Según pasan los años, del sueño a la pesadilla

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“Esta estafa no fue con terrenos escondidos en la periferia. Acá compraron abogados, martilleros, arquitectos. Capital Propiedades no era cualquier inmobiliaria y la obra era enorme, en 31 entre 43 y 44. Pasabas y la veías”, analizó Silvia, que nunca llegó a entender, como el resto de los damnificados, por qué no frenó la obra si es que no tenía una habilitación.

El aporte inicial era de 23 mil pesos y el resto en cuotas, montos que hace 10 años eran “significativos, aunque no imposibles”, dijeron. El valor del departamento más barato rondaba los 60 mil dólares, cuando esa moneda estaba a 6 pesos. El viernes cerró a 47.

El proyecto que se “vendía” en un predio de más de media hectárea, e iba a estar ocupado “en un 40% por edificación y en un 60% por espacios verdes y cocheras”, es hoy una suerte de elefante blanco cuestionado por los vecinos que lo sindican como un “aguantadero”.

“No hubo permiso municipal; en la constitución del fideicomiso no había ningún lote donde construir, pero ya se ofertaban los departamentos, el fideicomiso tenía una deuda por compra de acciones y había una hipteca por casi un millón de dólares que nunca fue informada”, denunciaron.

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