La “fatiga pandémica”, la otra gran amenaza a enfrentar

A siete meses de establecidas las medidas de aislamiento social en nuestro país, la adhesión que éstas despiertan en la sociedad argentina, incluso en los sectores más convencidos de sus beneficios, parece ser cada vez menor. Muchos de quienes en marzo pasado cumplían con la cuarentena a rajatabla hoy tienden a relajar las medidas de prevención de distintas maneras exponiéndose a contagios ya sea por hartazgo, apatía o necesidad.

Pero lejos de tratarse de una reacción propia de nuestro país -que lleva adelante una de las experiencias de cuarentena más largas a nivel mundial-, la “fatiga pandémica” constituye un fenómeno que comienza a observase también en Estados Unidos y Europa, y que genera enorme preocupación. Y es que en medio del rebrote de casos que trajo la llegada del otoño al hemisferio norte, muchos especialistas en salud pública temen que ese hartazgo social podría resultar devastador.

“La fatiga pandémica está carcomiendo el cambio en el comportamiento inicial de la sociedad en general (el que se dio en los primeros meses de la pandemia) y está aumentando el resentimiento colectivo contra otras medidas de salud pública”, advirtió días atrás la asesora de la Organización Mundial de la Salud (OMS) Katrine Bach Habersaat.

“La gente ha hecho grandes sacrificios. La pandemia ha tenido un costo extraordinario que nos ha agotado a todos, sin importar dónde vivamos o qué hagamos”, reconoció también Hans Kluge, el director europeo de la OMS, organismo donde estiman que aproximadamente la mitad de la población está experimentando “fatiga pandémica”.

DESGASTE EMOCIONAL

La fatiga pandémica es el desgaste emocional producido por las tensiones y preocupaciones acumuladas durante los últimos meses como consecuencia de la frustración ante las restricciones y medidas impuestas por los gobiernos, el miedo a enfermar o a contagiar a otros, la amenaza de una situación económica inestable y el temor a perder el trabajo.

Como resaltan los expertos, la frustración, la rabia y la incertidumbre acumulados durante demasiados meses habría terminado por imponerse, en gran parte de la población, sobre la sensación de miedo al contagio y confianza en el futuro que al principio de la pandemia llevaba a la mayoría a extremar los cuidados.

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Un estudio realizado recientemente por la plataforma YouGov para establecer las opiniones sobre el tema en diferentes países del mundo reveló que el apoyo social a las medidas encaminadas a poner en cuarentena a las personas que han tenido contacto con algún paciente infectado ha bajado en promedio del 78% al 63% a nivel mundial.

Los expertos en salud mental vienen advirtiendo desde hace tiempo sobre el peligro de vivir durante demasiados meses bajo esos niveles tan altos de ansiedad, sobre todo en sociedades como la nuestra en la que, en general, carecemos de las estrategias adecuadas de afrontamiento del estrés. Mucho se ha escrito también estos meses sobre el papel que ha desempeñado como causa de esos altos niveles de ansiedad, la saturación informativa.

Son numerosos los estudios que se han desarrollado en los últimos meses que dan cuenta del desgaste emocional y psicológico provocado por la pandemia y por el bombardeo de noticias relacionadas con la pandemia.

Si bien los diversos gobiernos han adoptado diferentes políticas, más o menos restrictivas para frenar el avance de la pandemia en sus territorios, el estudio observa en general un cansancio público y una tendencia creciente a arriesgarse a los peligros del coronavirus, por deseo o necesidad.

Sin un final a la vista, cada vez más personas asisten en masa a bares y reuniones familiares; o deben regresar a la escuela o al trabajo mientras las comunidades buscan resucitar sus golpeadas economías. En este contexto, la actitud de resistencia que se observaba al principio de la pandemia parece estar siendo superada por el agotamiento y la frustración.

En Europa, donde el virus está resurgiendo, la creciente sensación de apatía y cansancio podría contribuir a crear una combinación peligrosa, advierten muchos funcionarios de salud, quienes sostienen que hoy la fatiga pandémica constituye la otra gran amenaza a enfrentar para evitar un resultado devastador.