Denuncian robos a toda hora en la zona de Arquitectura

Un aparente conflicto entre jurisdicciones, el casi nulo movimiento por la cuarentena y la falta de vigilancia, confluyen en una situación que los habitantes de un sector de la Ciudad comprendido entre las calles 45 a 47 y 1 a 116, califican de “apremiante”.

Los hechos delictivos “ocurren a toda hora”, afirmaron. En un caso particular fueron tantos los atracos violentos, que una pareja de vecinos decidió abandonar su hogar.

Todo ocurre, según los testimonios reunidos por este diario, en tres manzanas que están “atravesadas” por las vías de tren, en un tramo del trazado que cruza por 1 y 44 y llegan hasta Puerto La Plata. En esa sección, apenas pasa la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la UNLP, el carril hace una curva y es donde los vecinos aseguran que los delincuentes hacen su entrada y salida a los terrenos.

Victoria Puleston le contó a EL DIA que debió mudar a sus padres luego de que, en el último robo, su papá de 91 años tuvo que ser internado.

Es la última finca que está sobre 47, justo frente a Arquitectura. “La construyó mi bisabuelo hace 96 años y nos fuimos a vivir ahí en 1969”, explicó.

El primero de los asaltos que padeció la familia tuvo lugar hace tres años. “Entraron por la madrugada, mi hijo escuchó todo y llamó a la Policía”, refirió la mujer y añadió que “eran dos sujetos que estuvieron cerca de 15 minutos hasta que llegó un patrullero, pero en ese lapso “dieron vuelta el interior y le pegaron a mi papá”, sentenció.

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El episodio más grave, que motivó la drástica decisión de trasladarse, sucedió el 24 de diciembre del año pasado, después del mediodía. En esa ocasión los sujetos eran varios e iban armados. Puleston recordó que “lo agarraron a patadas a mi papá, le quebraron una costilla, le pegaron un culatazo y pasó cuatro días en terapia. A mi mamá (87) además le dieron una trompada”.

Luego de esa traumática experiencia “nos fuimos todos a Monte Hermoso durante el verano y ahí decidimos que no podían vivir más en la casa. Unos días antes de que el Gobierno decretase el aislamiento los mudamos a un departamento”, señaló.

La cuarentena obligatoria es otro de los problemas que se sumó a la compleja situación que atraviesa el barrio. “Es muy solitario ahora que no están los estudiantes de las facultades. Sabemos que van y vienen por la vía y tienen todo el tiempo para hacer lo que quieren”, expresó Puleston.

Desde el inicio de la reclusión contabilizan al menos tres escruches en el inmueble: “Un sábado a la noche me llamaron de la alarma y a mí me da terror ir a esa hora. Así que fui a la mañana siguiente. Se llevaron varias cosas del jardín y del lavadero, como una escalera plegable, un secarropas, una aspiradora”, detalló.

Dos semanas atrás, la escena se repitió. Victoria recorrió el fondo y entonces pudo advertir el camino realizado por los ladrones. “Rompieron un alambre tejido y se metieron por ahí, atrás corre la vía y está marcado el sendero de las veces que han ido y venido. Revisaron todo y robaron mucho, arrancaron un cable de la alarma y rompieron algunos vidrios”, contó.

Según contó la mujer, tenía una oficina en la casa y decidió irse. “Aunque trato de ir lo más posible para que vean movimiento”, finalizó.

El sábado por la tarde, ladrones sorprendieron a una pareja de jóvenes que caminaba por 47 y 115. Con amenazas y gritos los despojaron de sus billeteras, celulares y hasta de un manojo de llaves.

El día anterior, Martín Morosi vio a un ladrón saltar por sobre el paredón, hacia el patio. Pablo, su hermano, aseguró que no es la primera vez que eso ocurre en el centro cultural “Casa Abierta”, situado en 47 entre 115 y las vías. “Él fue a controlar que estuviera todo en orden y ve que un tipo salta desde las vías. Le gritó, lo corrió pero el hombre huyó por donde había venido”, dijo el propietario.

Tras el encontronazo, Martín notó que les habían vuelto a abrir el galpón para sustraer lo poco que quedaba del último hecho. “Vamos una o dos veces por semana para controlar y cortar el pasto -continuó Pablo-. El domingo 10 de mayo nos barretearon la puerta de ese galpón (la golpearon con un fierro hasta romperla) y robaron la máquina de cortar pasto y herramientas de jardín”.

Después de acomodar e intentar reparar la abertura, le avisó a su hermano y se fue. “Habrá sido al mediodía, Martín llegó a las 16 y se encontró con otra sorpresa: faltaban cuatro sillas y una mesa de hierro del jardín. Según nos contó una vecina, los vio en la esquina de 115 y 46 cargando todo en un taxi, un vehículo tipo familiar, que sabemos hay pocos en La Plata”, afirmó.

Por otro lado, sostuvo que “muchas de las viviendas que rodean la zona son habitadas por estudiantes y creo que muchos casos se van a conocer cuando termine la cuarentena y vuelvan. Nosotros nos vamos siempre con la angustia de que, al regresar, nos toparemos con un nuevo hecho”.

Morosi pidió asistencia a la Policía y el Municipio. Según confió, le aseguraron que el problema deriva de “un tema de jurisdicción: las vías son terreno federal y las fuerzas locales no pueden actuar ahí”, dijo y añadió: “Del otro lado del tapial del fondo, mi papá plantó un bosque de cactus que fue podado por esta gente”. También “tenían hecha una escalera para poder ingresar. Por último, consignó que “en 1 entre 46 y 47 sabemos de un señor mayor que se fue del miedo que tenía por los saqueos. Acá, toda la cuadra está alerta porque los robos son a toda hora”.