Omar Sharif venía de incógnito a despuntar su vicio por el juego

El célebre actor cinematográfico egipcio Omar Sharif (1932-2015), que trabajó en famosos y taquilleros filmes como “Lawrence de Arabia”, “Doctor Zhivago”, “Funny Girl”, “Los diez mandamientos”, “Genghis Khan”, “Top secret” y “La noche de los generales”, entre varios otros, vino de incógnito en más de una oportunidad a nuestra ciudad en los primeros años de la década de los ochentas.

Tenía un grupo de amigos platenses y “protegido” por ellos, venía a nuestra ciudad en esa época a apostar en el hipódromo, a comprar algún caballo de carreras y también a pasar largas noches jugando al póquer.

Su verdadero nombre era Michel Demitri Chalhoub y hablaba aceptablemente el castellano; después de haber iniciado su carrera cinematográfica en su país natal en la década de 1950, fue siendo convocado por distintos y conocidos directores ingleses y estadounidenses para interpretar distintos papeles, a veces como actor de reparto y en otras como protagonista, en casi una centena de consagradas películas.

Sus amigos locales, todos fallecidos, nunca lo “delataron” y jamás trascendió quién lo alojaba

Al hombre le gustaba el juego, particularmente las carreras de caballos y el póquer, pero no se sabe a ciencia cierta por qué había elegido a la ciudad de La Plata como su “centro de operaciones” en Argentina, un país geográficamente muy distante de Estados Unidos, ya que su residencia durante la mayor parte de su vida actoral y hasta su muerte estuvo en Hollywood.

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Lo cierto es que acá pasaba casi inadvertido, incluso se cuenta que en no pocas ocasiones no usaba los anteojos para el sol para disimular la fisonomía de su rostro.

Sus amigos locales, todos fallecidos, nunca lo “delataron” e incluso jamás trascendió en casa de quién se alojaba.

Entre esas amistades platenses se encontraba un conocido periodista de turf, al que llamaremos “Oscar”, también aficionado al juego, cuya mujer era admiradora fanática del apuesto galán egipcio pero ignoraba por completo que era “amigote” de su esposo.

La anécdota es verídica. Un día de noviembre de 1981 Sharif y otros amigos tenían que pasar a buscar a Oscar por su casa al atardecer para ir a jugar al póquer; el día anterior, el periodista le había pedido al actor, como un “gigantesco favor”, que fuera él quien se bajara del auto y tocara el timbre de su casa para darle una sorpresa inolvidable a su esposa.

Y así fue nomás. Sin anteojos, Sharif tocó el timbre en la casa de calle 2 entre 37 y 38, y cuando la mujer abrió la puerta virtualmente se quedó paralizada; según contó Oscar, su esposa no lo podía creer, “al principio le pareció que era un tipo muy parecido, pero enseguida él le dijo, con su marcado acento extranjero, ´hola, soy Omar, vengo a buscar a tu marido´; ella no lo podía creer; en ese momento aparecí yo, los presenté, mi esposa lloró de emoción un poco y enseguida nos fuimos”, contó el escriba en su momento.

Para el suplemento de EL DIA del 19 de noviembre de 2007, nuestro querido y siempre recordado compañero de redacción y consagrado novelista, Gabriel Bañez, escribió una nota sobre una anécdota personal que vivió con Sharif: “La primera vez lo vi cruzando la calle 1, frente a la Estación de Tren. Iba acompañado por tres hombres, dos de ellos con aspecto de matones y el tercero un joven muy joven que, recuerdo bien, jugaba a revolear un bolso y a atraparlo a pocos centímetros del suelo. El iba uno o dos pasos adelante, como abriendo camino. Hacía calor, eran las tres o cuatro de la tarde, y en cuanto nos cruzó yo le advertí un aire familiar”.

“Alto, robusto, con anteojos negros y una camisa muy blanca. Pero no tuve tiempo: ´Es Lawrence de Arabia´, me gritó Dipi mientras me sacudía del hombro y me obligaba a reconocerlo. Volví sobre mis pasos, me puse de costado y quedé perplejo: Omar Sharif. No había dudas”, contaba Gabriel y añadía que “Dipi, el nombre familiar que todos le daban al poeta y narrador tandilense Jorge Di Paola Levin, que había venido a La Plata no sé por qué asuntos y nos habíamos encontrado cerca de Plaza Italia. Esa tarde, antes de marcharse a la Capital, lo acompañé a la Estación a tomar el tren. Fue cruzando la calle 1, entre 43 y 44, cuando nos habíamos cruzado con el actor internacional. Un poco en broma, un poco en serio, nos miramos y no dijimos nada. No hacía falta. Dimos la vuelta y empezamos a seguirlo”.

“Como si se tratara de una irrealidad, caminaron una cuadra, doblaron por 43 hacia 2, y antes de llegar a la esquina Sharif se detuvo y los otros se adelantaron. Fueron directo a la estación de servicio de la esquina y el actor, a unos metros, se apartó y encendió un cigarrillo mientras alzaba la vista y miraba la copa de los árboles. Parecía distendido. Luego volvieron sobre sus pasos. Con Dipi cruzamos la calle y volvimos a seguirlos, sin hablar. Cruzaron 1 y se metieron rápido en el Hipódromo”.