En pocas horas, otros tres edificios platenses golpeados por delincuentes

En 38 y 18, se metieron en 3 departamentos. A uno lo desvalijaron. En 61, 3 y 4 se llevaron una bici. En 38, 5 y 6 “entran a cada rato”, dicen

Edición Impresa

Hasta no hace mucho, mudarse a un edificio daba un estado de seguridad que la residencia en el barrio más seguro no garantizaba. Ya no, por lo menos en La Plata. En el lapso de unos pocos meses se conocieron las andanzas de una pareja de jóvenes bien vestidos que hizo desastres en edificios de La Loma y en la zona de la Plaza Máximo Paz, sumadas a los incontables incidentes que viene protagonizando una bandita de menores que gusta de colarse en las torres situadas en los alrededores de Plaza Yrigoyen, sin más pretensiones que llevarse lo que esté a la mano, en general, bicicletas o motos.

En las últimas horas se conocieron otros tres casos que no tendrían conexión entre sí, pero algunos podrían estar relacionados con los casos mencionados antes.

Uno de estos hechos pasó el miércoles en un edificio de 38 y 18. Y fue el segundo en dos semanas. La víctima, que por miedo no dio más datos que su edad -33 años- contó que ese día, como cualquier otro, salió de su departamento a las 9.30 de la mañana para ir a trabajar y al regresar, a las 15.30, se encontró con lo imprevisto.

“Cuando llegué vi la puerta entornada, pero pensé que la había dejado abierta”, recordó, resistiéndose a admitir la peor hipótesis, hasta que se acercó y notó que estaba forzada. La del departamento lindero también. Y la de abajo. Temerosa de que los intrusos pudieran seguir dentro de su casa, la mujer fue a pedir auxilio entre sus vecinos. Una vez que lograron entrar notó que, en particular, su pieza estaba “toda revuelta, con cajones tirados”. Revisaron también la alacena, los cajones de la mesita del televisor, y hasta las carteras y cajas de zapatos.

Hasta hace poco, vivir en un edificio daba “seguridad”. Ahora, los escruches son habituales

 

Sin que quede claro cuántos eran, cómo entraron o el modo en que se fueron, se sabe que los ladrones se llevaron “una computadora, una Tablet, una cámara Go Pro, dólares, pesos, perfumes importados y cosas de oro”, detalló la damnificada, aunque aclaró que “lo peor es la sensación de que estuvieron en mi casa. Estoy súper asustada”. En el edificio nadie escuchó los golpes que debieron hacer los delincuentes para forzar las cerraduras; “sólo que sonaba el timbre”, apuntó, aunque todos recordaron luego que en los días previos “hubo una situación rara, con una pareja que quiso entrar. Les consultaron si buscaban a alguien y después de dar una respuesta dudosa abandonaron el lugar”.

Ese mismo día, pero a la noche y en un edificio de 61 entre 3 y 4, un solitario ladrón que llegó en bicicleta se fue en otra de alta gama que estaba en la cochera. Según contó a este diario Agustín Saiz (21), un estudiante universitario de Tandil que vive en esa torre de 10 pisos, a las 11 de la noche del miércoles “el muchacho dejó su bicicleta sobre la vereda y entró por la puerta principal del edificio”, aunque nadie puede asegurar si la abrió con “un alambre u otro elemento”. Se sabe que anduvo por los pisos, a donde accedió por las escaleras, pero no intentó entrar en ningún departamento. “Al final fue al sector que comunica la planta baja con la cochera y de ahí robó una bicicleta de alta gama con cambios de velocidades”, describió Agustín. Aparentemente el rodado no sería de ningún habitante del edificio, sino de un inquilino de la cochera.

En el lugar comentaron también que “ya hubo robos en otros edificios de la zona” que fueron filmados por cámaras privadas, igual que este incidente.

El último episodio tuvo como escenario una torre de 38 entre 5 y 6. “Es el tercero en tres meses”, contó Hernán (37), un vecino del lugar: “La primera vez robaron en el 1er piso, se lo dieron vuelta después de romperle toda la puerta”. Cuentan que siempre actúan igual, “tocan el timbre para ver si hay gente, y si no hay nadie se mandan”.

En los otros dos casos barretearon los accesos con una varilla de metal, lo que convenció a los frentistas en invertir en medidas de prevención. Actualizaron las cámaras y “la puerta de seguridad de la escalera está todo el tiempo cerrada con llave”, puso como ejemplo el vecino.

Por allí todos sospechan que detrás de la seguidilla están los mismos responsables. Y comparten el miedo de que “escale en una entradera”, a pesar de ser una zona “muy transitada” y estar ubicados a “dos cuadras (del edificio) del Servicio Penitenciario (bonaerense)”.

Las noticias locales nunca fueron tan importantes
SUSCRIBITE