Recomendados para la cuarentena: series documentales, más extraño que la ficción
Edición Impresa | 17 de Marzo de 2020 | 05:37

Por PEDRO GARAY
No hay cines. No hay teatros. No hay recitales. Y hay que escapar, de alguna forma, al aluvión de noticias sobre los estragos del coronavirus, porque la angustia es por momentos difícil de sobrellevar. Para eso, está claro, se inventó la televisión: como decía un personaje de caricaturas que también tuvo que quedarse encerrado alguna vez con su familia, “sin televisión y sin cerveza, Homero pierde la cabeza”.
Pero, claro, todos tenemos la sensación de que al catálogo de Netflix ya le dimos varias vueltas: vimos las que nos interesaban, las que nos recomendaron, las que no nos interesaban tanto, los realities de postres, los documentales de diseño. El algoritmo se fue cerrando sobre sí mismo y hoy nos muestra una y otra vez las mismas recomendaciones.
Pero a no desesperar: por esta acumulación de situaciones (la pandemia, la sensación de catálogo agotado), EL DIA pasará los próximos días recomendando series y películas “ocultas” en el catálogo de Netflix, o parte de otros servicios de streaming menos conocidos (algunos de los cuales ofrecen pruebas gratuitas), para que aquellos cuarentenados o quienes teletrabajen den reposo a sus existencias atribuladas por esta maldita pandemia por la vía televisiva.
Hoy toca hablar de las series documentales, particularmente las que son parte de la tradición del “true crime” (es decir, que narran crímenes verdaderos), que ha brindado en los últimos años historias sobre asesinos multimillonarios, superestrellas del deporte psicópatas, asesinos de gatos que se “gradúan” a asesinos en serie, gurúes y curas abusivos, estafas con juegos de McDonald’s y pizzeros ladrones de bancos. Historias más extrañas que la ficción.
El género en pleno auge gracias, en gran parte, al éxito que han tenido las primeras producciones del estilo realizadas por Netflix, lo que llevó a un aluvión de series similares. Sin embargo, el del “true crime” es un género de larga tradición, cuya génesis se ubica en “A sangre fría”, escalofriante obra de Truman Capote, y cuyo primer punto significativo en la historia de las artes audiovisuales está en “La delgada línea azul”, indispensable película de Errol Morris que sentó las bases para el género (con recreaciones y una forma particular de entrevistar y editar) y que, además, forzó la resolución de un caso gracias a su investigación.
A partir de entonces, esporádicamente, tevé y cine se encargaron de retratar de forma documental historias de crímenes reales, con excepcionales ejemplares como “Paradise Lost”, impactante documental de 1996 sobre tres adolescentes acusados de asesinar y mutilar a tres niños de West Memphis, y “The Staircase”, serie de 2004 sobre un hombre acusado de matar a su pareja (hace dos años se produjo una segunda temporada que da seguimiento a la historia: ambas están hoy en Netflix ).
LA HISTORIA
Sin embargo, desde “La delgada línea azul” el género cayó durante algunos años en la decadencia de los canales finales de la grilla del cable, con historias de crímenes contadas sin demasiada profundidad y con mucho sensacionalismo. “Televisión basura”, fue la etiqueta que cayó por entonces sobre el género.
Hasta que en 2014 un podcast lo rescató: “Serial”, serie en la que su creadora Sarah Koenig repasa en formato de radioteatro historias reales de crimen en forma episódica, fue el primer gran éxito del formato que hoy es furor, y su primera temporada fue tan importante que llevó a reabrir el caso del asesinato de un estudiante de secundaria.
HBO tomó nota, y un año después lanzaba “The Jinx”, serie que retrató los crímenes del multimillonario Robert Durst, con un final de excepción: tras negar su implicación en los crímenes durante toda la serie, Durst, alerta de spoilers, termina confesando accidentalmente su culpabilidad.
En respuesta a su gran rival a la hora de los premios, Netflix pondría en su catálogo 2016 “Making a murderer”, serial que llevó a largos debates sobre la culpabilidad o inocencia de Steven Avery: fue el primero de varias decenas de series documentales que tratarían historias de crímenes verdaderos, en el marco de un auge general del documental gracias a las plataformas de streaming.
Un furor que ha dado una variedad tal de documentales que muchos hablan de una edad dorada de la forma: sin estrenarse casi nunca en la gran pantalla, el documental supo habitar los confines de la grilla del cable sin nadie que mirara esos canales “aburridos” y esos programas considerados “educativos” (¿y quién quiere ver tevé para instruirse?), hasta que encontró en las plataformas a demanda una ventana masiva que le permitió encontrar su público y brillar. Como consecuencia, el sector documentalista comenzó a encontrar financiamiento para ideas que antes habrían sido imposibles de llevar a cabo: hoy, hay series documentales sobre cualquier tema. Los amantes del deporte pueden visitar joyas como “Losers” y “Sunderland hasta la muerte” en Netflix, o meterse dentro del vestuario del “Loco” Bielsa en Amazon Prime Video; hay series de diseño como “Abstract”, series sobre juguetes como “The toys that made us”, series sobre sexualidad como “En pocas palabras”, series sobre la crisis financiera como “Dirty Money”.
LOS RECOMENDADOS
Pero lo que más se produce, producto de la morbosa atracción de nosotros por la sangre, son las series sobre crímenes verdaderos. Netflix presenta varios imperdibles, como “Genio del mal”, sobre una mujer que manipuló a un hombre para que robe un banco y luego lo hizo estallar con una bomba que tenía atada al cuerpo; “The Keepers”, tenebrosa mirada detrás de escena a los abusos en una escuela religiosa; “Amanda Knox”, sobre una mujer dos veces absuelta por un asesinato; los dedicados a la desaparición de Maddie McCann; y “Las cintas de Ted Bundy”, con entrevistas al asesino serial.
De asesinos seriales está la docuserie “Asesino confeso”, y la inmersión en la psicología de estos sujetos de “En la mente criminal” (un buen adendo para “Mindhunter”, la genial ficción sobre la psicología del asesino serial que también está en Netflix). Y, claro, la reciente “No te metas con los gatos”, sobre una comunidad virtual que decide dar casa a un hombre que asesina gatitos y los filma muriendo, y encuentran que se trata de una práctica previa a matar personas.
También hay en la N roja varios espeluznantes shows dedicados a cultos, como “Wild Wild Country”, “Bikram”, “Holy Hell”. Y por ahí andan “Jesus Camp” y el documental sobre la cientología de Alex Gibney.
El género es infinito, pero cuando más brilla es cuando se toma con cierta liviandad, como es el caso de “McMillions”, que investiga una estafa contra el juego de Monopoly de McDonald’s: personajes insólitos, mafia y un sorprendente humanismo en la mirada sobre el crimen se mezclan en esta excelente docuserie deudora del Errol Morris más delirante. Un paso más allá, parodiando el género, el falso documental “American Vandal” se ríe de las convenciones de esta forma que en un lustro ya ha sido suficientemente abusado para ameritar una parodia.
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