Vendaval de robos y la tortura al médico en Villa Castells que se transformó en pesadilla

Dos sujetos sorprendieron de madrugada a este hombre de 76 años. Lo ataron de pies y manos. Le pegaron y le quemaron el cuerpo con agua hirviendo, para que revelara dónde guardaba una suma de dinero que no tenía

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“No me dieron tiempo a nada”, le dijo Mario (76) a EL DIA. El médico jubilado hacía referencia al violento asalto que padeció horas antes en su casa de Villa Castells, en 11 entre 489 y 490.

Su caso no fue el único que ocurrió durante la jornada de ayer en la zona norte platense. En un consultorio odontológico de Camino General Belgrano y 503, cuatro chicos rompieron uno de los ventanales para ingresar, pero vieron frustrado su accionar por la oportuna intervención de un vecino que alertó a las autoridades.

Por la tarde y a pocas cuadras de la morada de Mario, en el Colegio San José Obrero, tres menores se subieron al techo del establecimiento (ubicado en 505 y 10) y le arrojaron piedras a los nenes de 11 y 12 años que eran parte de una clase de Educación Física. (ver recuadro)

Finalmente, en City Bell, al mediodía, dos delincuentes armados irrumpieron primero en un mini supermercado de 467 y 134 y luego dieron otro golpe en una verdulería cercana.

Por las circunstancias del robo del que fue víctima Mario, un grupo de personas que habitan en las inmediaciones, manifestaron su bronca por lo sucedido y remarcaron que “en Villa Castells está muy complicada la situación con la inseguridad”.

De hecho, el hombre había sido protagonista involuntario de un atraco hace más de 30 días, en el almacén de Julio, un amigo y vecino de la familia.

El propio comerciante detalló lo sucedido a este medio en aquella oportunidad: “Me entraron motochorros el mes pasado, a punta de pistola. Nos salvamos de milagro, nos apuntaron a mí y a los clientes, pero además había dos nenes a quienes también amenazaron con las armas. Mario estaba ese día en mi negocio y a él también lo encañonaron”.

“Robaron la recaudación, los celulares y las billeteras de todos los que estábamos en el local. Son minutos en los que no sabés qué va a pasar”, agregó.

Esa vez la secuencia fue de tensión y muy diferente a la que Mario tuvo que atravesar en la madrugada del martes, cuando dos sujetos lo ataron de pies y manos, lo golpearon y le tiraron agua hirviendo, mientras le exigían que entregase un dinero que él no tenía. El líquido le quemó parte del lado derecho del tórax y el hombro.

Según contó el damnificado, “entraron por el fondo, saltando el tapial que divide la propiedad con un baldío. Después rompieron una reja de aluminio” para ganar el acceso al inmueble. Lo torturaron por un tiempo indeterminado, hasta que entendieron que el jubilado no guardaba efectivo. Entonces sustrajeron un televisor, un celular y la camioneta del damnificado, que luego abandonaron tras chocar y terminar en una zanja.

UN BARRIO CONVULSIONADO

Antes de atender a este medio, Mario mantuvo una breve reunión con personal del municipio. Durante ese encuentro le propusieron recibir un botón antipánico. “La verdad, no me hubiera servido de mucho, ellos actuaron muy rápido y no me hubiesen dado tiempo de apretarlo”, aclaró.

Su jardinero fue uno de los primeros en arribar al domicilio. “Vi la camioneta y plata tirada en el piso, no entendía qué pasaba. Hace siete años que trabajo acá de jardinero, es lamentable lo que le pasó”, aseveró.

Por su parte, Julio sostuvo que, tras el robo de ayer, “lo vi muy mal, él estaba golpeado anímicamente además de herido”. Asimismo, aseguró que “en el último tiempo está muy difícil”.

Por eso, destacó: “Sería bueno que nos comprometamos todos los vecinos para buscar una solución, el Estado está ausente desde hace años en el barrio. Hay que convocar al Comisario y que nos dé una explicación, qué piensa hacer con todo esto porque nos sentimos muy desprotegidos”.

En ese sentido, aseveró que “la mayoría de los vecinos de Villa Castells fueron robados; después de las 20 hay que cerrar puertas y ventanas”.

En esa misma línea se mostró Carla, quien vive a dos cuadras de la escena. La mujer expresó que “hay mucha inseguridad en el barrio, necesitamos más patrullajes durante el día y la noche. Creo que esa es la solución, tenemos alarmas en nuestras casas pero ya no alcanza”.

“Nos sentimos muy desprotegidos, nada les importa a los ladrones. Cuando pasan las cosas, la Policía reacciona tarde. Hace poco en 498 entre 10 y 11, tiraron a toda la gente al piso y les robaron a todos. El móvil llegó una hora después, no sirve de nada eso”, añadió.

Ellos, como en gran parte de los sectores de la Región afectados por la delincuencia, se comunican por medio de un grupo de WhatsApp, en el que se van alertando sobre cada hecho y convocando a reuniones.

“Tratamos de juntarnos más seguido, pero es complicado. Algunos por miedo y otros porque trabajan, lo cierto es que no podemos juntar mucha gente”, exclamó Carla. Y, en cuanto al caso de Mario, declaró que “lo podrían haber matado, nos podría haber pasado a cualquiera de nosotros. Estamos asustados, tenemos que movernos y no esperar a que maten algún vecino”.

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