El rol de la asistencia y la contención en cuarentena
Edición Impresa | 12 de Mayo de 2020 | 02:18

Por: Martín Cabrera
La sonrisa y el agradecimiento de una persona que necesita ayuda vale mucho. En algunos casos, muchísimo. Esa sensación experimentan responsables, profes, asistentes y demás de Centros de Día y Terapéuticos de nuestra ciudad, que por culpa de la cuarentena tuvieron que dejar de atender presencialmente a tantos niños, jóvenes y adultos. Ahora, como buena parte de nuestras relaciones, los tratamientos se realizan vía online, con resultados sorprendentes.
En el Centro Cántaros, por ejemplo, se implementó el sistema de videollamadas y charlas personales mediante Zoom, además de grupos en Facebook, Instagram, videos en Youtube y demás. Todo coordinado por su directora, María Alejandra Díaz Villegas. Según contaron desde el establecimiento, son entre tres y cuatro las actividades diarias para cada uno.
“Tenemos una directora médica que se llama Silvina Prates, una directora fisiatra Andrea Giles, una psiquiatra, Paola Piñeyro, dos secretarias, Marta Martín y Silvia Mancino y 25 personas entre kinesiólogos, fonoaudiólogos, terapistas y psicopedadogos”, contó la directora respecto al trabajo para más de 110 chicos con diferentes capacidades que asisten al lugar, antes de manera presencial y ahora mediante plataformas online.
Al mismo tiempo, Díaz Villegas contó que para completar con todos los rubros del programa habitual un grupo de profesionales se encarga de distribuir casa por casa un sistema de viandas.
Cristina Murúa tiene una hija con síndrome de down moderado que asistía todos los días al Centro Cántaros (Belgrano y 409). Ella, como tantas otras, de un día para el otro se quedó sin ese lugar de aprendizaje y contención. “Lo necesita, es su salida y su espacio. Es importantísimo. Se iba a las 8 de la mañana y volvía a las 17. Prácticamente era todo”.
“Cuando decidieron seguir con las clases de manera virtual fue todo un tema. Ella nunca había accedido a un celular. Tiene su tablet, con sus jueguitos, pero nunca un aparato. Al principio le costó, pero fue una maravilla como los profes, preceptores y autoridades le tomaron la vuelta e hicieron que lograra conectarse. Primero con una llamada normal, después en videollamada con la profesora y ahora ya participa con todos. Lograron integrarla y está muy feliz otra vez. En nuestro caso podemos decir que es una maravilla”, relató la mamá de Sole, cómo de manera virtual su hija pudo seguir con los tratamientos.
Este centro, por su parte, también mantuvo la distribución de comida y viandas a quienes más lo necesitan. De manera particular, los propios trabajadores se organizaron por cercanía y les llevan a domicilio lo que antes retiraban o comían en el lugar. Para varios, por su situación económica, es imprescindible.
El mayor problema está centrado en la parte de kinesiología y rehabilitación. Los profes envían videos y consejos, con ejercicios y posturas. Pero a veces se dificulta la puesta en práctica por obvias razones.
Fernanda es la mamá de Juana (20 años), una de las asistentes al establecimiento. Al igual que su colega resaltó con entusiasmo el desarrollo de las actividades y la atención que le está dispensando su hija, que tiene Trastornos Generalizados del Desarrollo (TGD).
“Los chicos tienen una adaptación impresionante. Ahora lo hacemos nosotros también. A mi hija le encanta música y se engancha más con las llamadas del profe Rodrigo. En su caso se comunica mediante el celular, en algunos casos de manera individual y en otros casos en grupo de dos o tres personas. Imaginate lo contenta que está que tenemos el permiso para salir a caminar y hay días que no quiere moverse de casa”.
En diagonal 74 entre 5 y 6 funciona CEPRI, un centro educativo terapéutico que reúne a alrededor de 70 personas entre niños, jóvenes y adultos con discapacidades múltiples, de La Plata y alrededores.
Andrea Karina Matsuo es terapista ocupacional del lugar, que antes de esta pandemia ofrecía jornadas simples (8.30 a 12.30) y doble (8.30 a 16.30). Además de las terapias recibían desayuno, almuerzo y merienda. “Tenemos profesionales de diferentes disciplinas, como fonoaudiólogos, psicólogos, terapistas ocupacionales, profes de Educación Físicas y músico-terapista”.
“La idea era sostener el vínculo, pese a los condicionamientos de la cuarentena. Quisimos seguir en contacto, que nos vieran y escucharan. Muchos de ellos no tienen lenguaje, con ellos se nos dificulta un poco más, pero con los que pueden oír y vernos es un poco más sencillo. Nos adaptamos. Seguimos haciendo las mismas actividades para que sigamos siendo conocidos por ellos, pero a través de videollamadas o por Zoom, aquí sólo con los que tienen computadoras”, explicó una de las encargadas del centro platense.
Matsuo contó que las sesiones son con dos o tres chicos, pero que en muchos casos deben ser individuales, porque como en algunos casos sólo tienen celulares y se dificulta dividir la pantalla entre tanta gente. “Todo depende de las posibilidades de cada familia y tenemos algunas que son muy humildes”.
“Además de mantener las actividades seguimos repartiendo las viandas y junto con ellas les enviamos algunos materiales que preparan las maestras. En algunos casos tenemos que llevarles todo, porque de repente no tienen internet, celular ni computadoras”, prosiguió la encargada de CEPRI durante el contacto con este medio en donde destacó el rol fundamental de los padres, que deben ser el sostén de sus hijos.
Un centro para adultos mayores
Daniel Gallardo es el dueño del Centro La Casona (28 e/58 y 59), que asiste a unas 70 personas mayores, algunas con patologías y otras que no. “Convocamos a todos los profesionales y les armamos videos en Facebook, sobre todo para trabajos físicos. Los médicos y psiquiatras directamente asisten al centro y desde aquí se comunican una vez por semana con ellos en sus domicilios, como si tuvieran el encuentro presencial. La psicóloga trabaja desde su casa mediante videollamadas. La parte cognitiva está completa por todos lados. Y las terapistas preparan un cuadernillo por semana”, enumeró y dijo que también entregan viandas y lavandina.
Gallardo remarcó la necesidad que tienen estos adultos por tener su lugar de encuentro y, en ese sentido, contó que los primeros días de aislamiento la depresión y angustia había dominado. “Ahora están más contentos, para ellos a su edad mantener el vínculo es esencial. Y a nosotros nos hace feliz”.
Los resultados del método utilizado es muy bueno, según los padres y profesionales
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