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DR. JOSE LUIS KAUFMANN (*)
Queridos hermanos y hermanas.
En la Ordenación General del Misal se indica: “Los gestos y las posturas corporales del sacerdote, del diácono y de los ministros, como del pueblo, deben tender a que toda la celebración resplandezca con dignidad y noble sencillez, que se comprenda el verdadera y pleno significado de cada una de sus partes y que favorezca la participación de todos. Por lo tanto se prestará mayor atención a todo lo determinado por esta Ordenación General y recibido de la praxis del Rito romano, que lleve al bien común espiritual del Pueblo de Dios, antes que cualquier inclinación personal y arbitraria. La uniformidad de las posturas observada por todos los participantes es signo de la unidad de los miembros de la comunidad cristiana congregada para la sagrada Liturgia: pues expresa y fomenta la comunión de espíritu y sentimientos de los participantes” (42).
En algunos lugares llama la atención, y hasta provoca cierto escándalo, que haya cristianos “que se cortan solos”, es decir que no integran la comunidad que celebra el Misterio de nuestra fe, sino que se queda en el fondo del templo cuando hay suficiente y sobrado lugar en las cercanías del altar. Si todos juntos formamos un cuerpo, cabeza y miembros, ese cuerpo está roto o fraccionado cuando no hay una unidad de conjunto.
Durante la celebración de la Misa ha de evitarse todo “paseo turístico” por altares laterales
Los cristianos que se acercan a un templo para participar de la celebración de la Misa deben ir ocupando libremente los primeros lugares y así evitar toda distracción con motivo de los que van llegando después.
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Durante la celebración de la Misa ha de evitarse todo “paseo turístico” por altares laterales o imágenes de devoción privada, lo cual ciertamente molesta para la atención de quienes están celebrando la actualización del Misterio Pascual de Jesús. Nadie tiene derecho a hacer sus gustos personales en detrimento de la comunidad que está celebrando el mayor acto de culto de la Iglesia.
Resulta antipático que el sacerdote celebrante o alguno de los ministros del altar se vea obligado a rogar a los que se ubicaron en el fundo que tengan la bondad de adelantarse. Además, para el sacerdote es mortificante sufrir la distancia de los fieles que dislocan o fraccionan el conjunto de la Asamblea litúrgica.
De todos modos, la Ordenación General del Misal expresa al respecto: “Para lograr esta uniformidad de gestos y posturas durante una misma celebración, obedezcan los fieles a las moniciones que hacen los diáconos, o el ministro laico o el sacerdote, conforme a lo establecido en el Misal.
No corresponde usar el celular u otro aparato digital durante la celebración de la Misa, sino que todos deben participar de modo activo de la Liturgia. Además, todo se desarrolla en lengua vernácula y no se necesitan traducciones. El individualismo no tiene lugar en una Asamblea cultual.
Está previsto que el sacerdote que preside la celebración tenga un contacto visual con todos los integrantes de la Asamblea, lo que favorece la unidad de todos en la misma vivencia de la fe. Por lo cual, los que permanecen distanciados, habiendo suficiente espacio en las cercanías del altar, impiden esa comunión fraterna que sólo es posible por la actitud interior, orante y expresiva, de identificación con el Misterio que se celebra.
Si hubiese columnas que forman más de una nave en el templo, nadie debe quedarse oculto detrás de ellas, precisamente para mantener la unidad del conjunto.
Los cristianos que tienen fe y conocen la trascendencia de la celebración de la Misa siempre han optado y optan por ubicarse en las cercanías más próximas al altar a fin de vivir con atenta devoción los misterios centrales de nuestra fe.
(*) Monseñor
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