Por las altas velocidades piden más reductores de velocidad en calle 426 de Centenario a 21 A

Exigen que los lomos se construyan con hormigón y no coloquen de plástico. Desde que pavimentaron la zona “el peligro es creciente”

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Intervenciones urbanas orientadas a privilegiar la fluidez y la agilidad en la circulación vehicular, las pavimentaciones, puestas en valor y remodelaciones de calles y avenidas suelen aparejar incrementos en el caudal y la velocidad del tránsito, relegando a un segundo plano la seguridad vial. Para evitar que esto vuelva a ocurrir, un grupo de vecinos de Villa Elisa pidió a la Comuna la instalación de nuevos reductores de velocidad en la zona del Parque Ecológico.

Mediante una nota presentada ante la delegación municipal villaelisense, que conduce Virginia Pérez Cattáneo, los firmantes reconocen que el asfaltado de la calle 426 entre Centenario y 21 A “atiende un reclamo histórico”, pero advierten que el barrio comenzó a padecer las consecuencias de algunos excesos cometidos por los conductores en el eje vial de 1,7 kilómetros que delimita la cara noroeste del predio recreativo.

Ese tramo era de tierra consolidada y ahora tiene una capa de asfalto, sobre la que se pintó señalización horizontal. Junto a la mano descendente, no hay banquinas ni veredas, sino pastizales. Enfrente, donde están las casas, los senderos peatonales aparecen y desaparecen.

Si bien se colocaron cuatro lomos de burro plásticos, a ambos lados de los accesos para coches que tiene el Parque -uno a la altura de la calle 7 y otro de la calle 15- los autoconvocados pretenden que se monten más.

“Estamos siendo testigos de un aumento significativo de la cantidad de autos que pasan pero también del transporte pesado de cargas” precisan: “hay gente que circula a 80 y hasta a 110 kilómetros por hora, ya vimos las primeras picadas, y se están sumando las motos; no hay carteles de velocidad máxima, ni inspectores de Control Ciudadano que hagan cumplir los límites”.

El petitorio vecinal habla de “contaminación sonora por encima de lo permitido”, y de una densidad vehicular que “en horas pico supera a la de la avenida Arana, entre caminos, ya que las calles paralelas como 423 bis, 424 y 425 están en una condición deplorable y no se pueden usar”.

“TE LLEVAN PUESTO”

“Hay muchas familias y nenes a los que no queda otra que caminar por el pavimento, con el consiguiente peligro de ser atropelladas, y sacar el auto del garage puede ser una lotería si justo viene alguno distraído, porque te lleva puesto” argumentaron los vecinos, antes de pedir “lomos de burro asfálticos, no plásticos -para que no generen ruidos- cada cien o doscientos metros, con la altura suficiente como para que los autos tengan que frenar hasta una velocidad no superior a cinco kilómetros por hora”.

El municipio describió oportunamente las obras de 426 como una “renovación integral” que permitió “mejorar la transitabilidad de una arteria que es importante vía de conexión entre los caminos Parque Centenario y General Belgrano, agilizando y aliviando el tránsito en la calle Arana”.

Desde el área de Obras Públicas local se explicó que “se acondicionó la base y se colocó a lo largo de 1.800 metros una carpeta asfáltica de seis centímetros de espesor, para dar mayor resistencia y durabilidad a la calzada; también se hizo un saneamiento hidráulico, con la desobstrucción de zanjas y desagües”.

“No pretendemos recuperar la tranquilidad y el silencio de la calle de tierra, pero tampoco podemos permitir que esto sea una ruta con camiones o una autopista” aclararon los autoconvocados: “menos aún en un lugar clave para la calidad de vida de la localidad como el Parque Ecológico”.

En ese sentido, se sugirió imponer una velocidad máxima de 60 kilómetros por hora, que baje a 30 en las inmediaciones de los accesos al espacio verde; realizar un estudio de contaminación sonora e impacto ambiental; e instalar cámaras para fotomultas y/o semáforos en alguna esquina del tramo.

EN ROMERO, OTRA PISTA

La flamante obra de pavimentación de la avenida 173 entre 44 y 520 también estimula a los automovilistas a poner la quinta marcha sin restricciones.

El enlace entre las localidades de Lisandro Olmos y Melchor Romero es escenario por estos días de episodios de alto riesgo en una zona de impronta rural en la que el apuro de quienes conducen autos y camionetas de alta gama contrasta con el andar pausado de trabajadores a pie o en bicicleta, “chatas” desvencijadas y familias con chicos que pronto comenzarán el ciclo lectivo.

La obra comprendió, además de la colocación de asfalto, la ejecución de un puente de seis metros de ancho, con pasos peatonales y barandas de seguridad, sobre el arroyo El Gato y la calle 33; y la iluminación y señalización de todo el tramo. Semanas atrás colocaron dos reductores de velodidad.

 

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