Datos que alarman sobre el consumo de azúcares y la obesidad
Edición Impresa | 6 de Febrero de 2019 | 01:38

Numerosos estudios médicos vienen advirtiendo sobre el creciente consumo de bebidas con azúcar en nuestro país, en una situación que se ve acentuada este verano por las altas temperaturas que inducen a muchas personas a consumir esos productos para combatir el calor. En este sentido, un informe publicado ayer en este diario sobre las consecuencias nocivas para la salud que acarrea esa costumbre, puso de relieve que la Argentina es en el mundo uno de los países con más elevado consumo per cápita de gaseosas.
Se destaca en ese trabajo que, según expertos en nutrición, además de no ofrecer ninguna ventaja adicional contra el agobio de las altas temperaturas, el alto consumo de gaseosas es uno de los factores que más está incidiendo en el aumento de la obesidad en Argentina. El problema es especialmente crítico en la franja de los menores de edad.
Allí se cita un informe de la subsecretaría porteña de Bienestar Ciudadano en el que se precisa que el consumo de bebidas endulzadas con azúcar se viene incrementando de manera sostenida en Argentina, que hoy con 137 litros por persona al año es uno de sus principales consumidores en el mundo.
El organismo instó a reemplazar este tipo de bebidas por agua y otras alternativas caseras para atajar los golpes de calor. El trabajo oficial detalló que en días calurosos es necesario beber al menos dos litros de agua. Y si no es agua, una alternativa igualmente válida para cubrir este requerimiento son las aguas saborizadas caseras a base de pepino, jengibre, menta, durazno, pomelo o limón.
La indicación del organismo sanitario no resulta exagerada si se tiene en cuenta que mientras que la Organización Mundial de la Salud recomienda que el consumo de azúcar agregada no supere el 10 por ciento del total de energía que una persona consume al día (unos 50 gramos para una dieta promedio de 2.000 calorías), cada argentino consume hoy tres veces más de esa cantidad. Y la mayor parte de ese consumo proviene tanto de la ingesta de gaseosas, alimentos procesados y golosinas como del mate y el café, según señalaron desde la Federación Argentina de Graduados en Nutrición.
En numerosas oportunidades se ha alertado en esta columna sobre la necesidad de que muchas personas cambien sus tendencias y hábitos alimentarios, basándose en comidas realizadas en familia y con alimentos naturales, no procesados o mínimamente procesados. Además de un mayor consumo de frutas y verduras, las últimas estadísticas conocidas, de alcances universales, son reveladoras de que la mayor parte de los niños y adolescentes no realizan actividades físicas y exhiben, en forma creciente, costumbres sedentarias que agravan la situación.
Lo cierto es que la obesidad se ha convertido en uno de los principales factores de riesgo para una muerte temprana. Resulta necesario, entonces que se promuevan -especialmente desde los ámbitos oficiales de salud- distintos programas tendientes a evitar la mala alimentación, el excesivo consumo de comidas ricas en hidratos, la adicción a las golosinas y a las llamadas comidas basura que, al igual que el sedentarismo, influyen decisivamente, junto a los factores genéticos, en la propagación de la obesidad.
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