El arquero que se hizo leyenda

Le puso nombre y apellido al arco. El gran Amadeo, ídolo de River, defendió los colores de la Selección y se ganó a fuerza de memorables actuaciones la admiración del público futbolero desde su debut en 1945 hasta que colgó la gorra en 1970.

Revolucionó el puesto con actitudes absolutamente innovadoras para el puesto que jerarquizó. Fue uno de los primeros en darle importancia al juego con los pies, algo que actualmente resulta muy valorado y fue tal la envergadura de su campaña que cada aniversario de su natalicio -12 de junio de 1926-, se celebra el Día del Arquero.

Llenó páginas de gloria desde el arco a punto tal que la Federación de Historia y Estadística del Fútbol, en un ranking mundial, entre los años 1991 y 2009, colocó a Amadeo entre los diez mejores porteros de la historia. Además fue elegido la IFFHS como el mejor portero sudamericano del Siglo XX y desde diciembre de 2013 es Presidente Honorario en River. En River marcó un record: 521 partidos en 25 años. También fue llamado para el arco de la Selección desde donde le tocó compartir y padecer la eliminación en la primera ronda del Mundial de Suecia en 1958 como también alcanzar un papel fundamental cuando Argentina ganó la Copa de las Naciones en 1964 manteniendo su valla sin recibir goles además de brillar en la final que fue triunfo 3-0 sobre el rival de siempre -Brasil-, con penal atajado a Gerson incluido.

Las crónicas periodísticas –abundantes en torno a la figura de uno de los grandes ídolos del deporte más popular--, recordaban que Carrizo solía decir en las entrevistas, cuando era consultado sobre su exitosa carrera en el fútbol: “Lo único que me faltó en mi carrera fue hacer un gol”.

Una carrera que dejó infinidad de postales como aquella jornada en la que durante un amistoso frente al Dínamo de Moscú, enfrentó a Lev Yashin. El portero, conocido como la “Araña Negra”, considerado por los especialistas como uno de los mejores de la historia lo elogió y una vez finalizado el partido decidió regalarle sus guantes, como homenaje.

Fue un completo adelantado para la época por presencia, estilo y elegancia. Le cambió la cara al arco con innovaciones que incluían “cosas raras” para aquel entonces. Dejar el área para participar en la defensa, ayudar en la salida del fondo, tirarse a barrer para recuperar una pelota y utilizar el saque de arco como un arma de contragolpe fue parte de su estilo, con técnicas, tácticas y estrategias que perdurarían a través del tiempo.

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