En Gorina los vecinos no saben qué hacer con los escruches: “Entran por los techos”
Edición Impresa | 4 de Agosto de 2019 | 05:51

Atilio (72) prestó la casa. Susana (43) y su madre (80), del mismo nombre; Verónica (45); Paula (37), Virginia (37); Osvaldo (63); Juan Ignacio (37) y Rodrigo (29) acudieron a la convocatoria. Todos ellos (y algunos más que no pudieron acercarse) forman parte de un grupo de vecinos que se sienten “abrumados” por los robos y “abandonados por las autoridades”, según reflejaron en diálogo con este medio.
Varios de los presentes en el inmueble de 139 entre 472 y 473, lugar elegido para la reunión, fueron víctimas de un escruche (robos en ausencia), la modalidad que “reina” en la zona, con una particularidad que se hizo constante en el último tiempo: para ingresar en las fincas los ladrones levantan los techos y rompen el cielorraso.
Quien primero tomó la palabra para relatar el robo que sufrió fue Susana, una frentista de 473 entre 139 y 141. Su madre llegó al barrio en 1950, “cuando esto era todo campo y había dos familias”, recordó. Y aclaró que, si bien la inseguridad que se vive en la zona “no es de ahora”, en un mes se registraron al menos cuatro episodios delictivos “sin respuesta por parte de la Policía”.
“A nosotros nos llamó la gente de la alarma a las 4 de la madrugada del lunes pasado, porque la habían arrancado. Vine a ver y ya estaba el móvil de la empresa esperando en la puerta. Como la casa está al fondo, no se llega a ver mucho desde la calle”, comenzó explicando Susana. Como la abertura principal no presentaba ningún daño, la mujer dijo “no pasó nada” y recibió una respuesta determinante: “Señora, están entrando por los techos”.
“Y así fue, cuando abrí la puerta me encontré con el machimbre roto y las chapas desclavadas. Se veía el cielo”, añadió. Un breve repaso por sus pertenencias le reveló que faltaban “algunas herramientas”. Asimismo, en el alambrado que la separa de la vivienda de al lado descubrió un agujero. Esa misma noche, a su vecina le robaron de igual forma. Ese tipo de atraco, añadió, “se inició en El Chaparral, en la casa de una conocida nuestra. Después en un gimnasio y ahora se ‘vino’ para acá”.
La situación no terminaría con ese hecho. Dos días más tarde, otro sector del perímetro fue violentado, esta vez en el espacio que limita con la propiedad de Osvaldo. Para marcar esa entrada, “le pusieron una bolsa negra atada”. En la misma semana, “en 474 y 139 saquearon otra casa, se llevaron hasta los muebles”, confirmaron.
El problema para Atilio es que “Gorina creció de forma desmedida y no están preparados para cubrir las necesidades” de esa parte de la Ciudad. En ese sentido, el jubilado sostuvo que “tuvimos dos robos grandes en los últimos 15 días y ninguna respuesta concreta de parte de las autoridades”.
El grupo tiene una sospecha sobre quién o quiénes estarían detrás de los golpes, y afirman que “en la Comisaría conocen” la identidad de los delincuentes.
Por otro lado, remarcaron que ya se hicieron reuniones con la Policía, “pero no sirven porque cambian constantemente a los comisarios”. “Al menos”, comentó Virginia, “lograron terminar hace dos meses con el kiosco de venta de drogas que funcionaba en la zona de 472 y 139”. En el verano, conforme describieron los vecinos, en ese lugar se registró un tiroteo entre bandas que culminó sin detenidos.
VANDALISMO con un fin
El área más afectada está comprendida entre 138 a 141 y de 472 a 474. Las “pocas luces que hay las rompen para tenerla más fácil, y después tardan meses en venir a arreglarlas”, reclamaron. Durante ese lapso, “tenemos que movernos a oscuras por la noche, con miedo a que nos ataquen y temiendo que nos entren” en las viviendas, remarcaron.
En una de esas “esporádicas” reparaciones, Rodrigo se acercó a los técnicos y les ofreció “comprar una jaula entre todos los vecinos para que recubrieran las luminarias”.
También presentaron notas firmadas “para pedir iluminación, arreglo de calles y más seguridad en general para toda la zona”, señalaron.
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