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NORBERTO SOSA
Por NORBERTO SOSA
Sin dudas, el título de esta columna de opinión delata que no soy un “milennials” y menos aún un “centennials”, créanme que cuando el Ingeniero Álvaro Alsogaray la inmortalizó el 29 de junio de 1959 yo todavía no había nacido. En aquellos tiempos, Alsogaray era ministro del Presidente Arturo Frondizi y en su discurso destacaba “…situación crítica por errores… de mucho tiempo atrás…” y que los sueldos se pagarían “…gracias al último depósito en dólares… que nos ha hecho el Fondo Monetario Internacional”.
Creo que tampoco hay dudas que la historia argentina es muy irónica y repetitiva. Si recorremos material periodístico de 2017, podemos ver que en el entorno presidencial se hablaba de llevar a cabo un desarrollismo emparentado con lo que entre 1958 y 1962 intentó llevar adelante Frondizi. Podríamos ser ácidos y decir que aquí estamos casi 60 años después, en una situación crítica, fruto de errores del pasado, cubriendo los desequilibrios fiscales con los desembolsos del FMI e implementando un conjunto de medidas para mejorar las perspectivas económicas durante el invierno, pero créanme también que el objetivo de esta columna es acercar algo de optimismo.
En términos internacionales, el año comenzó mucho mejor de lo que se esperaba. El contexto de desaceleración global de la actividad económica, llevó a los principales bancos centrales a frenar sus políticas contractivas y así los precios de los activos financieros comenzaron a recuperarse significativamente, incluyendo a los argentinos. Sin embargo, la fiesta duró poco para nosotros. El 14 de febrero cuando se dio a conocer que los precios minoristas habían crecido en enero 2,9%, recibimos un primer baldazo de agua fría, luego siguió el 3,8% de febrero y el recientemente el 4,7% de marzo.
La evidencia empírica de los últimos 6 meses ha demostrado en la Argentina, que una política monetaria dura no alcanza para detener a la inflación en el corto plazo, más aun cuando se combina con incertidumbre política. Mucho se ha escrito y debatido sobre otras causas de la inflación como las expectativas inflacionarias, la inercia inflacionaria y el denominado efecto “pass-through” (el movimiento del tipo de cambio afecta en mayor o menor medida a los precios).
El contexto obligó al gobierno a tomar una serie de medidas. Por tal motivo, el martes el Banco Central modificó las zonas de no intervención, congelándolas en los actuales niveles. Si bien es un poco complejo transmitir el concepto sin un gráfico y en pocas palabras, surge de la superposición de la curva de futuros de dólar operado en el Rofex (previa al anuncio) y de las pendientes de las zonas de intervención preexistentes del BCRA, que la autoridad monetaria estaría en condiciones de poder vender hasta 150 millones de dólares diarios a partir de agosto, justo cuando comienza a menguar el ritmo diario de liquidación de los “agrodólares” los cuales tienen su máximo entre mayo y julio.
Una política monetaria dura no alcanza para detener a la inflación en el corto plazo
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La combinación del torniquete monetario, más los 60 millones de dólares del FMI que vende diariamente el Tesoro y los 150 millones que podría vender el BCRA, constituyen un combo de herramientas con el cual generan mejores expectativas para estabilizar al tipo de cambio y morigerar a la inflación.
Adicionalmente, el miércoles se anunciaron un conjunto de medidas que intentan cumplir varios objetivos al mismo tiempo. En ese sentido, se han organizado en cuatro ejes: 1) precios y consumo, 2) tarifas de servicios públicos, 3) beneficios sociales y 4) apoyo para las pymes.
Si bien no soy analista político, entiendo que las medidas tratan de transmitir a la población el mensaje que el gobierno no está desconectado de la realidad social y que dentro de las restricciones que impone el acuerdo con el FMI y la necesidad de reducir el déficit fiscal, se hacen algunas concesiones para mitigar los efectos del contexto recesivo.
Paralelamente, se reconocen algunos reclamos que vienen haciendo los dirigentes de la UCR, como el de postergar la recomposición tarifaria de los servicios públicos.
De acuerdo a una encuesta realizada por la consultora D’Alessio Irol Berensztein, el 80% de los que votaron a Cambiemos y el 51% de los que votaron al Frente para la Victoria las aprueban. Veremos en los próximos días si otras encuestas ratifican o rectifican esta interpretación.
La reacción del mercado cambiario luego de los anuncios del BCRA fue positiva, tanto en términos de la cotización del dólar spot (contado inmediato), como de los valores de los futuros. No obstante, el riesgo país aumentó, así como también ocurrió lo mismo cuando comenzaron a venderse los 60 millones de dólares diarios del Tesoro. Se genera un efecto de manta corta, más dólares el gobierno dedica para estabilizar al tipo de cambio, menos dólares quedan para pagar los vencimientos de la deuda. Las nuevas medidas también generan un cierto impacto en el riesgo país, dado que se interpreta que erosionan parcialmente el objetivo de reducir el déficit fiscal. La fuerte caída en los precios de las acciones argentinas en Nueva York, durante el feriado del jueves en Argentina, son un capítulo aparte dado que confluyen dos noticas adicionales que durante esta semana terminaremos de entender sus implicancias. Por un lado, MSCI (entidad que reclasificó a Argentina como mercado emergente), emitió una comunicación que habría generado cierta confusión y por otro lado, la encuesta de la consultora Isonomía (que le dió un triunfo en segunda vuelta a Cristina Kirchner sobre Mauricio Macri) también habría tenido sus consecuencias.
Como comenté previamente, el gobierno cuenta con herramientas para estabilizar al tipo de cambio y morigerar a la inflación. No obstante, en el corto plazo está algo más limitado para poder proyectar una mejor solvencia que reduzca el riesgo país, más aún cuando los candidatos alternativos al oficialismo hablan de la necesidad de una reprogramación de la deuda. Luego de la decepción generada a partir de febrero con los resultados de la inflación minorista, el gobierno necesita volver a generar credibilidad. El margen de error es cada vez más acotado, pero el final de la historia aún no está escrito. Como hace casi 60 años, los argentinos volvemos a encarar un invierno con la esperanza que la economía comience a recuperarse.
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