El “cisne negro” que le dio un vuelco al escenario político
Edición Impresa | 16 de Marzo de 2020 | 01:57

Ricardo Rosales
prensa.rosalesr@gmail.com
Cisne negro, imprevisión, negligencia o lo que fuera, el escenario político y económico de la Argentina dio un vuelco en un puñado de días como resultado de la expansión del coronavirus, dejando expuesta otra vez una crisis que consume al país hace largo tiempo. El Presidente Alberto F. no mencionó el tema en su mensaje de apertura en el Congreso, descartando algo evidente que ya conmocionaba al mundo, siendo hoy el aspecto excluyente y casi único de la gestión oficial. El error local de haber minimizado una pandemia ha sido compartido por otros gobiernos, como el de Donald Trump que debió dar un giro de 180 grados en cuestión de horas y varios europeos que finalmente adoptaron medidas rigurosas de aislamiento a la población. Por distintas razones, los países han tratado de eludir el impacto económico que conlleva asistir la pandemia y proteger a sus ciudadanos, aunque la derivación es ineludible.
China reanudó la actividad luego de más de tres meses y reabrió las rutas de comercio tras una batalla que parece estar ganando, pero se desconocen las pérdidas económicas y el impacto sobre el comercio mundial.
El escenario de una recesión mundial durante el 2020 producto del combate al coronavirus dejo de ser una hipótesis, siendo hoy una realidad que se vive en los países desarrollados y se extiendo al resto del planeta.
La Argentina otra vez enfrenta un fenómeno mundial a la intemperie y con casi ninguna herramienta de política económica para morigerar esa recesión. Los economistas locales han comenzado a hacer algunas estimaciones sobre la caída del PIB que varía de un 2% a 3%, aunque son cálculos que habrá que corroborar con lo que realmente ocurra.
La renegociación de la deuda, que la gestión de Alberto F. había colocado como la partera de la reactivación, quedó en un segundo plano igual que las gestiones con el Fondo Monetario Internacional, que se retiró en silencio de Buenos Aires tras la última visita.
El golpe sobre la economía argentina excede el virus originado en China. Vaca Muerta, uno de los sectores emblemáticos con los cuales la gestión de Alberto F. proponía recuperar las inversiones y las exportaciones, quedó totalmente fuera de mercado y con un panorama desalentador. El reservorio no convencional de petróleo y gas ya venía con dificultades y sin un plan concreto, y la decisión de Arabia Saudita, con la interferencia del líder ruso Vladimir Putin, de elevar la producción derrumbó el precio del petróleo, dejando la extracción de shale fuera de todo cálculo económico.
También perjudica a EE.UU. el mayor productor mundial de shale. El fortalecimiento del dólar y la devaluación del real también complican las exportaciones a Brasil, el mayor socio comercial argentino que, habían alumbrado el 2020 con buenas expectativas. Y en cuanto al sector agropecuario, el mayor generador de divisas del país, el gobierno hizo coincidir una suba de 3 puntos de las retenciones de la soja, justo en el momento de caída de los precios y dificultades de traslado de la mercadería.
¿En cuanto se resentirá la economía local? ¿Cuánto afectará a la población la difusión del coronavirus? Por el momento solo se puede especular, aunque es inevitable otro enfriamiento de la economía, pérdida del empleo e ingresos.
Dos de las grandes empresas de alimento del país ya registraban caídas de ventas en enero/febrero que, seguramente se prolongarán en los meses siguientes, reflejando una merma en el consumo.
La perspectiva de la inflación en marzo se vislumbraba mejor según el gobierno, aunque la inflación núcleo continuaba elevada. En la medida que haya un ajuste hacia arriba del dólar oficial, aunque limitado, y un salto de precios de los dólares alternativos (blue, bolsa, contado con liquidación, etc), la curva de la inflación difícilmente decline. Igual con respecto al resultado de las cuentas fiscales y la recaudación, por debajo de los gastos, estando latente la tentación oficial de echar mano a la emisión monetaria como “solución” de la recesión.
Y con respecto a la deuda, la negociación ha perdido espacio y los plazos se han extendido por fuera del cronograma anunciado por el Ministro Martín Guzmán. El core bussiness de esa negociación quedó establecida en un último decreto, sumando apenas 68.000 millones de dólares los títulos a discutir con ley extranjera en poder de los bonistas. Y siendo unos 27.000 millones bonos Par y Discount, heredados del canje del canje del 2005/2006, en la gestión del ex presidente Néstor Kircher y con cláusulas de otra renegociación muy elevadas. Mas allá de las declaraciones, el diferencial de la quita en capital o intereses que está en juego no resulta tan sustancial para el tamaño de la economía argentina, en particular si se toma en cuenta su potencial de recuperación. Quizás por ese motivo, aunque puede haber otros, la negociación se presenta hoy difícil y con poca predisposición de los representantes de los bonistas a aceptar la propuesta del ministro Guzmán. La crisis mundial tampoco parece beneficiar a esta negociación a pesar de la opinión que dejaron trascender algunos sectores del oficialismo.
“¿En cuánto se resentirá la economía local? ¿Cuanto afectará a la población el coronavirus? Por el momento sólo se puede especular”
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