Aquel segundo tiempo especulativo y tantos cambios atrás, anticiparon su descanso

El pesar por la eliminación y una nítida sensación de conformismo, que hasta ayuda a espiar el exigente futuro competitivo con algo más de tranquilidad, se mezclan en el ánimo de los hinchas mens sana. Terminó la primera mitad del año y es hora de sacar algunas conclusiones.

¿Por qué la tristeza? Porque genuinamente se creía que había posibilidades (de hecho las hubo) de pasar a la privilegiada instancia de semifinales de la recién nacida Copa Superliga. La ilusión se había fortalecido mucho luego de superar claramente al subcampeón del torneo anterior y, también, por algunos pasajes del primer partido frente a Argentinos Juniors. La media hora final del primer tiempo jugado en el estadio Diego Armando Maradona le gustó mucho a toda la gente “tripera”.

¿De dónde brota el conformismo? Nace en la observación de un equipo más robusto en todas sus líneas que ha vuelto a sembrar la idea de que puede complicar a cualquier rival. Cuando terminó el torneo de los promedios y zafó del descenso, la hinchada de Gimnasia estaba aliviada, pero de ningún modo entusiasmada con el funcionamiento del equipo. En Rosario, frente a Newell’s y con diez hombres, por la innecesaria expulsión de Faravelli, evidenció un repunte estupendo. Su rebeldía para ir a buscar el pase a la próxima ronda resultó muy seductora. Tuvo enjundia y convicción, exactamente lo que más emociona a la mayoría de los hinchas de fútbol de todo el planeta.

Más tarde, la versatilidad mostrada ante el equipo sensación de Florencio Varela dejó a todos con la boca abierta de admiración. Fue el punto más alto en la valoración popular sobre la planificación que hizo Darío Ortíz. La estrategia de ahogar a Defensa y Justicia en su campo con un despliegue táctico impecable hizo que hasta la mirada de los críticos más ácidos se volviera dulce y elogiosa. Gimnasia pasó de “este plantel es para irse al descenso seguro el año que viene, son muy pocos los que podés rescatar del desastre” a “¡viste que no eran tan malos jugadores!, bien organizados en la cancha crecen y se vuelven peligrosos”.

Fue un cambio rotundo, saludable y esperanzador. Por eso el conformismo. Con la llegada de algunos buenos refuerzos no debiera transformar su lucha por no descender en un calvario insoportable para sus fieles. No está en el fondo del mar. No es el peor equipo de la tierra. Tiene problemas y algunas limitaciones que podrá subsanar con trabajo y sentido común en las decisiones que vayan tomando los directivos.

TOCÓ MUCHO EN DEFENSA Y SACÓ A QUIEN NO DEBÍA

El fútbol es tan generoso que admite virulentos cambios de opinión. Lucas Licht y Facundo Oreja han sufrido lógicos desgastes en su imagen por tanto tiempo en la institución, pero cuando no están se los extraña. El último jueves, Gimnasia sufrió mucho en el mediocampo y en defensa. Los cambios no le trajeron beneficios. Faravelli, que jugó como ausente, no pesó jamás en ninguna faceta del trámite intenso y hasta le hizo perder eficacia a Victor Ayala, que se sintió muy solo en la tarea de contención.

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En la última línea los problemas fueron más evidentes. Bolivar, Coronel, Guiffrey y Piovi no formaron un bloque confiable ni por asomo. ¿Por qué sacó al “Bochi” ? ¿Para qué mover a un jugador con experiencia y que encima estaba confiado, en buen nivel, siendo y sintiéndose útil? No se entendió. El DT sorprendió y a nadie convenció. Si fue para ganar altura en el juego aéreo, la mejora lejos estuvo de advertirse. Pareció que el “Indio” pensó demasiado el ajedrez del partido y terminó “pasándose de rosca”. Por ir al detalle, tocó lo que estaba bien y terminó haciendo una macana.

Si a esto le sumamos la decisión de ser muy cauteloso durante el segundo tiempo del primer choque, cuando el rival se había quedado con un hombre menos, allí pueden estar las principales razones de estas vacaciones que llegaron de repente, cuando la ilusion de muchos había empezado a ganar altura. Aquella postura conservadora de no ir decidido a buscar el gol de visitante estando en superioridad numérica, hoy adquiere la silueta de una equivocación.El abrupto final de la primera mitad del año invita y obliga a hacer un balance. Después de la salida de Troglio se vivieron momentos de mucha incertidumbre, pero el ciclo de Ortíz ha dejado un primer sabor agradable. Gimnasia está para pelear. Ganará y perderá de acuerdo a las decisiones que vaya tomando. Lo importante es que tiene la autoestima recuperada como para salir a enfrentar los desafíos que asomarán en el segundo semestre.