Alberto Aníbal Legarto

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Se destacó como médico terapista, pero además asumió un fuerte compromiso institucional y fue formador de otros profesionales; por eso el fallecimiento de Alberto Aníbal Legarto, ocurrido a sus 68 años, provocó en la Ciudad numerosas muestras de dolor.

Había nacido el 12 de mayo de 1951 en La Plata. Fue el hijo menor de Juan y Araminta y creció junto a Mario, su hermano. Cursó la primaria en la Escuela 8 y terminó la secundaria en el Escuela Arzobispo Juan Chimento. Luego ingresó a la UNLP de la que egresó como médico; su especialidad fue en el ámbito de la terapia intensiva.

Trabajó en las guardias de distintos hospitales, pero luego hizo carrera en el Hospital Rossi donde alcanzó el cargo de director asociado. Además fue jefe de servicio de la terapia intensiva del Hospital Italiano.

En el terreno institucional fue uno de los fundadores de la Sociedad Platense de Terapia Intensiva y participó de la Sociedad Argentina de Terapia Intensiva; integró el comité de trauma y vías aéreas. Además publicó dos libros relacionados a su especialidad y dictó numerosas charlas y conferencias. También se dedicó a la formación de otros profesionales a los que les transmitió sus conocimientos y experiencias.

Trabajar con la madera fue para Alberto más que un cable a tierra porque le permitió desarrollar de manera artesanal un aspecto creativo de su personalidad. Ese fue uno de sus principales pasatiempos desde que se jubiló, hace tres años, y se dedicó a hacer todo tipo de objetos, incluso un auto de madera que le regaló a uno de sus nietos.

También disfrutó de la puesta en valor y armado de un jeep que le había regalado su padre en sus épocas de estudiante de medicina. En materia de automóviles también trabajó en la reparación de un Ford Falcon al que quiso dejar como nuevo.

De su matrimonio con Cecilia nacieron sus hijos Diego, Mapi - María Pía - , Juan y Lucas; ellos lo convirtieron en abuelo de Valentino, Candela, Ema, Octavio y Salvador que enternecieron sus días y por los que se apasionó.

En 1991 se casó con María Celina Méndez y de la unión nació su hija Corina, tanto con ella como con sus otros hijos, forjó un vínculo de compañerismo.

Fue un anfitrión que siempre recibió gustoso a quien quisiera visitarlo en su casa de Gonnet; también le gustaba viajar y pudo concretar uno al País Vasco para conocer a sus raíces.

 

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