Pablo Marcelo Brusa Yorio
Edición Impresa | 28 de Marzo de 2019 | 03:26

A los 54 años falleció Pablo Marcelo Brusa Yorio, hecho que provocó distintas muestras de dolor entre quienes lo conocieron y apreciaron por sus numerosas virtudes.
Hijo de Elvira Martha Yorio y Carlos Ulises Brusa, había nacido el 28 de marzo de 1964 en La Plata y creció junto a sus hermanos mayores Carlos Eugenio y Patricia.
Cursó sus estudios primarios en el Colegio San Luis y los secundarios, en el Albert Thomas, donde fue parte del cuadro de honor por sus calificaciones. Luego obtuvo una tecnicatura en Turismo y estudió violín durante varios años en el Conservatorio Gilardo Gilardi.
Vivió durante algún tiempo en Brasil y otro en Suiza. Años después regresó a su ciudad natal.
De acuerdo a lo que contaron sus allegados, a través de distintas actividades, su vida fue una búsqueda constante de respuestas. En ese marco, Pablo fue un hombre al que le gustó cultivarse tanto en lo espiritual como en el aspecto físico.
En el tiempo libre leía, escribía, pintaba, se dedicaba a la música y además practicaba deportes con gran entusiasmo. En 2018 fue finalista del Triatlón Olímpico que se desarrolló en Mar del Plata.
Preocupado por los grandes temas que afectan a la sociedad, organizó recientemente una exposición fotográfica relacionada al cuidado del medio ambiente.
Quienes lo conocieron lo describieron como un hombre de sentimientos nobles, generoso y dispuesto siempre a ayudar sin esperar nada a cambio.
También se destacó que atravesó etapas difíciles y crisis profundas con un gran tesón.
Con valentía compartió una dolorosa experiencia de vida, a través del libro “Cable a Tierra” en el que relató su amarga experiencia en el mundo de las drogas. Su obra se presentó en 2017 en la Biblioteca del Círculo de Periodistas de la Provincia de Buenos Aires, espacio en el que además se promovió un debate sobre el tema.
Para Pablo esa fue una empresa especial a la que se dedicó sin miramientos porque necesitaba ayudar a quienes pudieran tomar su testimonio en contra de ese flagelo.
Quiso de manera incondicional a su hijo Luciano y cifró en él todas sus ilusiones.
Acostumbrado a librar batallas, luchó durante muchos años contra una dolencia que finalmente melló su fortaleza y lo venció, de acuerdo al relato de sus seres cercanos.
Su desaparición física dio lugar a sentidas expresiones de pesar entre quienes lo quisieron y valoraron por su hombría de bien.
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