cuestiones: altas tasas de interés que no nos permiten financiar los productos; el bajo poder adquisitivo de la gente, que no compra; y el aumento de la mercadería por la devaluación del peso”, sintetiza el comerciante.

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Este final de un emprendimiento de más de 90 años se lleva a cabo, según remarca González, “muy ordenadamente, sin deudas y con el cumplimiento de todos los compromisos asumidos”. En ese sentido, el propietario del comercio agradece al personal que, señala, “se quedará hasta el último día” y también a los clientes y los proveedores.

En el incesante desfile de consumidores que visitaron ayer el local de calle 7, Ana Suárez, por caso, vecina del centro platense, lamenta el cierre del comercio. “Es terrible que cierre un lugar como este, con historia desde 1926. Nos vuelve a la memoria de la época del menemismo y a la vuelta del tiempo que tanta gente se quedaba sin trabajo”, remarca.

Para González ponerle fin a ese local también tiene una honda significación. “Es parte de la historia de nuestra familia y un orgullo para que tantas casas de platenses tengan algún producto vendido por nosotros”, concluye.