Más allá del fenómeno “Toy Story”: el monopolio de Disney como síntoma
Edición Impresa | 2 de Julio de 2019 | 03:40

Por PEDRO GARAY
“Toy Story 4” no detiene su marcha triunfal en las boleterías: sumó casi un millón de espectadores este fin de semana, superó los tres millones de boletos cortados y buscará en vacaciones de invierno alcanzar los cinco millones de tickets expendidos para convertirse en la película más vista en cines argentinos en la historia, título que ostenta “Minions” con 4,9 millones de espectadores. Todo un reflejo de los tiempos que corren, donde Disney pelea en la taquilla contra Disney y hace gala en las boleterías del mundo de un poderío inusitado en el mundo del espectáculo que continúa desplazando la diversidad cinematográfica en pos de la “comodidad” del monoconsumo.
Los números indican que “Toy Story 4”, también líder en los cines del mundo, esta semana contabilizó 933.814 espectadores en las más de 700 pantallas que ocupa en todo el país, dejando muy lejos otra saga exitosa, “Annabelle 3: Viene a casa”, estreno del último jueves que sumó 285.481, según el portal Ultracine.
Las cifras colocan a “Toy Story” solo debajo de “Avengers: Endgame” en la lista de los títulos más vistos de 2019 en el país, y aunque la reunión superheroica parece frenada en 3.9 millones de entradas vendidas, tendrá un reverdecer desde el 11 de julio, cuando se reestrene con material adicional. No hace falta aclarar que “Avengers” es propiedad de Marvel... que es propiedad de Disney.
¿Quiénes conspiran contra el dominio absoluto de “Toy Story” en la taquilla de invierno? Se vienen “Spider-Man: Lejos de casa” y “La vida secreta de tus mascotas 2”, pero da la sensación de que, en rigor, esas cintas son las que tienen más para perder al estrenarse en una cartelera dominada por “Toy Story” y otras cintas de Disney. De hecho, en los últimos meses fueron varios los ejemplos de filmes que deberían haber funcionado mejor, películas estadounidenses pensadas para un público joven (“Nosotros”, de Jordan Peele, el creador de la exitosa “Huye”, el principal ejemplo), pero que pasaron con más pena que gloria por los cines.
“Toy Story” seguramente verá caer sus cifras producto del paso del tiempo, y quizás ceda el primer puesto, pero la única amenaza real a su reinado es... “El Rey León”, la reversión “live action” del clásico animado de la Casa del Ratón (aunque en rigor, es animada: no se entrenaron leones, sino que estamos ante una remake animada por computadoras de una cinta de animación tradicional) que llega a los cines el 18 de julio, en plenas vacaciones de los chicos.
Si Simba y compañía tienen el éxito proyectado, Disney, a través de sus diversos estudios, tendría las ¡siete! películas más vistas del año en Argentina (a la espera del estreno de la última parte de la saga original de “Star Wars”, también destinada a cifras siderales), sumándose a “Avengers: Endgame”, “Toy Story 4”, “WiFi Ralph”, “Capitana Marvel”, “Aladdin” y “Dumbo”. Tremendo.
Por supuesto, en tiempos de recesión, los cines locales abrazan estos estrenos y les abren sus salas: el boom de “Avengers” y el de “Toy Story” dieron a los cines 7,2 millones de espectadores, lo que produjo un incremento en la asistencia tanto en junio (se superaron los 6 millones de espectadores) como en la primera mitad del año (se vendieron 23,7 millones de entradas contra 22,2 millones en el período enero-junio de 2018), según el sitio Otros Cines. Un aumento de 1,5 millones de tickets en medio de una fuerte crisis en el país.
EL MONOCONSUMO
Pero la “concentración” de públicos en un puñado de títulos trae aparejados varios problemas para el cinéfilo: los cines ceden casi todas sus salas a Disney y relegan otro tipo de títulos, lo que reduce la variedad de la oferta y también la variedad de horarios. El cine es cada vez más dominado por el sector más consumidor, los jóvenes, que toman por asalto la cartelera por prepotencia de billetes. La sociología ya especula sobre el impacto que tiene en el espectador este monoconsumo de fast food cinematográfica, mientras el cinéfilo migra a los circuitos alternativos, espera los festivales o se vuelca a opciones menos que legales en su hogar.
Las cifras son contundentes: el año pasado, casi la mitad (el 46%) del total del público se repartió en diez títulos. Con Disney, claro, en punta, con los tres más vistos de la temporada (“Los Increíbles 2”, “Coco” y “Avengers: Infinity War”). Hay que tener en cuenta que en Argentina se estrenan entre cinco y diez títulos por semana...
Pero no es el caso solo de Argentina: en 2017 cuatro de las diez cintas más vistas a nivel mundial fueron de Disney, mientras que el año pasado, tres de las cinco más taquilleras pertenecieron a uno de los estudios del Ratón Mickey. Este año tiene las tres cintas más vistas de la temporada ya son de Disney, sin estrenos en el horizonte que puedan desbancarlos (excepto los propios). Y “Toy Story 4” por ahora es solo quinta (la animación funciona particularmente bien en Argentina, pero no tanto a nivel global: aquí, la cinta más vista de todos los tiempos es “Minions”, mientras que el año pasado tres de las cuatro películas más taquilleras fueron animadas). ¡Y faltan “El Rey León” y “Star Wars”!
¿En qué se basa el descomunal poderío de la Casa del Ratón? En dinero, claro (acaba de comprar a uno de los seis grandes estudios estadounidenses, Fox, y agranda así su dominio), pero dinero dirigido a un sentido: alimentar la industria de la nostalgia. No por nada Disney invirtió en Marvel y Lucasfilms, la compañía dueña de “Star Wars” e “Indiana Jones”, que producirán en los próximos años diversas secuelas y spin offs para cine y tevé de esas sagas clásicas. Y mientras compra otras propiedades y las revive en un mercado ávido de revisitar esos personajes familiares, echa mano de su profundo catálogo para rodar más “remakes”: no puede fallar.
Y esa es la clave del monoconsumo: el gran público busca algo familiar, “más de lo mismo”, cuando sale al cine. Secuelas, remakes, reboots: la importancia tranquilizadora de un espectáculo familiar y feliz (frente al caos del mundo) ha sido ya explorado en numerosos “papers” académicos; y también juega el hecho de que, con el costo del ticket, nadie quiere sorpresas. Y así se revela el principal costo de esta tendencia: estamos ante un momento particularmente conservador de la principal industria de cine a nivel mundial.
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