Se les escapó la tortuga: Daenerys se pidió un cafecito en vaso plástico y llovieron los memes

Starbucks tiene sucursales en todos lados, y parece que decidió abrir una más en Invernalia: como ya sabrá cualquiera con una cuenta de Twitter, en el cuarto episodio de la octava temporada de “Game of Thrones”, emitido el domingo, una taza de café del local aparecía sobre la mesa durante el festín de la victoria del ejército de Daenerys. Y bueno, para matar Caminantes Blancos en el medio de la noche, hace falta cafeína...

El “gafe” es, por supuesto, un error chiquito, una curiosidad en una industria donde los errores de continuidad son moneda corriente (y han brindado hilarantes momentos), y para un show siempre detallista, dueño de una fastuosa producción y que baraja una cantidad tan grande de personajes que, bueno, se les escapó el café que sostenía despierta, en esos rodajes nocturnos y fríos, a Emilia Clarke, la actriz que encarna a Daenerys Targaryen.

Pero no es la primera vez que al show de HBO se le escapa la tortuga: todos recuerdan los extraños comportamientos de los cabellos de algunos personajes, que crecían y se acortaban misteriosamente, en la primera temporada; y en un episodio de la segunda entrega, incluso, en un momento se escucha una notificación de mail. Pequeños yerros en comparación con lo que vendría. Uno de los momentos más discutidos fue el del collar de Melisandre: la trama de un personaje que terminó siendo fundamental para la serie tenía como clave un collar que usaba y le ayudaba a mantener su apariencia joven, pero en una escena donde, como solía hacer la serie, la actriz aparece gratuitamente desnuda en la bañera, no había collar a la vista.

También fue fruto de mil memes la espada de goma de Jon Snow, que se doblaba bastante seguido en la espectacular “Batalla de los Bastardos”, uno de los mejores episodios de la serie. Y durante años los siempre inquisitivos usuarios de las redes sociales se preguntaron cómo Euron Greyjoy construyó la flota naval más grande de la historia desde una isla que no tiene árboles, cómo los dothraki derretían el oro que volcarían en la cabeza del hermano de Dany en una fogata, o cómo los cadáveres que el Rey de la Noche despierta al norte de Invernalia no quedaron hechos polvo por efecto del frío y el hielo. Eso sin entrar en errores de continuidad habituales, como peinados que cambian, extras que desaparecen y demás.

Y no hay que olvidar, claro, uno de los más recordados errores de la serie antes de que Starbucks apareciera en la tierra fantástica de George R.R. Martin: derrotado Stannis en las afueras de Invernalia, mientras yacía en la nieve esperando su destino... debajo de él emergía un cable para cargar la notebook. Increíble.

¿SÍNTOMA DE ALGO MÁS?

Ahora, a pesar de que este tipo de errores es común y que han habido pequeños deslices de todo tipo a lo largo de las ocho temporadas, no faltó quien vio la taza de café como síntoma del destino que ha tomado el show: es que a pesar del furor que cada domingo despierta “Game of Thrones”, son muchos los fans que no están contentos con el cierre que está teniendo la serie, y que no han estado contentos con las elecciones de los creadores del show desde hace varias temporadas (un reclamo que crece entre los que han leído los libros).

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Y este grupo de “haters” señala que más allá de los pequeños deslices de continuidad, la serie ha incurrido en las últimas temporadas en extraños errores de lógica interna, rompiendo las reglas que ellos mismos habían establecidos y desafiando el reino de lo plausible (aún dentro de un mundo de fantasía): a medida que avanzan los capítulos mas increíbles se han vuelto algunas resoluciones, por el apresuramiento de los guionistas de posicionar a los protagonistas en sus posiciones y conflictos finales.

Así, de las largas caminatas que llevaban meses para atravesar los Siete Reinos, pasamos a los viajes a la velocidad de la luz de continente a continente y de punta a punta de Poniente en las últimas temporadas. En un episodio de la pasada temporada, incluso, Varys aparece en Poniente en una escena, y luego de regreso con Daenerys, al otro lado del mundo.

La velocidad de los traslados volvió a resultar inverosímil durante la expedición de Jon Snow al norte en busca de “pruebas” de la existencia de los Caminantes: estaban rodeados y muertos, y de repente llegó Daenerys y sus dragones. Desde la máquina. Le había avisado Gendry, que corrió con el mensaje de que aquel pequeño ejército estaba rodeado, demostrando sus dotes de maratonista.

Eso, sin entrar en el terreno de las decisiones estratégicas también al borde de la lógica: aquella expedición fue la primera de una serie de ataques suicidas que, de alguna manera, y contradiciendo la lógica implacable de Martin y su saga, los personajes sobrevivieron, haciendo gala de la armadura hecha de trama que portan. Los cuestionamientos sobre las estrategias se repitieron durante la batalla contra el Rey de la Noche, donde el show incurrió en otra de sus tendencias de los últimos tiempos: en nombre de la emotividad, rompió las reglas que habían sido establecidas durante temporadas y liquidó al villano que representa la muerte de un cuchillazo sorpresivo. De la misma manera, el pasado domingo uno de los supuestamente indestructibles dragones murió atravesado por las flechas, luego de que su madre decidiera, en otra torpe decisión estratégica, llegar a Desembarco del Rey en la primera fila. Los dragones que habían asomado indestructibles, de repente se muestran frágiles como el papel de arroz, porque la trama así lo precisa: el primero de los hijos de Dany había caído gracias al inverosímil lanzamiento de una jabalina de hielo que atravesó unos 300 metros a una velocidad de 200 kilómetros por hora... Magia, ponele.