Qué hacer con la economía, un tema decisivo que se discute poco en el final de la campaña

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Ricardo Rosales

prensa.rosalesr@gmail.com

Un debate técnico y otro político: el primero, sólo a nivel de especialistas pero de alto impacto si se mira la Argentina de los próximos años; y el otro, electoral y entre medias palabras, sin definiciones claras. Quizás una de las novedades del último tramo de la campaña es el mínimo nivel de discusión desde la oposición y del bloque K, de un plan económico para los próximos años. Los decibeles de esos mensajes apenas tocan eslogan como “ajuste del ajuste”, el imperialismo del FMI o recuperar el crecimiento económico y otros lugares comunes sin transparentar con claridad cuales serán las medidas concretas y programas de gobierno para que la Argentina vuelva al desarrollo, la generación de empleo y termine con la inflación.

El gobierno tampoco ha dado señales de qué hará con la economía más allá de 2020 si gana las presidenciales, aunque ha establecido un marco más preciso y cuestiones básicas confirmadas: continuar con la tutela del FMI, la disciplina fiscal, una ortodoxia monetaria para bajar la inflación, la apertura económica y el cumplimiento de los compromisos financieros. En algún momento de la campaña, se daba por natural que la oposición basara sus mensajes en resaltar los fracasos económicos del oficialismo, una crítica fácil y propusiera algo diferente. Pero la realidad parece presentarse adversa y contradictoria para ese discurso: las huestes K y PJ en la Provincia y la que sustenta a Alberto Fernández difieren, a veces en público, otras en privado, sobre la “herencia” del macrismo y que hacer.

La intervención del FMI más allá de 2020 está fuera de dudas para cualquier oferta electoral al igual que la necesidad de tener superávit fiscal y cumplir con los compromisos financieros, salvo que alguno de estos puntos fuera repudiado y la economía Argentina ingresara en un espiral descendente, sin freno a su caída.

Distintos sectores K y del candidato Fernández han visitado en semanas pasadas inversores y centros financieros de Nueva York y Washington DC, intentando llegar con un mensaje de tranquilidad, que no se harán locuras en Buenos Aires, si ganan las elecciones. No lograron los objetivos, aunque insisten en el discurso económico moderado. Y de allí se puede desprender la limitada exposición que ahora la oposición Fernández/Fernández está dando al capítulo económico.

Cargar las tintas sobre el FMI, la deuda, las tarifas y proponer algo opuesto, como sería lo tradicional para el kirchnerismo, aumentaría los niveles de ingobernabilidad, dólar y rompería puentes indispensable con la administración Trump, en caso de lograr un triunfo electoral en los próximos meses. No se trata de una especulación sino de una realidad muy concreta del punto de vista que existe en el exterior de inversores, fondos, y gobiernos del G-20. En cuanto al primer debate, el técnico que se desarrolla en ámbitos más cerrados, las opciones de dureza apenas difieren en detalles. No es ajena la política a estos escenarios, aunque buena parte prefiera mirar para otro lado, incluso alguno de los gobernadores moderados que ganaron sus provincias.

El combo de políticas para sacar a la Argentina de décadas de estancamiento e inflación rotan alrededor de varios ejes conocidos y pospuestos una y otra vez. El equilibrio fiscal es imprescindible para terminar con la inflación, pero al mismo tiempo por la urgencia de eliminar impuestos, bajar la carga tributaria de los asalariados y concretar reformas que hagan viable la economía local frente a otros países regionales. Y esto significa una reforma laboral y otra jubilatoria y la supresión de los Ingresos Brutos, a los Débitos, las retenciones, para señalar solo algunos de los tributos más distorsivos. La disciplina fiscal es también un requisito para bajar el nivel de deuda y hacer sustentable esos compromisos financieros en el largo plazo. Una renovación del acuerdo con el FMI es inevitable e insustituible dado la incapacidad de la Argentina de recurrir a los mercados voluntarios y el organismo internacional pedirá casi seguro por estas reformas, algunas de las cuales ya tuvieron curso en países como Brasil, México y otros de la región.

En cuanto a datos de la coyuntura, la Universidad Di Tella dio a conocer el Índice de Confianza del Gobierno que se incrementó en julio 6,1% continuando la recuperación iniciada en mayo, con un incremento trimestral acumulado de 28,8%. El actual nivel de confianza en el gobierno es 10% más alto que el de la última medición del gobierno de CFK. En ese sentido, el promedio de la actual gestión (2,30) está ligeramente por debajo de la gestión de Néstor Kirchner (2,49) y superior a las dos de CFK (1,71 y 1,83). Con respecto el Índice Coincidente de Actividad Económica (ICAE) de junio de la UTDT, mostró una caída de 0,57%. La actividad económica tocaría piso en el 2 trimestre del año, con una mejora desestacionalizada de 0,87%. Hacia adelante se espera que el repunte del consumo dé continuidad al rebote, al menos hasta octubre.

 

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