Polémica con la “diplomacia de las mascarillas” de China

El gigante asiático se apuró a “ayudar” al mundo con barbijos, en gran parte defectuosos, para tratar de acallar críticas y limpiar su imagen tras ser el epicentro de la pandemia

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China quedó en el ojo de la tormenta por ser el país en el cual empezó a circular la pandemia de COVID-19 y por el trato que se le dio a la enfermedad que luego se propagó por todo el mundo. Cada vez hay más certezas de que el virus ya circulaba en el país asiático en agosto del año pasado y sus autoridades lo ocultaron.

Un camino que encontró China para intentar acallar las críticas y limpiar su imagen fue el de ponerse al servicio de muchos países, asistiendo con insumos sanitarios de forma gratuita. Pero la iniciativa solidaria para proveer sobre todo barbijos, denominada “diplomacia de las mascarillas”, resultó un fiasco, ya que no tardaron en aparecer las denuncias por el mal estado o la deficiencia de los elementos suministrados.

A comienzos de abril, China había exportado a unos 50 países cerca de 4.000 millones de mascarillas, 37,5 millones de trajes protectores, 16.000 respiradores mecánicos y 2,84 millones de kits de testeo de COVID-19.

FALLAS Y PROBLEMAS

Sin embargo, no todo fue lo que parecía. Países como Holanda, España y Alemania tuvieron problemas y además, la Unión Europea (UE) debió suspender la distribución de 10 millones de mascarillas.

De un lote de 1,5 millones de tapabocas que fueron enviados a miembros de la UE y a Reino Unido, se denunció que 600.000 no contaban con los certificados europeos y no cumplían con los estándares médicos requeridos para su distribución.

Previamente, Holanda ya había denunciado que las 600.000 mascarillas recibidas por parte de China no cumplían las normas de calidad (no se ajustaban correctamente en el rostro de los pacientes e incluso algunos filtros no funcionaban bien. Y en España ocurrió lo mismo con una partida de 140.000 mascarillas.

En tanto, Alemania informó que en abril recibió un lote de 11 millones de mascarillas chinas defectuosas que fueron rotulados como “basura”. Por una situación similar pasaron Canadá y Estados Unidos.

“La diplomacia de las mascarillas es un intento, a través de un regalo, de cambiar el relato y la imagen del país de donde había salido el virus”, afirmó el profesor de historia y cultura de China moderna y contemporánea de la Universidad Pompeu Fabra (UPF), Manel Ollé, al diario digital El Nacional de Cataluña. “Se busca ganar popularidad y una imagen positiva”, aseguró, y agregó: “Con este movimiento se ha mezclado lo que era regalo y lo que era compra. Ha habido varias compras de mascarillas y tests defectuosos, que no cumplían con los estándares”.

Demanda

A comienzos de este mes, el Departamento de Justicia de EE UU demandó en una corte federal de Nueva York a una firma china por vender en abril a los consumidores alrededor de 500 mil barbijos defectuosos que no cumplían con los estándares de calidad de la mascarilla profesional N95.

La empresa china fue acusada de cuatro cargos por importación de productos de salud de mala calidad y de fabricación falsa para la Agencia de Medicamentos y Alimentación de Estados Unidos (FDA, por sus siglas en inglés).

Cada cargo acarrea una multa máxima de 500.000 dólares, o si es mayor, el doble de lo que la compañía ganó vendiendo las mascarillas.

Tras la demanda, la FDA retiró la autorización para el uso de mascarillas chinas en Estados Unidos.

La desconfianza sobre los productos de procedencia china ha ido creciendo y, ante esta situación, el ministro de Salud alemán, Jens Spahn, manifestó hace unos días que Europa necesita ser más independiente en el suministro de barbijos y ciertos medicamentos para combatir al nuevo coronavirus. “En lo que respecta a las mascarillas y ciertos medicamentos, hemos constatado que no debemos depender completamente del mercado global. No se debería decidir en China si tenemos mascarillas de protección para los cuidadores o los médicos en Varsovia, Ámsterdam o Berlín”, aseguró Spahn.

Pero no solamente Europa y América del Norte estuvieron involucrados en la “diplomacia de las mascarillas” que implementó China. Países latinoamericanos que tienen un sistema sanitario más frágil que el europeo y el norteamericano, también recibieron artículos chinos, como Venezuela, Bolivia, Argentina, Ecuador, Brasil y Chile, entre otros.

 

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