El zoo que parece un spa: a los animales los tratan como estrellas

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PARÍS
AFP

En el Zoo de París, el bienestar animal es una prioridad “esencial”: pedicura para los rinocerontes, juegos para las jirafas y entrenamiento para reducir el estrés de los lobos marinos en este espacio abierto por primera vez en 1934. Este tipo de actividades son cada vez más utilizadas en este zoo que el viernes festejó su quinto aniversario tras su reapertura, completamente renovado y modernizado.

El objetivo fundamental de estas actividades de “enriquecimiento” es “recrear las condiciones que permiten al animal comportarse de la misma forma que tendría en su entorno natural”, explica Alexis Lecu, director científico del zoo situado en Vincennes, junto a París.

“Los animales deben poder elegir, no se les puede obligar a hacer las actividades”. Por ejemplo, el “entrenamiento” médico sigue estando “basado en la cooperación del animal”, agrega este veterinario.

Como todos los días, Angus, un rinoceronte blanco, puede disfrutar de un cuidado de sus patas. Los cuidadores se instalan detrás de unos postes metálicos espaciados.

Para que el joven rinoceronte de dos toneladas mantenga la calma, Mathieu Boucher lo toca con un palo, lo que significa que es hora de no moverse. Al animal ungulado, se le recompensa con granulados.

Durante este tiempo, otro cuidador lava una de sus patas con agua y la desinfecta. Luego unta sus pesuñas con aceite de pescado y arcilla.

“Esto evita las grietas y por tanto el riesgo de herida”, subraya Boucher. “Se evitan así los problemas que requerirían anestesiar al animal para curarlo”.

Esfuerzos

La cuidadora Carole-Ann Piron, a cargo de las jirafas, propone una actividad de enriquecimiento a estos herbívoros para permitirles realizar un poco de esfuerzo a la hora de alimentarse, como en la naturaleza.

Piron suspende una caja de madera agujereada, en la que ha colocado zanahorias y manzanas. Para acceder a los alimentos, las jirafas deben deslizar su lengua en uno de los agujeros.

La tarea “toma entre 4 y 5 veces más tiempo que cuando la comida se halla en un simple comedero”, explica.

“La noción del bienestar animal está bien anclada. Antaño, ser cuidador consistía en dar de comer a los animales y limpiar sus jaulas. Hoy, queremos que los animales estén bien. Por eso también les hacemos jugar”, comenta Piron.

Recientemente, llegaron al zoo dos lobos marinos de dos pelos. La pequeña, Jaci, empieza sus entrenamientos médicos con la cuidadora Anaïs Michon. “Por ahora, la acostumbramos al hecho de que la toquemos”, explica.

Mucho más experimentado, Aramis, un macho de Patagonia de más de 200 kg, acepta fácilmente adoptar las diferentes posiciones que le pide el cuidador y se le recompensa con peces. Se tumba, gira, levanta sus aletas y deja que se le haga una ecografía.

“Tuvimos que dormirlo para una operación. Aceptó la inyección y se durmió tranquilamente, nos evitamos tener que utilizar el fusil hipodérmico”, explica la cuidadora. “Y si un día no tiene ganas de trabajar, lo dejamos tranquilo”.

Reproducción

En la piscina de manitíes, estos entrenamientos tienen lugar bajo el agua, junto a los cuidadores submarinistas. Apodada “la vaca de mar”, el manití es un gran mamífero acuático herbívoro que se pasa la mayor parte del tiempo comiendo.

Para distraerlos, los cuidadores disponen ramos de verduras variadas en el fondo del agua y en las paredes. “Recreamos el mecanismo de alimentación del manití en la naturaleza”, según el cuidador Anthony Bourgoin.

“Si los animales se sienten bien, esto favorece la reproducción”, agrega, destacando que una de las misiones del zoo es la conservación de las especies amenazadas.

 

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