“El último romántico”: Saint-Exupéry, aviador y héroe, protagonista de un documental

Antoine de Saint-Exupéry fue el autor de “El Principito”, un hito de la literatura universal que casi todos hemos leído. Pero también fue pionero aviador y héroe del servicio de correo aéreo francés, dueño de una apasionante y aventurera historia de vida que se revisitará en “El último romántico”, documental que se podrá ver esta noche, desde las 20, en la pantalla de la señal de cable Film&Arts.

Reconocido por sus compañeros como un aviador pionero, un héroe del servicio de correo aéreo francés y un gran escritor recompensado con prestigiosos premios literarios, Antoine de Saint-Exupéry adquirió reconocimiento mundial con su historia escrita especialmente para niños, “El Principito” -pero con gran resonancia en los mayores-, para la cual él también hizo las ilustraciones.

Durante las largas horas que pasó en la cabina, volando a través de los diferentes cielos, reales e imaginarios, sobre el desierto, Saint-Exupéry tuvo todo el tiempo del mundo para reflexionar sobre el estado del mundo y la “humanidad”. Y también confrontó consigo mismo. Las tormentas que enfrentó encendieron las tormentas internas de un hombre que era a la vez un combatiente y un héroe sensible.

Ese es el eje del documental, que busca revelar qué buscaba el autor, y por qué Saint-Exupéry nos sigue fascinando aún después de tanto tiempo.

Y parte de lo que nos sigue atrapando de su figura es su dualidad: aunque a los 30 treinta años había acabado el servicio militar, se había enrolado como piloto, había estado en el Sahara, escrito su primera novela y alcanzado el éxito literario con “Vuelo nocturno”, Saint-Exupéry le confesaba a su madre que “no estoy muy seguro de haber vivido después de la infancia”: todo quedaba desdibujado a la luz de la verdadera aventura de la infancia, una melancolía que empaparía su obra cumbre.

Nostalgias, claro, de una infancia de juego y hermandad: nacido en 1900 en el seno de una familia aristocrática venida a menos, su padre murió a sus cuatro años, pero aunque las condiciones no eran idílicas, vivían felices en el castillo de su tía, la condesa de Tricaud. Eran días donde el pequeño Antoine era un torbellino de juegos y travesuras, de desbordante imaginación y ya atrapado por los aviones. Cuando le llamaban para bañarse, siempre contestaba lo mismo: “No puedo -decía con cara seria-. Estoy en mi aeroplano”.

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El documental de esta noche explora, en ese sentido, la aventura personal y espiritual del escritor-explorador que vivía como un exiliado de su infancia.

Y, además, pinta el retrato de un idealista, uno de los últimos románticos.

Saint-Exupéry es un símbolo de fuerza y fragilidad, y eso es lo que lo hace tan interesante. Su aventura es cautivadora. Sus ideas son universales y llenas de esperanza, y afectan a toda la humanidad, a todas las culturas.