En 42 y 126 otro club de fútbol infantil jaqueado por los robos y los destrozos
Edición Impresa | 2 de Julio de 2019 | 02:28

En el club “9 de julio” de 42 y 126, El Dique, Ensenada, unos 100 chicos de escasos recursos realizan actividades deportivas, toman la merienda y -cuando se puede- almuerzan. Desde su creación, hace unos 12 años, la institución progresó de diversas maneras por el esfuerzo de los vecinos y de quienes fueron haciéndose cargo en sus distintas etapas.
Desde hace dos meses, Mauro (37) y Darío (38) están a cargo del grupo de fútbol infantil. “Trabajamos día a día”, le dijo a EL DIA Mauro. En el tono de su voz se escucha un dejo de resignación. Ese hilo se diluye al recordar que todo eso aleja a los nenes de los peligros de la calle.
El cuadro se debe a que el fin de semana, por sexta vez en lo que va del año, entraron predio y lo saquearon. Destrozaron una cocina, puertas y hasta un paredón. “Se metieron por la parte de atrás, donde entrenamos”, le explicó Mauro a este diario.
Una vez dentro del sector de la cancha, los dirigentes se acercan a la zona del buffet que funciona durante las jornadas de competencia. Así, se solventan gastos y el colectivo que traslada a los chicos cuando juegan como visitantes.
Para entrar al buffet, un “elegido” se introdujo por un minúsculo espacio entre el techo y la pared. Luego abrió la ventana por donde se expenden los pedidos, garantizando el ingreso del resto de sus compinches. Así calculan en el Club que fue la última operación.
El club linda con el destacamento N° 2 del cuartel de Bomberos Voluntarios de Ensenada, pero los rescatistas “no escucharon nada”, señaló el dirigente.
Entre las cosas que se llevaron, las más difíciles de reponer son dos freidoras industriales y dos garrafas de gas (entre todos los hurtos sumados, llevan nueve), aunque también sustrajeron unas 40 hamburguesas y papas que conservaban en un freezer. “La cocina intentaron y se ve que se arrepintieron, porque la encontramos con Darío en el terreno de atrás tirada”, manifestó el joven.
En esta oportunidad no llegaron a destruir las instalaciones. Según relató Mauro, “generalmente vienen y rompen todo. Hemos tenido que cambiar cables, reflectores, puertas. Hubo muchos episodios en los que tuvimos que limpiar los vestuarios porque había excrementos en el piso”, lamentó.
“A nosotros nos cuesta mucho reponer lo que nos roban. Acá, todo se hace a pulmón. Ya no sabemos cómo pararlos, si vos te ponés a mirar parece una cárcel esto más que un club abierto para los chicos”, lamentó Mauro. Asimismo, sostuvo que en el cuarto que funciona como depósito ya no guardan nada. Desde que empezaron a ser objetivo de las banditas, cada entrenador regresa a su casa con la vestimenta completa de su equipo.
El objetivo es sumar la categoría de juveniles en “un futuro próximo”. Aunque, con la seguidilla de escruches, “se hace muy difícil pensar en seguir”, exclamó el directivo. “Esto es maldad pura, acá vienen nenes con muy pocos recursos, algunos que no tienen ni para comer en la casa”.
Los interesados en donar herramientas, artículos de limpieza, alimentos no perecederos, garrafas de gas o cualquier otro elemento útil, se pueden comunicar al (0221) 15-5648501.
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