La gesta de Old Trafford: ni el Barça pudo igualar a Estudiantes
Edición Impresa | 16 de Octubre de 2020 | 04:13

Por CÉSAR VEIGA
Se cumplen hoy 52 años de la obtención, por parte de Estudiantes, de la Copa Intercontinental, trofeo levantado por el equipo albirrojo de Osvaldo Zubeldía en el mítico Old Trafford, frente al Manchester United. Y toda la familia Pincharrata lo celebra, como corresponde, porque desde entonces, el 16 de octubre pasó a ser una fecha imposible de olvidar.
Contra todos los pronósticos, y un gol convertido por Juan Ramón Verón, un equipo argentino se hizo dueño del mundo en una final tremenda, con partidos de ida y vuelta, que se definió tras un empate 1-1 en Inglaterra, luego de la ventaja 1-0 conseguida en Buenos Aires, cancha de Boca, con un grito que hizo posible Marcos Conigliaro.
El festejo de aquel conjunto estudiantil, que se multiplicó en La Plata, y continúa siendo recordado cada año que pasa con expresiones renovadas de generaciones de seguidores que se actualizan cada año, recordando a un grupo de futbolistas que fueron convertidos en héroes.
“La Tercera que Mata fue la base de todo”, recuerda con orgullo Miguel Ubaldo Ignomiriello cuando se lo invita a recordar la histórica campaña de Estudiantes, aquella que llegó a lo más alto con la consagración frente a Manchester United, en Old Trafford, el 16 de octubre de 1968. Para destacarla en toda su dimensión, el viejo maestro recuerda que “ni siquiera el Barcelona”, en el partido que le ganó al Pincha en la final del Mundial de Clubes 2009 pudo equiparar lo realizado por el club platense. Con detalles que tienen tanta precisión, que verdaderamente asombran.
“El equipo campeón del ‘68 tuvo 14 jugadores en la lista de buena fe de 18, del proyecto de trabajo que se comenzó a elaborar en el ‘64. Un cien por ciento de futbolistas argentinos con una edad promedio de 24,6 años y siete titulares, más Juan Echecopar que entró en el segundo tiempo. No lo repitió ni el Barcelona, que en el recordado partido contra Estudiantes, en Abu Dabi, tuvo a cuatro futbolistas surgidos de La Masía, con un presupuesto anual varias veces millonario”, resumió Don Miguel.
La estructura, conocida popularmente en la actualidad como La Masía, engloba la residencia y academia formativa del Fútbol Club Barcelona y toma su nombre de la sede original, la Masía de Can Planes, una antigua casa de campo construida en 1702. En 2011 cerró sus puertas en una ceremonia que dio paso a un nuevo centro formativo, ubicado en la Ciudad Deportiva Joan Gamper. Para tener una mejor idea de lo que significa para el club catalán, en la última temporada se le otorgó un presupuesto de 47,5 millones de euros.
Por eso Ignomiriello se anima a destacar que “nunca volví a ver un caso similar en el mundo del fútbol”, y para certificarlo, este hombre de 93 años, empieza a enumerar, uno por uno, cómo fueron surgiendo jugadores que luego de alcanzar la gloria se convirtieron verdaderos héroes. Juan Ramón Verón, Alberto Poletti, Carlos Pachamé, Oscar Malbernat... Ellos fueron promovidos por Osvaldo Zubeldía, quien en definitiva terminó siendo el hombre clave para el éxito final.
Responsable de la recordada Selección Fantasma, un equipo alternativo que en el ’73 le ganó a Bolivia en la altura de La Paz, donde el actual seleccionado acaba de repetir, Ignomiriello asegura que “ahí no se juega, sino que se gana”, y volviendo a lo que rodeó la coronación de Estudiantes, sigue haciendo gala de su buena memoria: “Poletti me llamó la atención cuando lo vi atajar en Sacachispas y quise traerlo. Ya había siete arqueros, pero insistí porque tenía cosas diferentes. Sentí que era el sucesor de (Gabriel) Ogando”, y de Eduardo Luján Manera destacó: “Era un fenómeno, jugaba de ‘9’ y aunque convirtió 18 goles en el primer torneo, lo puse de marcador de punta”, posición desde la que fue un verdadero pilar.
Esos juveniles, con la debida formación, quedaron con el tiempo en manos de Zubeldía, junto a quien dejaron huella en Argentina, América y el Mundo. Una etapa que Ignomiriello comienza a relatar en los siguientes términos: “En el ‘63 (el presidente) Mariano Mangano me buscó para ir a Estudiantes y le comuniqué el plan de trabajo que tenía pensado. La idea era aplicar una experiencia de veinte años, tenía todo muy claro”.
Como detalles anecdóticos cuenta que en aquellos tiempos no había en el club vestuarios ni cancha auxiliar para entrenar, mucho menos ropa y utilería. Esto se corrigió en el marco de una serie de avances que incluyeron múltiples cuestiones, como un alojamiento y métodos de entrenamientos impensados por entonces. Como entrenar en doble turno.
Cuando el equipo albirrojo alzó la Copa en Old Trafford se pudo observar el final de una verdadera obra maestra, el broche de oro para una cadena de éxitos de un movimiento futbolístico que comenzó desde el escalón más bajo, porque recordar que en el ‘63 Estudiantes ocupó el último puesto en la clasificación de la AFA. Una vuelta de página que siguió con la convocatoria a Ignomiriello, por parte del presidente Mariano Mangano, para construir algo nuevo.
Así empezó a ganar espacio de grupo de trabajo que puso en marcha una convocatoria de jugadores que incluyó también a Raúl Madero, Enry Barale y Hugo Spadaro, entre otros, para un proyecto que alcanzó su grado de maduración con Zubeldía, desde lo que tiene que ver con el aspecto táctico-estratégico, y Jorge Everaldo Kistenmacher, un auténtico renovador en los métodos de entrenamiento futbolístico, líneas disciplinarias que hicieron hincapié en la educación física, las prácticas diarias en horario matutino, las concentraciones previas a los partidos y rigurosos planes nutricionales para cada uno de los deportistas.
Con Carlos Aldabe a cargo del equipo principal, se produjo un leve repunte, en el ‘64 asomaron Eduardo Flores y Juan Ramón Verón, y en medio de la búsqueda de un proceso superador se instala como punto de partida esa Tercera que Mata, así denominada, según lo reconoce Ignomiriello, “desde las páginas deportivas del diario EL DÍA”.
Explicó que “después de un partido de domingo, en el que el equipo terminó 1-3 el primer tiempo y lo transformó en un 6-3 a favor, el título fue: “La tercera no gana, mata”.
Lo demás fue una consecuencia: “En el ´65 llegó Zubeldía, la Tercera se afirmó y su aporte desembocó en el título de campeón logrado en el Metropolitano ´67, tras lo cual se consiguió el subcampeonato invicto en el Nacional...”, completa quien en definitiva construyó las bases de un equipo que el 16 de octubre de 1968, es decir 52 años atrás, marcó toda una época y es el orgullo de varias generaciones de hinchas que eligieron identificarse con el rojo y blanco de la camiseta de Estudiantes.
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