Trabajadoras en un crucero: esperar en alta mar porque en ningún puerto quieren que bajen
| 21 de Abril de 2020 | 07:58

Por Hipólito Sanzone.
Se fueron todos, en cuenta gotas pero se fueron. Todos menos ellas, que ven como en estos 35 días de cuarentena son los únicos que no tienen un sólo dato que les permita suponer cuándo les tocará. A diferencia de otros muchos argentinos que siguen en modo varados, a ellas nos las corren las necesidades de comida ni de techo. Pero la incertidumbre las tiene arrinconadas en un barco semi vacío donde, cuentan "yo hay nada para hacer". Y las recorre la desagradable sensación de saber que están como están porque, técnicamente, no las quieren en ningún país, no hay vuelos de repatriación al suyo y si los hubiese les sería imposible embarcar.
No son turistas, son trabajadores de un crucero de la línea Norwegian a los que hace 35 días no admiten en ninguna estación portuaria y a nadie les dice cuándo terminará ese ir y venir desde el puerto de Los Ángeles hasta alta mar, una maniobra que la nave debe cumplir mientras la situación no se resuelva. Pero a lo que les pasa, hay que agregarle algo más: técnicamente están sin trabajo. Sus contratos se cortaron y aunque siguen ligadas a la empresa que les provee comida y alojamiento, ya no perciben salario.
Este 25 de mayo, Magalí Milagros Porro Muñoz (23) cumplirá un año como personal del crucero. Es de City Bell y trabaja en el área de entretenimientos para chicos. Los chicos, con sus padres, se bajaron del barco y va para 36 días de estar en medio del mar, en un barco que se ya se quedó sin pasajeros y sin tripulantes, salvo Magalí y otros siete argentinos que trabajan con ella. "La situación es complicada. Nosotros ni siquiera podemos tomar un vuelco comercial porque no se nos permite y los vuelos de repatriación salen de Miami. Y nosotros estamos en Los Ángeles, en la otra punta del país, se nos hace muy complicado llegar hasta Miami".
Natalia Pucci (29) es profesora de Educación Física, embarcó el 1 de marzo de acuerdo con su contrato de trabajo y empezó la cuarentena el 15 de ese mes cuando se bajó el último pasajero ni bien el barco tocó el puerto de Los Ángeles, en Estados Unidos.
La nave puso entonces proa a Puerto Vallarta, en México donde la idea era tocar tierra, subirse a un avión y regresar a casa. Pero las autoridades mexicanas no les permitieron desembarcar. Cinco días después estaban de regreso en Los Ängeles pero tampoco pudieron quedarse allí. Desde entonces la vida es volver a alta mar y regresar para no quedar dockeados en puerto. Desde el 5 de abril, gran parte de los 1.600 tripulantes de diferentes nacionalidades que tenía el barco ha podido dejar la nave y volver a sus casas. La empresa naviera, en contacto con las embajadas de los diferentes países de donde provienen sus trabajadores ha podido coordinar esos regresos. Pero con los argentinos no hay caso. En ningún puerto los admiten. Son ocho en la misma situación y hay porteños, platenses y de diferentes puntos de la geografía argentina.
"Tenemos entendido que se le mandó a la embajada argentina la lista con nuestros nombres pero no tenemos noticias. No somos personas de riesgo, estamos bien, no hubo casos de coronavirus en el crucero. La empresa se está portando de diez con sus tripulantes, no nos falta nada pero la espera es cada vez peor. No sabemos qué está pasando, no tenemos información, es desesperante", cuenta Natalia.
Les dijeron que el 28 de este mes habría un vuelo de repatriación de argentinos desde Los Ángeles pero que las posibilidades de abordarlo son escasas. Tampoco tienen la opción de tomar un avión de cabotaje para trasladarse a otro punto de Estados Unidos: su condición de tripulantes extranjeros, explica, en este momento se lo impide.
"Queremos saber si estamos en las listas de repatriación, llenamos miles de formularios, sabemos que la empresa mandó todo a la embajada pero la falta de información es total. Eso es lo peor", dice Natalia.
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