De los “zoompleaños” a la distancia social, los cambios que trajo la pandemia de COVID
Edición Impresa | 22 de Diciembre de 2020 | 02:35

Sanitizar, Wuham, tres gotas de lavandina en un litro de agua, alcohol al 70%, adenovirus, “zoompleaños”, tasa de letalidad, muertos por millón, ASPO, DISPO... la lista de cosas nuevas incorporadas y aprendidas en este 2020 de pandemia es interminable y la mayoría de ellas difícilmente serán olvidadas.
El 19 de marzo los argentinos quedaron congelados frente al televisor. La imagen que avanzaba desde Europa llegaba al país y ahora era el presidente Alberto Fernández quien anunciaba el Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio” (ASPO), segundo aprendizaje después de Wuham, la ciudad remota de la China donde todo comenzó. Argentina, como el resto del mundo vivía en una película de ciencia ficción.
“Todos tuvimos que empezar a gerenciar el impacto que la pandemia nos provocó, tuvimos que aprender a hacer teletrabajo, la escuela de los chicos... quienes tienen más recursos tuvieron más colchón, es cierto, pero lo que ocurrió con el coronavirus nos afectó a todos”, reflexiona la socióloga Silvina Arrosi, investigadora del Conicet.
Hubo que aprender a adivinar sonrisas tras los barbijos, a querer sin besos, a matear en soledad
La cuarentena golpeó de entrada especialmente a los comerciantes. “Al principio fue duro, no sabíamos qué hacer, había que pagar el alquiler, los empleados entonces se nos ocurrió abrir la verdulería”, cuenta Luis Navarro, un ex pizzero que por la pandemia pasó de vender 300 pizzas por día a menos de 10.
Como solía comprar los insumos para hacer sus pizzas y empanadas en el Mercado Central, a Luis se le ocurrió ampliar la lista y empezar a vender verduras. Así, en el pequeño espacio frente al local donde antes se amontonaban a comer los clientes, ubicó los cajones. “Ahora se reactivó un poco más, no es lo que era, pero vamos tirando y no tuvimos que cerrar”, se consuela.
Pasado el entusiasmo de los primeros días de ordenar hasta el último cajón al ritmo marcial impuesto por los tutoriales de Marie Kondo, la certeza de que el ASPO se había convertido en parte la vida cotidiana hizo lugar a la realidad. Ya no sólo había que preocuparse por sanitizar verduras y leer el tarro de lavandina para hacer la dilución correcta. ¿Acaso alguien había leído antes las instrucciones del tarro de lavandina? También hubo que aprender a adivinar sonrisas detrás de los barbijos, a querer sin besos ni abrazos o tomar mate en soledad.
“Una pandemia nos cambia la vida, con todas pasó lo mismo, en el comienzo del VIH había mucho temor, pero después aprendimos a incorporar al preservativo y hoy se avanzó tanto que parejas en las que uno es positivo y el otro no, pueden tener relaciones sin riesgo de infectarse porque se logró bajar la carga viral a niveles indetectables”, opina Omar Sued, presidente de la Sociedad Argentina de Infectología.
Para Sued, el coronavirus es también la oportunidad de replanteos. “Se ha revalorizado el rol del sistema de salud, de la importancia de que en cada ciudad tiene que haber alguien que se encargue de seguir a los enfermos, de hacer vigilancia epidemiológica, y también, a nivel mundial hay que revisar los sistemas de alerta. Vamos a volver a tomar mate y a poder abrazarnos pero hay otras cosas que no van a desaparecer, como el teletrabajo o la telescuela”, señaló.
TELESCUELA
“No me puedo imaginar cómo va a ser el regreso a clases pero sí que va a ser difícil, no poder abrazar a los chicos cuando lloran, pedirles que se mantengan lejos y lo más terrible, enseñarles que ahora no pueden compartir, toda una vida enseñándoles que tienen que prestar ...”, se lamenta Alejandra López directora de una escuela donde la mayor parte de los alumnos carece de conexión a internet.
“La mayoría tienen que compartir un celular con los hermanos y por lo general tienen planes prepagos”, explica Alejandra que pasó buena parte de la cuarentena sentada frente a la impresora de su casa armando los cuadernillos en papel para que los alumnos no se demoren en la tarea.
“Claramente la pandemia afectó el sistema educativo, profundizando la brecha educativa previamente existente. Tuvimos un 20% aproximado de estudiantes con acceso a educación sincrónica, es decir que cuentan con internet alta velocidad y un dispositivo para trabajar con sus docentes varias horas. Un 70% o 75% aproximadamente trabajó asincrónicamente, a través de WhatsApp o Facebook o a distancia intercambiando tareas en los tiempos de entrega de bolsones de comida”, indicó la pedagoga Silvina Gvirtz.
La pandemia afectó de manera significativa a los niños. “Desde un deterioro en las condiciones de vida para un número importante de chicas y chicos hasta una menor actividad física e incremento de tiempo frente a las pantallas. También sufrieron mayor ansiedad o depresión o miedos por el aislamiento social. Si esta pandemia va a generar una oportunidad para la mejora del sistema no lo sabemos todavía”, sintetiza la pedagoga.
También Arrosi, quien lideró una investigación del Centro de Estudios de Estado y Sociedad (Cedes) sobre cómo impactó el coronavirus en la vida cotidiana, cree que algunos cambios llegaron para quedarse, como la educación a distancia y el teletrabajo.
“Es cierto el debate cara a cara siempre es más interesante, pero esto también nos sirvió para darnos cuenta de que a veces no hace falta viajar una hora para una clase de inglés”, opinó Arrosi, quien si bien se muestra optimista con el futuro cree que “habrá que adaptarse a una nueva normalidad”.
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